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Viraje hacia la agricultura biorracional

Grandes empresas aplican “estándares secundarios” sobre residuos de agroquímicos en alimentos; son más estrictos que los internacionales.

La tendencia global es virar hacia una agricultura biorracional, debido a la mayor conciencia de los consumidores, a la resistencia que muestran plagas y enfermedades a productos químicos y, sobre todo a la mayor exigencia de las empresas, que a través estándares secundarios, demandan productos agrícolas que garanticen inocuidad al consumidor.

“Quien va a poner las reglas del juego no son las normas de los países, EPA o la FDA, sino las compañías a las que se les quiera vender, son las que van a determinarlas y cada quien sabe si le entra o no. Dentro de poco habrá muchas normas secundarias. Esto es una tendencia global y obligará a los países a revisar los niveles de residuos que se exigen como norma estándar”, expresó el gerente estratégico de negocio para productos biológicos y cultivos frutales y ornamentales de Bayer CropScience, Jorge Estrada Berg Ortiz.

Firmas como Pepsico y Nestlé fijan estándares secundarios, por lo que si la norma de un país indica 10 partes por millón en determinado cultivo, la de estas empresas es de 2 partes por millón, muy por debajo del estándar internacional. “Esto está propiciando que los agricultores estén buscando nuevas alternativas de producción con bajos residuos químicos”, recalcó.

Las empresas –añade– simplemente no compran productos que no cumplan los estándares secundarios, porque no quieren tener una demanda por parte de un consumidor. Incluso, a las empresas certificadas como orgánicas que exportan a la Unión Europea o los Estados Unidos se están orientando a tener cero residuos, esa es la tendencia.

Antes este escenario, una alternativa es la agricultura biorrracional, que no depende únicamente de productos químicos, sino que emplea alternativas naturales u orgánicas, por lo que estas dos formas de producción pueden coexistir.

Esto, explicó Berg Ortiz responde a la necesidad de buscar alternativas naturales, debido a la conciencia pública, cada vez más fuerte, sobre el uso de agroquímicos y sus residuos en alimentos. Además, desde hace años el uso de estos productos ha llevado a algunos problemas de resistencia y para prolongar el tiempo de vida de algunas moléculas de todas las compañías, la alternativa ha sido buscar la combinación con otros productos, y los biológicos encajan perfectamente, al ser compuestos naturales que difícilmente van a generar resistencia.

La perspectiva –subrayó– es que existirá una coexistencia y llegará un punto en el que si bien no podamos depender al 100 por ciento de productos químicos, tampoco se podrán utilizar únicamente productos orgánicos, esto bajo esquemas de agricultura convencional. “No toda la agricultura va poder migrar a lo orgánico, por lo que el resto de la agricultura convencional migrará a la agricultura biorracional”.

Las fincas que estén certificadas como orgánicas podrán seguir sin problema, ya que aunque el costo de un producto orgánico es de 30 a 40 por ciento más, el consumidor está dispuesto a pagarlo.

Epazote contra las plagas

Berg Ortiz destacó que ante esta perspectiva hace dos años Bayer adquirió la empresa AgroQuest, que desarrolla productos biológicos, entres ellos un insecticida cuya base es el extracto de epazote (Réquiem) y un fungicida que emplea una bacteria que combate hongos (Serenade) en cultivos agrícolas.

El epazote es una planta que se usaba en la cocina mexicana desde épocas prehispánicas. Con el tiempo se observó que a ésta no le afectaba las plagas y los investigadores descubrieron que contiene perpenos en alta concentración, que son compuestos volátiles que brindan poder insecticida a la planta, que a diferencia de otras sustancias no es repelente, sino que mata a los insectos.

Bayer –detalló Berg Ortiz– desarrolló un producto de aplicación foliar que permite controlar trips, psílidos y pulgones, que genera una capa sobre el cuerpo de insectos chupadores, que no los deja alimentarse, y al adherirse a sus tráqueas no les permite respirar. Los perpenos degradan la cubierta del insecto (quitina) y genera orificios en su piel y se desangran. Algunos insectos (trips, ninfas, mosca blanca y de psílidos), se quedan pegados a la planta y al no poder moverse ni alimentarse, mueren desangrados o por inanición.

Jorge Estrada resaltó que el producto tiene una eficacia que puede llegar hasta 80 por ciento en la segunda aplicación. Hay químicos que sólo permiten hacer tres o cuatro aplicaciones, por sus residuos y persistencia en el ambiente, y con este producto se pueden tener hasta 30 aplicaciones por año.

El producto es 98.98 orgánico, pero por tener un ingrediente de la formulación, clave para el producto que no es sustituible, no se puede obtener la Organic Materials Review Institute (OMRI), que es la única certificación que le falta para ser totalmente orgánico.

Bacteria contra hongos

En los años 90 en Washington, un investigador observó la bacteria Bacillus subtilis y descubrió que desarrollaba cantidades inusuales de proteínas, las cuales tienen efectos contra hongos y bacterias.

La bacteria que habita el suelo, se fija a las raíces de las plantas, genera proteínas y no permite que otros hongos y bacterias se acerquen; además ayuda a absorber mejor los nutrientes y genera hormonas que estimulan el crecimiento de la planta.

En hortalizas, recalcó Jorge Estrada, esta bacteria ataca tizón temprano, es eficaz contra cenicillas y antracnosis en el caso de frutales y contra Sigatoka negra en banano; en follajes, contra fusarium; tiene efecto contra Oomicetos y roya en papa. En otros países tuvo efecto contra tizón tardío, un hongo muy agresivo. Su intervalo de seguridad es de dos horas antes de cosechar.

En hortalizas –apuntó– puede ayudar a adelantar el desarrollo de la planta. El año pasado en algunas parcelas que se hicieron en Culiacán se ganó de una semana a quince días en el inicio de la floración de jitomate, que puede ser una ventaja competitiva en la fase de comercialización.

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En México 20 por ciento de los agricultores son comerciales, es decir entre 1.5 millones y 2 millones de productores, de acuerdo con los datos del INEGI, donde 20 por ciento de éstos se dedica a la agricultura orgánica, quienes en su mayoría exportan sus productos.

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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