Medio Ambiente

Al encuentro de la ballena gris

Desde tiempo inmemorial la ballena gris (Eschrichtius robustus) realiza una de las migraciones más largas y espectaculares del reino animal. Al finalizar el invierno inicia un recorrido de 16,000 mil kilómetros viaje redondo hasta el mar de Chukchi, en el círculo ártico, donde se alimenta y prepara su viaje de retorno hacia México para aparearse y reproducirse en las lagunas subcalifornianas, donde pertenecen desde la primera quincena de diciembre hasta mediados de marzo; incluso pueden llegar a verse algunas los primeros días de abril.

En la primera mitad del siglo pasado esta especie estuvo muy cerca de la extinción por la caza indiscriminada y no regulada, no obstante logró recuperarse a partir de una población de mil ejemplares.

Cada temporada nacen aproximadamente 900 ballenatos, distribuidos en las lagunas de la península de Baja California, incrementando gradualmente la población de esta especie. La población de ballena gris se estima en 27,000 ejemplares.

Las condiciones geográficas y  ecológicas de la región –que forma parte de la Biósfera de la Reserva del Vizcaino- han demostrado ser ideales para fungir como lugar de “maternidad” para estos cetáceos. Las lagunas, además de brindarles seguridad al no haber en ellas depredadores naturales, como las horcas o el tiburón, así como el suficiente grado de salinidad ayuda a que los ballenatos puedan aprender respirar y nadar más rápidamente.

La temperatura del agua, contrastante con los mares helados de Alaska y Canadá, donde pasan el resto del año, parece ayudar a los ballenatos a conservar el calor corporal hasta lograr el peso suficiente para soportar temperaturas más bajas.

En las lagunas Ojo de Liebre –perteneciente al municipio de Guerrero Negro- San Ignacio y más recientemente en Bahía Magdalena existen compañías que ofrecen tours de avistamiento de ballenas, siguiendo la normatividad que establece la Profepa para disfrutar de un espectáculo natural sin afectar el comportamiento de este mamífero marino.

Encuentro con las ballenas

Antes que nada debo confesar que la noticia del viaje para visitar a las ballenas me emociono muchísimo, luego de que hace años esta posibilidad se vino abajo, el caso es que está vez se convirtió en una realidad.

Fue en El Chaparrito, un sitio que se encuentra a 25 kilómetros de la población de Guerrero Negro que tomamos una embarcación para ver a las ballenas en la Laguna Ojo de Liebre. Para todos los que íbamos en la embarcación, con chalecos salvavidas, la ansiedad por verlas crecía cuanto más nos adentrábamos a la Laguna, de ahí que el sólo hecho de verlas aventar agua o saltar a los lejos nos conformaba. Sin embargo el hecho de tenerlas a unos cuantos metros rodeando o siguiendo la lancha me encantó.

Contagiado por el entusiasmo de querer ver más y más ballenas, el lanchero seguía avanzando hasta donde sabía que había más actividad con las ballenas, donde a propósito detenía la embarcación para dar oportunidad a que las ballenas se nos acercarán.

Aunque en el primer día no tuve la oportunidad de tocar a las ballenas que pasaban a escasos centímetros de la lancha, si fue posible ver a las ballenas con sus ballenatos, los cuales son alimentados con alrededor de 200 litros de leche diariamente.

 ¡Oh sorpresa! la alimentación de los ballenatos no se da como en el resto de los mamíferos que se acercan a las glándulas mamarias de su madre para succionarle la leche, sino que en este caso la ballena le lanza a su crío “bolas” de leche. Sí, bolas de leche. La leche que producen las ballenas no es líquida sino que tiene una consistencia más sólida, como de mantequilla.

Las hembras tienen una cría cada dos años, después de 13 meses de gestación, es decir en años alternos; en uno quedan preñadas y al siguiente tienen a su crío, por lo que estos cetáceos son netamente mexicanos. Al nacer los ballenatos miden 4.5 metros y pesan en promedio de 750 kilos a 1 tonelada. Cuando abandonan la península los ballenatos pesan 1,750 kilogramos y miden de 5 a 7 metros de largo.

Por lo general los tours de avistamiento de ballena ofrecen el servicio en paquete con una duración de 3 horas en promedio, el cual puede incluir el recorrido en lancha, refrigerio, explicación sobre el comportamiento de las ballenas, pago del área natural, al encontrarse en una zona natural protegida.

Para visitar a las ballenas hay que abrigarse bien con suéteres o chamarras rompevientos, ya que por lo general en la zona el viento sopla muy fuerte, y el promedio en la temperatura es de 17 grados o menor. El clima casi siempre está nublado, y aunque llega a salir el sol se siente frío por la velocidad que lleva la lancha.

En nuestro segundo día partimos –“muertos de frío”- del embarcadero turístico del ejido “Benito Juárez”, al sur de la Laguna Ojo de Liebre en punto de las 7 de la mañana. Confiábamos en que tendríamos más suerte con las ballenas que el día anterior, y efectivamente así fue; porque aún cuando a mi parecer vino menos ballenas pudimos tocarlas y verlas en la etapa de enamoramiento. De acuerdo a los conocedores cuando las ballenas se dan marometas dentro del agua están en pleno coqueteo. Y eso era lo que estaban haciendo ¡a menos de dos metros de la lancha! provocando tanto movimiento en la embarcación que parecía que nos iban a voltear.

Estando parada la lancha, llegó un momento en que teníamos como cinco ballenas nadando alrededor de la lancha. Luego de unos minutos lo que tanto esperábamos, ¡por fin subieron a la superficie! Y se recargaban brevemente en la embarcación como si supieran que lo que deseábamos era acariciarlas. 

La ballena gris -endémica de México- tiende a observar un comportamiento “amistoso”, prueba de ello es que muchas de ellas buscan el contacto físico con las lanchas y los visitantes, incluso permiten que se les toque o acaricie, lo que hace posible el desarrollo de la actividad turístico-educativa, ya que concentra a turistas de todo el mundo. Se calcula que anualmente un millón de personas llega a este santuario ballenero para realizar avistamientos en la zona.

En las lagunas Ojo de Liebre, San Ignacio y más recientemente Bahía Magdalena existen compañías que ofrecen tours de avistamiento de ballenas (Prestadores de Servicios de Observación de Ballena Gris del ejido Benito Juárez, Punta Mariscal, Malarrimo, Campo Mariscal y Deserts & Sea Expeditions, entre otros) que siguen los lineamientos para gozar del espectáculo natural sin afectar a los mamíferos y que son reguladas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

La ballena gris ha dado una nueva visión a las actividades productivas sustentables en la zona, especialmente para las familias que habitan en las lagunas antes citadas, las cuales están involucrándose directamente con la oferta turística del avistamiento de ballenas.

A Guerrero Negro se puede llegar vía área, y el visitante se puede hospedar en los hoteles del poblado, la mayoría de los cuales se encuentran sobre la carretera transpeninsular, a unos cuantos minutos de los sitios donde se localizan los prestadores de servicios.

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