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Gobiernos actúan por la salud de empresas de alimentos chatarra

Marion Nestle, reconocida investigadora y la voz más reconocidas en Estados Unidos en torno a la política en alimentos y nutrición, habló sobre la estrecha relación que existe entre la industria de alimentos y bebidas y los gobiernos, que influye directamente en las políticas públicas sobre obesidad y diabetes.

De acuerdo a sus investigaciones, la gente empezó a consumir más comida chatarra y refresco no por decisión propia, sino por la gran influencia que ha tenido la industria alimentaria en los gobiernos y políticas públicas que han creado en conjunto un ambiente propicio para un aumento en su consumo, incorporándose a la cultura mexicana y atacando sobre todo a la población más vulnerable.

La estrecha relación entre las grandes corporaciones de refresco y de comida chatarra con el gobierno, éstos están actuando más por la salud de las empresas que por la salud de la población.

Esa es la razón por la que no se impulsan regulaciones más fuertes, como por ejemplo un etiquetado frontal de semáforo, que lograría la disminución de compra de un producto que tuviera una alerta en rojo. Este tipo de etiquetas se logran sólo en los países, donde el ministerio de salud y los gobiernos han decidido privilegiar el derecho a la salud de su población por encima de los beneficios industriales.

La industria está dispuesta a hacer cualquier cosa, cueste lo que cueste, por seguir en el ‘gusto’ de sus consumidores. Los miles de millones de dólares con los que cuentan las refresqueras para hacer campañas van dirigidos completamente a ganar cada día más y su gasto contempla cabilderos en las cámaras legislativas, aportaciones para campañas políticas, enormes estrategias de mercadeo y precios muy accesibles para la población, sobre todo la rural e indígena.

En México, las corporaciones de refresco están reaccionando fuertemente contra el impuesto que se le ha aplicado al refresco y han puesto mayor énfasis en su gran capacidad de mercadeo. Así, realizan campañas sumamente exitosas como nombres en las latas que son atractivas, no sólo para los adultos, sino para los niños, que se sienten identificados con la marca, o el lanzamiento de sus productos, como Coca-Life, que se pretende vender como saludable, colocándose en los anaqueles de supermercados en el mismo lugar que las frutas y las verduras, lo que da como imagen de que se trata de un producto sano. Este tipo de estrategias son las que el propio gobierno no debería permitir.

La influencia de estas grandes empresas no va únicamente a los gobiernos sino inclusive utilizan formas y herramientas para llegar también con los especialistas en el tema y la academia. De esta manera, patrocinan foros, investigaciones científicas, invitan a expertos a congresos internacionales, etc. La consecuencia de esta situación es que algunos especialistas en salud y nutrición han llevado su discurso hacia que el consumo de refrescos no es malo para la salud, sino que sólo depende de las cantidades que se tomen. ‘Si es poco está bien’, declaran. Inclusive organismos reconocidos como la American Society for Nutrition ha permitido que su reunión anual sea patrocinada por Pepsico.

La sociedad civil necesita exhibir y denunciar a las instituciones y gobiernos que siguen en contubernio con la industria refresquera y de alimentos, y estas mismas instituciones deben deshacerse de esos vínculos al reflexionar que la salud pública debe ser radical y democrática siempre llevando como meta la salud de todos. Se necesita dar una batalla frontal hacia las artimañas de la industria y al mismo tiempo elaborar campañas de sensibilización para la población. Es la única forma de lograr cambios.

Fuente: El Poder del Consumidor

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