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De los males, el peor

Para los grandes productores de ganado bovino el horizonte de aquí al 2020 es de vacas gordas: para el capital humano, léase trabajadores del campo y la ciudad, reses anémicas; jóvenes famélicos y por ello improductivos.

México registra hoy más de siete millones de los llamados ninis, jóvenes de entre 15 y 29 años catalogados así porque ni estudian, ni trabajan, y que son resultado de las recurrentes crisis económicas de los últimos 40 años.

A este preocupante fenómeno, que es mundial y que ya es abordado por la Organización de la Naciones Unidas (ONU) y que alcanza una cifra de 39 millones de personas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lo calificó como “inaceptable desperdicio de capital humano” que bien se puede entender como seres humanos que no sirven para algo; pero esto, en el caso de México, no es la peor amenaza para el desarrollo del país.

El futuro mexicano en este tema, capital humano, tiene retos que debieran y pudieran ser solucionados desde ahora y que sin embargo no se incorporan a la agenda nacional con la importancia que exigen. Uno de los más importantes, y prioritario, es la alimentación de las que serán las generaciones próximas, empezando por la actual.

¿Cómo es esto? Empecemos por citar lo que recientemente planteó la OCDE sobre el tema de los ninis: de la cifra a nivel mundial, a México le corresponde 17.9 por ciento del total, que es bastante elevado si consideramos los 198 países que tiene el planeta.

El organismo internacional considera que esos jóvenes representan una carga potencial para sus países y la razón de ello es que significan menor recaudación fiscal, pagos más elevados de seguridad social, e inestabilidad; que pueden incrementarse cuando parte de la población se encuentra desempleada, afectada moralmente y desnutrida.

Para superar esta problemática la OCDE reconoce que serán necesarios varios años, en los que los jóvenes que egresen de la educación media superior y superior deberán contar con una amplia gama de competencias cognitivas, sociales y emocionales. Y para lograr esto es necesaria una buena alimentación, entre lo más importante.

Escenario nada sencillo, sobre todo para los países en desarrollo, y en particular para México, donde además de la situación de la economía, que nada más no despega, y la inseguridad que va de mal en peor, por decirlo de manera coloquial, coexisten incongruencias estructurales que pasan desapercibidas y que afectan directamente al futuro del país.

En este escenario destaca el tema del abasto nacional. Y aquí vale un breve comentario: los países desarrollados, sean o no productores agropecuarios potenciales, primero garantizan la satisfacción doméstica, interna, de básicos y luego exportan los excedentes o comercializan lo que compran a otros países. Esto responde a un principio fundamental del desarrollo humano; un pueblo bien alimentado es un pueblo apto para desarrollar todas sus capacidades intelectuales, creativas y productivas, en plenitud.

En el caso de México, esa máxima no existe, o cuando menos las políticas gubernamentales no la dejan ver. En las metas desarrollistas de los gobiernos mexicanos se privilegia la inserción de los productos nacionales en el mercado internacional, sin medir las consecuencias que esto puede tener en el mediano y largo plazos, para el crecimiento del país.

Para explicar esto analicemos uno de los subsectores alimentarios más importantes en la generación de capital humano; la producción de proteína de origen animal que tiene la mayor aportación de nutrientes en la alimentación de los seres humanos para su mejor desarrollo.

En este sentido la Sagarpa reconoce que los diferentes alimentos de origen animal, las carnes, leche y huevo, proveen nutrientes esenciales, contribuyendo con 15% del total de la energía alimentaria y 25% de las proteínas de la dieta humana.

La FAO precisa que para combatir de manera eficaz la malnutrición y la subnutrición, deben suministrarse 20 gramos de proteína animal per cápita al día, o 7.3 kg al año. Esto puede lograrse mediante un consumo anual de 33 kg de carne magra o 45 kg de pescado o 60 kg de huevos o 230 kg de leche.

En México se consumen alrededor de 1.9 millones de toneladas anuales de carne de bovino, lo que significa un consumo per cápita cercano a los 17 kg, es decir, la mitad de la recomendación de la FAO: no obstante que hoy México se ubica en el segundo lugar mundial en exportación de ganado en pie y en el sexto lugar como productor de carne de res, y el valor de nuestras exportaciones de carne se incrementaron en un año, más del 40 por ciento.

Y esto es posible gracias a que en México prácticamente la mitad de su territorio, hablamos de más de 100 millones de hectáreas, son de agostadero, es decir, aptas para la ganadería, y el gobierno Federal destina más de 7,000 millones de pesos anuales en apoyos a esta actividad.

El tema aquí es que existe un evidente déficit, aún visto en términos per cápita y aunque las autoridades lo nieguen, en el consumo necesario de carne de res para cumplir con los estándares alimentarios internacionales que permitan un mejor desarrollo intelectual y productivo de los mexicanos.

Esto se agrava por el hecho de que a mayor exportación y demanda mundial de carne, los precios de este alimento también se elevan y eso imposibilita a las familias de bajos ingresos, que en el caso de México representan más de la mitad de la población, para consumirla porque no les alcanza para comprarla con el salario que reciben.

La consecuencia inmediata y a futuro de esto es que ese amplio sector de la población se reproduce con evidentes deficiencias nutricionales y ello repercute directamente en su desarrollo humano. Y es precisamente aquí, en este segmento social, donde se concentra la población de ninis, cuyo horizonte se ve cercenado por la actual situación del país y las posibilidades de que esto cambie se ven cada vez más lejanas.

Para los grandes productores de ganado bovino el horizonte de aquí al 2020 es de vacas gordas: para el capital humano, léase trabajadores del campo y la ciudad, reses anémicas; jóvenes famélicos y por ello improductivos.

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JUAN DANELL SÁNCHEZ

*Reportero mexicano especializado en temas agropecuarios, indígenas, de derechos humanos y desarrollo sostenible. jdanell@hotmail.com

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