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Los jinetes del apocalipsis del mundo alimentario

Cambio climático, malnutrición y volatilidad de precios ponen en jaque a las naciones del orbe, dado su alto impacto económico, social y político. Esto sumado a la mayor concentración de habitantes en las ciudades del mundo, abre una serie de retos para la producción y abasto de alimentos. Sobre estos temas hablan expertos del Banco Mundial, la Cepal y el IFPRI.

Para adaptarse al cambio climático, que afecta diversos sectores productivos, especialmente la producción de alimentos, el Banco Mundial estima que a nivel global se necesitarán alrededor de 100 mil millones de dólares (mdd) y en el caso de América Latina entre 15 y 21 mil mdd por año.

El director del Departamento de Desarrollo Sustentable América Latina y el Caribe del organismo, EdeIjjasz-Vasquez, expuso que por el cambio climático, desde 1990, los fenómenos naturales son más intensos y las afectaciones en las personas han ido en aumento. Debido a este fenómeno, en el futuro, la producción agrícola disminuirá en el mundo y en países como Brasil, Argentina y México habrá bajas productivas del 10 al 15 por ciento; aunque son cambios que se esperan en 30 años, ya se están sintiendo. Esto traerá como consecuencia un aumento en el valor de la tierra agrícola.

Las implicaciones del cambio climático en el sector agropecuario y en la pobreza en América Latina hoy son graves, pero en el futuro será mucho más complicado. En Brasil, por ejemplo, hoy los más pobres viven en las regiones del Amazonas y Nordeste, que serán las más afectadas por el fenómeno, “por lo que serán aun más pobres en el futuro”.

En su análisis, EdeIjjasz-Vasquez también señaló que la pobreza en América Latina ha disminuido de manera muy importante, al pasar de 48 a 32 por ciento de 1990 a 2010, es decir 73 millones de personas “escaparon” de la pobreza; pero lamentablemente junto con el Caribe continúan siendo las regiones con más desigualdad del mundo, donde la mayor parte de la pobreza se concentra en zonas rurales.

La clase media latinoamericana –añadió– creció de manera significativa y hoy representa entre 25 y 30 por ciento de la población, lo cual tiene implicaciones respecto a su dieta alimentaria, su relación con el medio ambiente, donde el sector agropecuario tiene un papel relevante.

En tanto, Shenggen Fan, director general del Instituto internacional de investigación sobre políticas alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés), puntualizó que tan sólo para adaptar la agricultura al cambio climático se requieren 7 mil mdd.

Muchos países –expuso– enfrentan escasez de agua, principalmente los más pobres, por lo que si hacia el 2050 no cambiamos políticas para el uso de este recurso, 52 por ciento de la población mundial enfrentará una alta restricción, las áreas de riego serán las más afectadas, que de hecho ya las estamos perdiendo. Hay una fuerte correlación –sentenció– entre degradación de tierra y desarrollo económico y México no es la excepción.

El jinete de la malnutrición

Al hablar sobre el tema de la malnutrición que persiste en el mundo, Shenggen Fan precisó que este flagelo tiene un costo muy alto, al generar pérdidas por 30 mil millones de dólares (mdd), principalmente en 50 países que tienen fuertes problemas de alimentación.

Por ejemplo, en India el impacto económico derivados de los problemas de malnutrición es de 17 mil mdd; cuando con 5 por ciento de esto se podría resolver este flagelo.

La desnutrición en niños –puntualizó– coexiste en la actualidad con obesidad, enfermedades crónicas relacionadas y su costo es alto, porque genera pérdidas en el PIB de las naciones.

Refirió que en México 60 por ciento de la población tiene algún problema de sobrepeso y obesidad, mientras que en China 40 por ciento de los niños registran estos males. Esto genera el desarrollando enfermedades como diabetes o problemas cardiacos.

El jinete de la volatilidad de los precios

EdeIjjasz-Vasquez anotó que en el periodo 2006-2011 el consumo mundial de cereales creció 2.3 por ciento; mientras que la producción se incrementó 1.8 por ciento, y los precios son más altos y volátiles. Por ejemplo, el maíz y el trigo, aumentaron 45 y 50 por ciento, respectivamente, desde mediados de junio del presente año.

“Los precios son como una montaña rusa, son muy volátiles”, subrayó Shenggen Fan, quien remarcó que esto afecta a productores y consumidores, ya que los agricultores no tienen acceso a infraestructura y mercados donde los precios son mayores.

México –consideró– ha tenido papel importante en coordinación de precios en el ámbito global, sin embargo, se necesitan reformas continúas para garantizar la seguridad alimentaria. El G20 es responsable de 20 por ciento de producción de alimentos y se requieren compromisos y acciones que ayuden a reducción de precio en lugar de ensacerbar la volatilidad.

El experto sugirió crear reservas de emergencias, sin afectar el precio, asegurar un sistema de reserva de granos, formar redes globales de almacenamiento, lo cual ayuda que los precios no se incrementen vertiginosamente. Mexico debería tomar el liderazgo para redes de almacenamiento regional en América Latina y seguir apoyando transparencia y el libre comercio.

Hay que dejar de establecer cuotas de exportación –advirtió– que generan hambre en los países vecinos y detener producción de biocombustibles basada en granos, porque esto aumentará los precios de alimentos.

Octavio Sotomayor, representante de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) expresó que el mundo se ha transformado en algo impredecible, existen problemas climáticos, la agricultura se ha convertido en un bien sujeto a especulaciones financieras, es muy difícil saber lo que va a pasar. Sin embargo, acotó, esto ha tenido un componente positivo, ya que la agricultura ha vuelto a ser parte del debate político mundial y ha tomado un lugar importante.

Los líderes mundiales tienen claro que va haber volatilidad y es probable que los precios se mantengan altos, paradójicamente eso es una buena noticia para los países de la región en la medida que se vayan insertando en las exportadores, aseveró el oficial de Asuntos económicos de la Unidad de Desarrollo Agrícola de la Cepal.

Los gobernantes del mundo –resaltó– se han dado cuenta que el tema del hambre es sensible y, por lo tanto, están teniendo más atención, esto implica más fondos para mejorar rendimientos, para la estabilización de precios, se están implementando nuevas medidas tendiente a ser un mundo más seguro en alimentos.

Del campo a las ciudades del mundo

Los expertos destacaron que el reto es en dónde vamos a producir los alimentos necesarios para una población creciente, porque se espera que en 2050 habrá 9.3 mil millones de habitantes en el planeta, lo que propiciará una demanda global de alimentos del 60 por ciento.

En este sentido indicaron que hoy cerca de 50 por ciento de población de mundo vive hoy en ciudades, cifra que aumentara al 70 por ciento en el ámbito global y del orden del 80 por ciento en México y los Estados Unidos. El reto es que estos centros urbanos tendrán mayores requerimientos alimentarios.

En la actualidad hay una mayor demanda de alimentos en países emergentes y desarrollados, por lo que 20 por ciento de la población con mayor ingreso consume el doble de carne respecto al 20 por ciento con ingreso inferior.

Las economías del mundo están interconectadas y algunos países de América Latina se están vinculando cada vez más con China, como proveedores de alimentos, dado que en esa nación cada año 13 millones de personas migran de zonas rurales a urbanas y su dieta cambia por completo, el consumo de arroz se reduce a una tercera parte y crece el consumo de vegetales y carne. Esto abre oportunidades para los países latinoamericano, que hay que aprovechar.

Octavio Sotomayor destacó que hay una complementación estratégica entre China y América Latina, que se ha convertido en la principal región exportadora de alimentos al mundo. Los chinos se han dado cuenta que necesitan de este continente para su seguridad alimentaria, son mil 300 millones de habitantes y 300 son clase media.

Representantes de China visitaron las oficinas de la Cepal en Chile y para plantearon crear un foro de ministros de agricultura de América Latina y China, ofrecieron un fondo de 500 mil toneladas para emergencia de seguridad alimentaria, un programa de 50 millones de dólares para la creación de cinco centros de investigación chino-latinoamericano en la región y un programa de intercambio para 500 expertos latinoamericanos vayan a estudiar a China. Esto se podría implementar a partir del próximo año.

Los expertos participaron en el Foro Global Agroalimentario, organizado por el CNA, donde también hablaron de que los países del mundo buscan cómo lograr un crecimiento para salir de la pobreza de manera sustentable; de la necesidad de que los precios de petróleo y la expansión de biocombustibles no impacten el costo de los alimentos; de acelerar la inversión, especialmente en pequeños productores; de escalar redes de seguridad social para proteger a pobres y grupos vulnerables; de mejorar coordinación global para disminuir volatilidad; de invertir en agricultura e infraestructura rural para productores pequeños.

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