Según lo estipulado en libros de historia, en 1821 con la Consumación de la Independencia, el espíritu patriótico del pueblo mexicano estaba en su clímax. Personaje central de estos sucesos fue Agustín de Iturbide, autor del Plan de Iguala, creador del Tratado de Córdoba junto con su último virrey, Juan de O´Donojú y principal firmante de nuestra acta de Independencia. Por estas y otras razones en ese año era aclamado.
Se cuenta que a su regreso a la ciudad de Córdoba, Veracruz, estando en Ángelópolis –días antes de que fuera proclamada la Independencia de México- partidarios de Iturbide deciden celebrar este acontecimiento con un espléndido banquete programado para el 28 de agosto de 1821.
De ahí que para recibir con honores a tan ilustre visitante, las monjas del Convento de Santa Mónica idearon un platillo que simbolizara los colores de la bandera nacional (trigarante),dando como resultado el Chile en Nogada.
Para la elaboración del platillo, que después se convertiría en uno de los más exquisitos de la comida mexicana, aprovecharon la abundancia de los frutos y vegetales de temporada en la región. Un chile poblano relleno de picadillo de frutas (manzana, perón, pera, durazno, piña, plátano macho, almendras y uva pasa), carne, capeado y bañado en una salsa de nuez y leche (blanco-religión) y adornado con hojas de perejil (verde-esperanza) y granada (rojo-unión) ostentando de este manera los colores del lábaro patrio.
En la actualidad, en la Ciudad de México se puede consumir los 365 días en “La Catedral de los Chiles en Nogada” sobrenombre que se le da a la Hostería de Santo Domingo, por ser la especialidad de la casa.
En este lugar el chile en Nogada es un platillo para compartir, ya que salvo que la gente sea de muy buen comer, difícilmente se podrá comer uno entero, luego de que su peso oscila entre los 500 a 600 gramos.
