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Concluyen mapa genético de maíz en México

Fruto de un proceso de investigación de tres años, el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) concluyó la secuenciación del genoma del maíz, con lo cual México, como centro de origen de este cultivo, se coloca en una posición relevante y estratégica frente a países como Estados Unidos que están en vías de secuenciar variedades comerciales de la gramínea.

Tras este ciclo de trabajo metódico, el Langebio logró detectar genes involucrados con resistencia a enfermedades que dañan el maíz, tolerancia a sequía, eficiencia en el uso de fertilizantes y productividad, los cuales que podrían ser patentados y beneficiar a los productores mexicanos.

En el ámbito mundial el proyecto de secuenciación genómica del maíz es el más importante después del genoma del humano, por ser un cultivo fundamental para la alimentación de millones de habitantes del planeta. Además, su valor comercial supera los 40 mil millones de dólares.

Los investigadores del Langebio, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) de Irapuato, descubrieron que la variedad de maíz que secuenciaron posee 53 mil genes –superior a los 30 mil del ser humano–, pero que la parte que especifica todas las instrucciones o brinda las características de la especie, representa apenas 7 por ciento de este genoma; el otro 93 por ciento son secuencias que están repetidas muchas veces y “que no entendemos todavía por qué están ahí”, explica el director del Langebio, Luis Herrera Estrella.

El especialista precisa que la variedad secuenciada fue un maíz palomero muy antiguo y se eligió porque de él se derivan otros maíces que se usan comercialmente y por tener un genoma más pequeño respecto a variedades que se están secuenciando en Estados Unidos, unos dos mil millones de pares de bases contra 2,700 millones del que se investiga en la nación estadounidense.

Herrera Estrella, también miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, explica que otro hallazgo es que los genes no están distribuidos aleatoriamente, sino concentrados en ciertas regiones de los cromosomas, en las denominadas islas de genes y que tienen diferentes tamaños.

El maíz es un cultivo de mucha importancia para nuestro país desde el punto de vista cultural, social y económico. Somos centro de origen y diversidad del cultivo, por lo tanto tenemos la mayor variabilidad genética en todo el mundo. Esto nos da una ventaja comparativa respecto a otras naciones, considera el investigador. Nuestro país, paradójicamente, importa maíz de otros países, principalmente Estados Unidos.

En México, se calcula, existen alrededor de cinco mil diferentes tipos de maíces. El conocimiento del genoma del maíz –anota Herrera Estrella– nos va permitir entender las diferencias que hay entre todas estas variantes que existen y poder utilizar las características distintas que tienen de adaptación al medio ambiente, forma de grano o color, para poder generar nuevas variedades que se adapten a usos específicos y que éstas sean más competitivas.

En la carrera global por secuenciar y patentar genes que tengan una utilidad comercial, la secuenciación del maíz en México es estratégica, ya que existe el riesgo de comprar variedades patentadas por otros países, que se podrían desarrollar en el país.

De hecho, Herrera Estrella afirma: “hemos encontrado ya la función y utilidad de varios cientos de genes, estamos en proceso de iniciar las patentes de algunos de ellos. Tenemos que hacer una selección cuidadosa de aquellos que creamos que sean más relevantes primero para la agricultura nacional y después para la mundial, porque el proceso de patentamiento es costoso”. Adelanta que los genes que se patentarán serán importantes en cuanto la tolerancia al medio ambiente y a la calidad del grano.

Los científicos del Langebio coinciden en señalar que una vez que se obtiene el genoma de un maíz es más fácil hacer las comparaciones con otros maíces, porque en principio los genomas son más parecidos. De hecho, el centro de estudios proyecta realizar un análisis de los grandes grupos de maíces que hay en nuestro país.

Leer el libro completo

La secuenciación del genoma del maíz es un paso importante, sin embargo, el análisis de la información todavía continúa y llevará por lo menos un año. “Todavía falta la interpretación completa del libro, que es bastante compleja”, expresa Herrera Estrella, ya que hay genes en los cuales rápidamente se encuentra su función, pero en otros no se tiene “ni la más remota idea de lo que puedan hacer y ésos los tenemos que estudiar todavía, y algunos se llevarán cuatro o cinco años”.

Frente a la polémica generada por los maíces genéticamente modificados, el director del Langebio anota que la información que se deriva del genoma no sólo sirve para hacer transgénicos, sino que su impacto más importante es para los procesos de mejoramiento convencional, porque los fitomejoradores tendrán herramientas que les permitirán hacer procesos de mejoramiento más rápidos y efectivos. Añade que es posible hacer que los maíces acumulen cierto tipo de características sin llegar a la transgénesis.

La secuenciación del genoma del maíz concluyó a principios de noviembre y tuvo un costo de 120 millones de pesos, cuyo financiamiento en su mayor parte correspondió al gobierno federal, a través de la Secretaría de Agricultura. De hecho, los resultados serían presentados al presidente Vicente Fox el 6 de noviembre pasado, pero la gira del primer mandatario por este municipio fue suspendida.

El genoma es el punto de partida, pero se tiene que diseñar una serie de estrategias para que está investigación realmente produzca frutos. Es una plataforma, pero necesitamos organizar todos los programas de mejoramiento, crear nuevas empresas semilleras para poder ser competitivos, tenemos que organizarnos productores, gobierno e investigadores para que se haga lo necesario para que México se vuelva competitivo. “Necesitamos actuar y no discutir las cosas”, asevera Luis Herrera.

Los investigadores del Langebio han tenido reuniones con el equipo de transición del presidente electo, Felipe Calderón Hinojosa, y al parecer hay “enorme sensibilidad” para apoyar a la ciencia y la tecnología para que se vuelvan un eje del desarrollo nacional, apunta el especialista.

El Langebio también trabaja en un proyecto para obtener el genoma del agave, un cultivo de gran importancia industrial con gran potencial para diversificar su mercado y que puede ser fuente de genes importantes para utilizarlos en maíz, frijol y tomate. La secuenciación del genoma del chile está por iniciar y en caña de azúcar sería “muy conveniente” descifrarlo, ya que México tiene gran potencial no sólo para endulzante, sino para la producción de biocombustibles, etanol o biodiesel.

Sin embargo, en México no se puede producir etanol para la gasolina porque Pemex tiene el monopolio de la producción de combustibles, los productores privados no pueden venderle alcohol para adicionarle a la gasolina. Por ello, se tiene que cambiar la legislación y después establecer programas de mejoramientos y de empresas que se dediquen a promover y vender esas nuevas variedades, porque prácticamente no hay empresas mexicanas semilleras importantes, todas son extranjeras, concluye Herrera Estrella.

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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