Galería principal

Tierra seca

Juan Danell Sánchez

Un airecillo caliente corta, a su paso, las carnes sudadas expuestas a pleno Sol; ya no tiene sentido cargar la mano sobre el arado, para hundirlo en la tierra. La tierra está quebrada en un espejo seco, gris, con grietas profundas que llevan a ningún lugar. Huyeron los grillos y las chicharras. Las ratas almizcleras migraron a lugares con humedad suficiente que anuncie vida. Las madrigueras quedaron abandonadas, ya no existe postor por ellas: son hornazas que atentan, en lugar de proteger.

La tierra está seca. Endurecida, a grado tal que no recibe huella alguna. Y no tarda en dejarse llevar por los arrebatos de ese airecillo calcinante, que ya tiene historia para los hombres, en la historia de los hombres, y que éstos han ignorado con soberbia, con indiferencia despiadada, pese a las muertes, a la desolación, al hambre y la miseria recalcitrante, que traen consigo.

Doscientas sequías severas, por prolongadas y calientes, quizá una sola de registro sui géneris, marcan el tiempo de los tiempos en el devenir de la sociedad actual, en este nuestro México moderno, pujante en los foros internacionales, metido a calzador en los círculos de naciones industrializadas, que o no entiende o no quiere entender, en ambos casos es grave el asunto, que estos fenómenos naturales exigen de medidas de largo plazo y respeto al equilibrio del proceso natural de la vida.

En México los bosques y las selvas se talaron… ¿Será que se siguen talando? a un ritmo de 600 mil hectáreas por año, de acuerdo a las estadísticas más conservadoras (que son las oficiales), y por cada árbol derribado por las empresas madereras, sean de aquí o de allá, para el caso es lo mismo. Se ahuyentaron las lluvias, se castraron las recargas de los acuíferos, se canceló la oportunidad de sembrar, de cultivar las tierras abrevadas por el temporal, se alimentó la hambruna, la desesperanza de los hombres que viven del campo y alimentan a los hombres urbanos.

Las cosechas dejaron de valer, como dicen hoy los campesinos que trampean trenes para llegar al engaño del Norte, en busca de sobrevivencia a toda costa. Las lluvias, pa’saber si vuelven. Y lo único cierto es que la familia come, vive, necesita vivir. Y eso cuesta, salga de la cosecha o del jornal, pero cuesta.

Y la sociedad en su conjunto, guste o no, depende del campo, de la producción de alimentos y del sector primario; el mismo que le arranca a la naturaleza las materias primas para que viva la industria y el mercado. Hoy concebidos, ambos, como el pecado original en la evolución de la especie humana, por depredadores del hábitat.

En México, los recursos hídricos del Norte, que son los más pobres, se sobre explotaron a grado tal que hoy la región apunta a ser un páramo. Las expresiones y pronósticos derivadas del cambio climático, así lo dejan ver. Sin embargo, 80 por ciento de las lluvias y 37 por ciento de los cuerpos de agua aprovechables para la agricultura, se concentran en el Sur Sureste del país, sin que se aprovechen, no sólo para producir los alimentos básicos que necesita el país, sin para hacer crecer al país en este rubro.

Y una vez más la sequía hace crisis en los mexicanos, como lo hizo hace 500 años, con los mismos signos: escasez, hambre, carestía, inconformidad, migración, indolencia, simulación e importaciones de alimentos, esto último como una moda impuesta por los gobiernos post coloniales, y que, hoy día, es una regla para evadir la responsabilidad de estructurar medidas y políticas que dejen de ser calmantes, ante un fenómeno natural histórico, que exige de acciones de largo plazo y desarrollo de infraestructura hidráulica, ambiental y de comunicaciones: presas, embalses, redes hidráulicas de alta eficiencia, caminos, centros de acopio, maquinaria, tecnología para riego, provisión de insumos y financiamiento suficiente y oportuno.

Vaya, para el desarrollo, no todo es industria y mercado. Hace falta inteligencia y sentido común.

Mostrar más

JUAN DANELL SÁNCHEZ

*Reportero mexicano especializado en temas agropecuarios, indígenas, de derechos humanos y desarrollo sostenible. jdanell@hotmail.com

Articulos Recientes

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button