Medio Ambiente

Labranza cero contaminación

Frente a la descapitalización de la agricultura de granos básicos la siembra directa o cero labranza ofrece al productor agrícola la posibilidad de disminuir costos de producción, mediante un ahorro en el proceso de preparación del terreno, barbecho y rastreo. 

Este ahorro representa alrededor del 25 por ciento, porcentaje considerable  si se contempla que el costo de producción para maíz y sorgo oscila entre 10 y 12 mil pesos, indica Carlos González Loaeza, coordinador técnico de la asociación Agricultura sostenible en base a siembra directa (Asosid).

La siembra directa en México es menor al millón de hectáreas. Según un monitoreo satelital realizado por el CIMMYT, en los dos últimos años la superficie bajo este sistema productivo registro un avance de entre 15 y 20 por ciento.

En todas las regiones del país y el mundo se puede aplicar la agricultura directa, los principios básicos son los mismos aunque se debe hacer una adaptación según las condiciones de cada zona. En Argentina y Brasil, donde los climas son cálidos, la siembra directa ha funcionado de tal forma que ya se utiliza en más de seis millones de hectáreas.

Las prácticas tradicionales agrícolas llevaron a un deterioro ambiental de la tierra. Cocientes de esta situación, agricultores e instituciones han decido implementar tecnologías agrícolas amigables con el medio ambiente, que respondan al nuevo escenario de la agricultura sustentable, como el caso de la siembra directa.

Esta tecnología también conocida como labranza cero, permite la conservación del suelo y el agua, así como la recuperación de nutrientes. Funciona de manera eficiente en zonas con topografía accidentada o donde existan problemas de infiltración de agua en el suelo.

La propuesta para el agricultor es dejar el rastrojo como cobertura para conservar la humedad del suelo, lo cual le permite ahorrar hasta un 40 por ciento de agua para el consumo de las plantas.

Este sistema reduce costos de producción, mejora la rentabilidad de los cultivos y posibilita obtener los mismos rendimientos, con la ventaja de producir a un menor costo, explica González Loaeza.

Con esta forma de cultivar la tierra se incrementa la productividad conforme avanza el tiempo, cuando el productor ya conoce bien la tecnología y la desarrolla. “Hay gente que tiene ocho o diez años con esta tecnología y logra mayor producción que cuando cultivaba en forma tradicional”.

Lo anterior se atribuye a que el rastrojo mejora aspectos en la calidad del suelo, como fertilidad, nutrición y densidad, que posibilitan el desarrollo de las plantas.

El proceso

Para aplicar la agricultura directa lo primero que se necesita es conocer en qué situación se encuentra el terreno. Algo parecido al chequeo general que realizan los médicos antes de asignar un tratamiento. Para ello existen instrumentos como el metrómetro, filtrómetro, decímetro y durímetro, que permite hacer un diagnóstico de la parcela.

Después se deja el rastrojo en el suelo, el cual empieza a degradarse gracias a la acción de hongos, bacterias y otros microorganismos. Como consecuencia de lo anterior, existe un incremento en la fauna general, donde hay que tener cuidado porque en ocasiones llega a provocar problemas en los cultivos debido a un desequilibrio en el crecimiento de la población y a la falta de vigilancia por parte del agricultor.

Se recomienda monitorear los niveles de dicha población, realizando chequeos sobre todo en los primeros años, ya que al inicio el suelo es estéril y posteriormente al agregarle materia orgánica se genera fauna que se alimenta de ella, que al no encontrar más material para consumir, se dirige a la raíz de las plantas en busca de alimento.

Sembrar conciencia

Guanajuato es una región que tiene condiciones de precipitación pluvial promedio de entre 600 y 650 milímetros, pero en regiones de temporal sólo se alcanza los 400 milímetros, incluso existen lugares que presentan precipitaciones más bajas.

Fue a raíz de la escasez de agua para las actividades agrícolas, que varias instituciones y organizaciones de Guanajuato se preocuparon y decidieron formar la Asosid, organismo dedicado a la promoción de la agricultura sustentable con base en la siembra directa, que da asesorías y orientación a productores para que desarrollen la tecnología y replanteen su forma de producción con miras hacia la conservación de los recursos naturales como el suelo y el agua.

El organismo ha difundido esta tecnología en varias regiones de Guanajuato, como Pénjamo, Valle Jaral, Acámbaro, Villagrán, Salamanca; está por trabajar en San Luis Potosí, una zona de temporal donde ésta tecnología es benigna, ya que permite el máximo aprovechamiento de la poca cantidad de agua que recibe de las lluvias.

La Asosid está formada por 600 socios entre los que destacan la Fundación Guanajuato Produce, el Distrito de Riego 011, el CIMMYT*, agricultores de la región y empresas privadas como Monsanto.

El presupuesto con el que trabajan, lo obtienen de parte de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario del estado de Guanajuato y de la Fundación Produce, además de la aportación mensual de cada uno de sus socios y un pago anual por la membresía.

La asociación trabaja bajo un esquema de asesores técnicos que tienen a su cargo grupos de entre 12 y 15 productores máximo. Los asesores se encargan de organizar y dar orientación en lo que denominan áreas de agrupación regional de innovación agrícola.

En éstas áreas se  capacitan a los agricultores en el uso de la siembra directa y se realizan pruebas de fertilización, controles de malezas, cultivos alternativos, entre otras actividades en las que se recaba información para ser transmitidas posteriormente en demostraciones de campo, recorridos y jornadas con los agricultores, con la idea de que sea el primer paso para llegar a más gente.

Hoy, la siembra directa es una tendencia que va en ascenso y funge como una alternativa para mejorar la situación de los agricultores en beneficio del medio ambiente, a través del  óptimo  aprovechamiento de los recursos naturales.




La Asosid en una búsqueda por reducir los costos y hacer accesibles los instrumentos para el diagnóstico de las parcelas se dio a la tarea de crear sus propias herramientas, con el apoyo de investigadores de diversas instituciones, como el INIFAP.

El metrómetro y durímetro sirven para determinar la dureza del suelo. Si el suelo es muy duro, la raíz no tiene manera de desarrollarse, por lo que este aparato permitirá deducir si la raíz crecerá sin problemas o tendrá alguna limitante.

El infiltrómetro es un aparato sencillo que mide la capacidad de una parcela para poder infiltrar agua en un determinado tiempo.

El densímetro es un equipo que sirve para determinar la porosidad del suelo, la cual está muy ligada a la infiltración y la dureza. Un suelo que tiene más porosidad va a tener una densidad diferente, por lo que este aparato ayuda a determinar si la porosidad del suelo permitirá la buena infiltración del agua, o el buen desarrollo de la raíz.

 

Fuente: ImagenAgropecuaria.com

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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