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Compras públicas, innovadora política para erradicar el hambre

Santiago de Chile.– Una de las herramientas novedosas que está dando buenos resultados en la lucha contra el hambre en América Latina y el Caribe son los programas de compras públicas de alimentos a la agricultura familiar, señaló hoy la FAO.

Una nueva publicación de la FAO, Compras públicas a la agricultura familiar y la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, recoge lecciones aprendidas y experiencias exitosas en diversos países de la región, que muestran la efectividad de esta política pública, entregando valiosa información para que otros países la repliquen.

Según la FAO, los programas de compras públicas permiten crear un círculo virtuoso entre la agricultura familiar, los mercados locales, los programas de asistencia del gobierno y los consumidores, generando beneficios para todos.

“En los últimos años, estos programas han pasado a ser una parte integral de las políticas de seguridad alimentaria y nutricional de la región, ya que permiten garantizar el derecho a la alimentación, mejorar la vida de los más vulnerables y promocionar el desarrollo local”, señalo el Representante Regional de la FAO, Raúl Benítez.

Además de lo anterior, los programas de compras públicas  fomentan mejores hábitos de alimentación, generan nuevos mercados para la agricultura familiar, estimulando la articulación de políticas públicas.

El libro de la FAO señala que estos programas de compras permiten mejorar la participación social, diversificar la producción de alimentos, potenciando los ingresos y calidad de vida de los pequeños agricultores.

Además, mejoran la diversidad y calidad de alimentos frescos que consumen las poblaciones más vulnerables, proveyendo comida saludable a los niños y niñas que participan de los programas de  alimentación escolar, los hospitales públicos y otras instituciones similares.

Los programas de compras en América Latina y el Caribe

El libro, producido por el Programa de Cooperación Brasil-FAO, entrega una visión amplia de las contribuciones de las compras a la agricultura familiar como una eficiente política pública de desarrollo.

En la actualidad, Brasil y Uruguay tienen leyes de compras públicas a la agricultura familiar, mientras que otros países, como Ecuador y Paraguay, tienen decretos legales que regulan estas adquisiciones.

Brasil posee dos programas de compras públicas a la agricultura familiar: el Programa de Adquisición de Alimentos (PAA), que funciona desde 2003, y el programa de compras vinculado al Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE), vigente desde el año 2009. Juntos, benefician unos 450 mil agricultores familiares por año, lo que proporciona una inyección anual de recursos de USD 700 millones en eso sector, proveyendo alimentos sanos a 65 millones de personas.

En Ecuador, más de mil familias de la agricultura familiar participan vendiendo frutas frescas a un programa público de compras alimentarias coordinado por el Instituto de Provisión de Alimentos. El valor invertido en el sector con esas compras llegó a USD 2,6 millones de dólares en el año 2014, algo inédito en el país.

En El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras 127 organizaciones de agricultores participan del programa Compras para el Progreso, gestionado por el Programa Mundial de Alimentos, el cual trabaja con más de veintiséis mil agricultores de forma directa, consiguiendo contratos de compra por más de 28,000 toneladas de granos básicos desde el año 2009.

Una forma de reducir costos

Las compras públicas a la agricultura familiar pueden significar una reducción en los costos de las raciones que compran los estados para sus programas de asistencia social y alimentación escolar, gracias a menores gastos en transportes.

En una intervención piloto realizado en Paraguay, con el mismo presupuesto se incrementó la cobertura de alimentación escolar de 4.500 raciones a 7.000 raciones, solo por comprar a agricultores familiares.

 ¿Por qué comprar a la agricultura familiar?

El estudio de la FAO analiza aspectos estructurales de la demanda y  oferta, temas institucionales, los acuerdos, legislación y modelos de gestión que garantizan la eficiencia, equidad y transparencia de estos programas.

Además presenta diez lecciones aprendidas por las experiencias que ya están en marcha en en América Latina y el Caribe, que sirven como directrices para los países que quieran crear o mejorar sus propios programas de compras públicas.

  1. Son un instrumento para fortalecer y garantizar el derecho humano a la alimentación adecuada
  2. Son una política que mejora la atención de las personas más vulnerables
  3. Promocionan el desarrollo local y fortalecen los “circuitos cortos” de comercialización
  4. Contribuyen a la formación de hábitos alimentarios saludables
  5. Permite la apertura de nuevos mercados a la agricultura familiar
  6. Hace que los marcos legales y normativas de las compras sean más justos
  7. Estimula la articulación de políticas públicas
  8. Son un factor de ampliación de la participación social
  9. Amplían la visibilidad de la agricultura familiar en la sociedad
  10. Contribuyen a la diversificación de la producción de alimentos
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