Campo Libre

Un viernes llorón y los organismos genéticamente modificados

Tiempos de llegar tarde a las citas y a todo lugar, no por premeditación, sino por la impredecibilidad del clima. Hoy las inundaciones aparecen donde menos se esperan y destrozan la circulación, de por sí torcida, de la gran urbe. Que dicho sea de paso, tiene un drenaje inútil y excesivamente contaminante.

Ver como corren los dígitos en el taxímetro, atrapado en un vehículo varado, secuestrado por el embotellamiento matutino, alimenta la angustia de la puntualidad y entume el bolsillo. Casi en automático viene a la mente el tema del cambio climático. Los noticieros no dejan de mencionar que estas contingencias son responsabilidad de ese engendro, creado por la ansiedad desarrollista de las sociedades industrializadas.

Bastaron 200 años de mercado e industrialización de las economías, para agotar las reservas de combustibles fósiles, depredar bosques y selvas y extraer las entrañas de la Tierra, en aras del progreso, la modernización y el desarrollo de la humanidad, con resultados dramáticos para la subsistencia de las especies. Por supuesto que el ser humano es de los más vulnerables.

Los procesos productivos de esas sociedades apresuraron los ciclos naturales, y si la vida en la Tierra se podría reproducir en santa paz durante los próximos mil millones de años; hoy se ve amenazada y las alteraciones son cada vez más preocupantes por su cotidianeidad.

Y esto liberó los demonios, que siempre han estado ahí agazapados, pero hoy se expresan con descaro. Se agudiza la miseria, el hambre, el desempleo, la migración, la inestabilidad, la simulación hermanada con la corrupción, el simplismo, el poder de facto, la indolencia y la avaricia. Aunque los dos primeros ya izaron banderas tan grandes que la estabilidad, inclusive de las naciones ricas, pende de un delgado hilo, y…

Por fortuna un atinado giro de volante, brusco pero atinado, libera al vehículo de la muralla motorizada, emisora de gases invisibles y envenenados, que tiene enfrente. Y burla la parálisis del tráfico, incursionando por calles llovidas, pero sin obstáculos. También, interrumpe la reflexión. Pero en fin.

¡Ufff! ¡Qué alivio! No hubo necesidad de hacer esperar a los científicos de la CIBIOGEM, ya dispuestos al desayuno, de alimentos tradicionales, refiérase esto a que no son transgénicos; de serlo lo habrían dicho. Las viandas son el preámbulo de la impartición del 3er Taller Nacional de Formación de Reporteros sobre Biotecnología y Bioseguridad de Organismos Científicamente Modificados, leído, explicado, proyectado y cuestionado, en el sobrado salón de duela desgastada y ambiente híbrido ciencia-periodismo.

Los expositores dieron lo mejor de su capacidad de expresión, para, en un esfuerzo de excedida  elocuencia y escasa imparcialidad, convencer a los reporteros, que respondieron con su asistencia a la convocatoria, de la importancia irrefutable que tiene el que hagan un periodismo especializado, responsable, objetivo, ético, bien informado, preciso y, sobre todo, imparcial; al tratar el tema de los organismos genéticamente modificados (OGM), que el vulgo los conoce como transgénicos.

Fueron seis horas de argumentación, que iniciaron con algún chistecito heterogéneo, que por su naturaleza incumplió su misión y el silencio fue la respuesta a la guasa.

Para no ruborizar las doctas exposiciones, quede como cita y testimonio sólo los datos duros, concepto que por sí mismo impone respeto, porque son como verdades de las verdades, inamovibles.

Primera exposición: en 2011 las solicitudes de liberación de semillas genéticamente modificadas suman 20 para maíz, 5 para algodón, una para soya y 8 para trigo. Y en este decir, como parte de la conclusión sugiere dos interrogante,  ¿cómo usar estas tecnologías genéticas en un país como México, tan biodiverso? ¿Y en todo caso qué puede aportar la biotecnología, para resolver los problemas nacionales?

Segunda exposición: los rendimientos de producción de maíz por hectárea en China son de 5.5 toneladas y en México 2.8. Se importa 7 millones de toneladas (21.5%), para satisfacer las necesidades del grano en el mercado nacional, que es de 32.5 millones de toneladas.

Se toma como referente este grano por ser el más controvertido en su modificación genética y ha sido el centro de las discusiones entre quienes se oponen a los OGM y el bando de los desarrolladores de éstos, sin que uno u otro haya cimentado su razón, lo suficientemente sólida, para hacerla irrefutable.

Quinta exposición: los rendimiento del cereal en China de 5.2 toneladas por hectárea y en México de 2.5. Se producen 26 millones de toneladas de maíz blanco, que en teoría es para consumo humano, y se importa 7% (2.2 millones de toneladas) de las necesidades del grano, que a nivel nacional es de 31.5 millones de toneladas.

La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), que es la encargada de la producción agropecuaria de este país, emitió información sobre los resultados de la cosecha de maíz, en la que precisa que fue de 25 millones de toneladas del grano, incluyendo blancos y amarillos.

Parte de esta exposición precisa que las semillas genéticamente modificadas representan una opción para elevar la producción en las parcelas de campesinos pobres. Aunque, por sus características y escaso desarrollo, esta tecnología aún es demasiado cara, como para que la adquieran esos sectores de la sociedad rural.

Y se acepta, además, que los OGM no son la solución a los dos problemas que más laceran a la humanidad en estos tiempos, y que tienen que ver directamente con el medio rural, que es donde se producen los alimentos: la pobreza extrema y el hambre.

¡Uuuuffff! Con este festival de números, resulta nada fácil la tarea de elegir la cifra para el análisis y, sobre todo, para cumplir con la recomendación e insistencia de hacer un periodismo especializado, científico, objetivo, fidedigno, especialmente para el tema de los organismos genéticamente modificados.

Dato relevante, es recordar que los OGM, se hacen en un laboratorio. De tal manera que el proceso de adaptación o manipulación genética de las semillas, que tradicionalmente ocupa varios años, con dicha tecnología se hace en días. Algo así como ganarle tiempo al tiempo para desarrollar a la humanidad, como lo que ha hecho la industrialización de los países, aunque esto no resuelva el problema vital del mundo, que es el hambre hermanada con la pobreza.

Lo que sí queda bien claro, es que esas semillas sólo las podrán, y pueden, producir las grandes empresas multinacionales que tienen la capacidad económica, para montar grandes laboratorios y “fábricas”, para su obtención.  No está por demás recordar el decir de Gustavo Esteva, en 1981: “quien domine la producción de alimentos, dominará al mundo”.

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JUAN DANELL SÁNCHEZ

*Reportero mexicano especializado en temas agropecuarios, indígenas, de derechos humanos y desarrollo sostenible. jdanell@hotmail.com

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