Agronegocios

Agronegocios emergentes en México

Otro punto que debe tomarse en cuenta son las ventajas productivas que ofrecen los sistemas de producción bajo sistemas protegidos, que brindan mayores rendimientos a los agricultores comparados con los tradicionales a cielo abierto.

Que la producción de hortalizas, frutas, flores y bebidas alcohólicas tradicionales de México, tiene un amplio potencial y es una fortaleza que el país debe aprovechar; sobre todo si se hace en invernadero, es un aspecto incuestionable.

Que el cultivo de granos, que gobiernos del pasado y del presente han menospreciado porque consideran que no es rentable, puede coadyuvar al desarrollo del campo, también tiene su grado de certeza.

La necesidad de importar diez millones de toneladas de maíz para este año es un problema para el país por el grado de dependencia en un sector estratégico; pero también puede convertirse en una opción para los agricultores ante la creciente necesidad de abasto del sector pecuario.

Para ello se requiere, como insisten diversos actores, financiamiento —accesible y con tasas preferenciales—, capacitación y mejores tecnologías que generen procesos de desarrollo pero, sobre todo, políticas públicas capaces de articular la complejidad del campo mexicano.

Voltear a las oleaginosas

Las políticas que durante muchos años apoyaron sólo la producción de maíz, en detrimento de las oleaginosas nos convirtieron en grandes importadores de éstas, al grado que hoy la industria aceitera importa 95 por ciento, con aumentos que van de 60 a 75 por ciento. Paradójicamente la producción de soya, canola, cártamo, girasol o palma de aceite también emerge como una oportunidad de agronegocio hoy en día.

La inercia energética mundial lleva a muchos países a ver la elaboración de biocombustibles como alternativa y han comprado su boleto; pero hay que decirlo, países como Brasil —con 30 años de experiencia en etanol— y Estados Unidos llevan ventajas y una limitante es que este sector requiere fuertes inversiones —ausentes durante mucho tiempo en el campo mexicano— y políticas claras para el uso de bioenergía —también pendiente en México.

Otro sector en el que nuestro país sí tiene ventajas naturales y competitivas, por sus características geográficas y naturales, son los cultivos orgánicos, donde un consumidor cada vez más exigente está dispuesto a pagar un sobreprecio por tener estos productos en su mesa. Y qué decir de la combinación orgánico-hidropónico que garantiza la inocuidad de los alimentos. En otro apartado están las plantaciones forestales, como el hule con gran potencial.

En el ámbito agroindustrial, las bebidas alcohólicas como cerveza, vinos artesanales y tradicionales como tequila, mezcal, pulque o sotol están teniendo una fuerte aceptación en el mundo y su demanda es creciente.

La oportunidad de incrementar las ventas en el resto del mundo es muy grande para México en todos los productos, asegura Armando Cobos, director general de la Cámara Nacional de la Industria de Conservas Alimenticias (Canainca).

En forma tradicional —explica— se exportan jugos, frutas tropicales, chiles en diferentes variedades, pero existen productos con mucha aceptación en los mercados como salsas, ejotes, champiñones y nopales. La idea es darles un toque personal y adecuarlos a los gustos de otros países.

 

Fortalecer producción de frutas y hortalizas

De acuerdo con un análisis de la Subsecretaría de Agronegocios de la Secretaría de Agricultura, los productos mexicanos que muestran competitividad en el mercado externo son aguacate, brócoli, berenjena, chile, fresa, jitomate, mango, fresa, espárragos, lechuga, coliflor, pepino y camarón.

En tanto, los cultivos que podrían sustituir importaciones son: algodón, arroz, uva, palma de aceite, manzana, carnes de bovino y de porcino, leche, carne de ave, camarón y atún.

También considera que los productos sensibles en la política agroalimentaria que deben seguir produciéndose son maíz, frijol, caña de azúcar, sorgo y trigo.

En el análisis Planeación estratégica de reorientación al mercado, la dependencia señala que el propósito es incrementar la proporción de valor en la agricultura de frutas y hortalizas a 50 por ciento, lo cual podría traducirse en un crecimiento real del Producto Interno Bruto (PIB) agrícola superior a 19 por ciento.

Para lograrlo —agrega— se requiere reconvertir 984 mil 400 hectáreas dedicadas hoy en día a la producción de cereales y forrajes hacia la producción de frutas y hortalizas.

El subsecretario de Agronegocios, Jeffrey Jones, señaló que esto se puede hacer aumentando productividad en granos y destinando una superficie pequeña a la producción de productos de mayor valor, como las hortalizas.

En este sentido el estudio, refiere que en el año 2006 se cosecharon unas 20 millones de hectáreas (ha) en México, por lo que la meta de 984 mil 400 ha reconvertidas de cereales y forrajes a frutas y hortalizas representa 5 por ciento del total de la superficie.

Los factores que influirán los agronegocios en el futuro, de acuerdo con la institución, son: demografía y preferencias de consumo, crecimiento del ingreso, concentración urbana y retos de logística, concentración de mercados, globalización de la cadena de suministro y reorientación de política, boom del etanol y el impacto en el precio de sus insumos, cambio climático y competencia por el agua en la agricultura.

Hoy estamos ante esa compleja premisa de cómo hacer de un problema una oportunidad, donde, sin duda, la orientación de políticas públicas y la iniciativa de los propios agricultores jugarán un papel fundamental para el rumbo que seguirán los agronegocios en México.

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