Ciencia y Tecnología

Experimenta INIFAP semioquímicos para control de plagas

Guillermo Sánchez Martínez, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), trabaja en un proyecto sobre la identificación de volátiles de plantas y semioquímicos de insectos, compuestos con propiedades que pueden ser utilizados en el monitoreo y control de plagas agrícolas y forestales.

“Los semioquímicos son compuestos químicos volátiles que desprenden las plantas y los insectos e intervienen en la comunicación entre los insectos. Los insectos se comunican a través de las antenas y de esa manera identifican las plantas que van a atacar, los que atacan en grupo utilizan compuestos para comunicarse entre ellos y dirigirse hacia donde están las plantas. A la vez, cuando van a culminar un ataque, utilizan compuestos para dar señales de que las plantas ya están atacadas y que otros insectos vayan hacia otros lugares a buscar otros terrenos”, comentó el investigador .

Indicó que la primera fase del proyecto consistió en identificar esos compuestos para, posteriormente, realizar pruebas en laboratorio y observar la respuesta de los insectos hacia los mismos. Esto se lleva a cabo mediante un análisis de electroantenografía: se utilizan las antenas de los insectos, las cuales se exponen a los compuestos y emiten reacciones electrofisiológicas, se registran los resultados, información que es aprovechada para seleccionar los compuestos potencialmente útiles, y después se evalúan en campo para ver si el insecto es atraído o rechazado.

“Se seleccionaron tres cultivos estratégicos de importancia nacional. Tenemos la guayaba, donde estamos estudiando los compuestos volátiles asociados con el picudo de la guayaba; y también tenemos el nopal y chiles, también estamos estudiando tanto los compuestos que se liberan en la planta de chile en diversas etapas fenológicas, como el picudo del chile”, detalló.

Experimento en progreso

El proyecto de investigación se encuentra en su tercer año de desarrollo. La primera fase fue para extraer e identificar los compuestos liberados por los hospederos e insectos; en la segunda, se trabajó en la extracción y el análisis de algunos compuestos; y en la tercera, se han enfocado en el estudio de la respuesta de los insectos a nivel laboratorio por medio de la electroantenografía, y se han llevado a cabo algunos experimentos de campo para probar algunos compuestos seleccionados.

“Tenemos algunos avances importantes. En chile, por ejemplo, en campo ya se capturaron insectos con compuestos que nosotros determinamos. En guayaba, también se aislaron componentes que se sabe que tienen un efecto en la comunicación, y allí hemos tenido respuestas ambiguas que necesitamos refinar, pero tenemos lo básico ya identificado”, mencionó.

Precisó que en campo todavía no se concluye el proceso de evaluación, mientras que a nivel laboratorio ya se ha logrado tener caracterizados muchos compuestos, los cuales han sido verificados en bases de datos para determinar que son semioquímicos y tienen una función de comunicación, reacción que también se ha comprobado con pruebas de antenografía.

“Lo que buscamos es desarrollar un producto de tecnología mexicana que pueda servir para utilizarse en este tipo de plagas que seleccionamos, utilizarse para monitorear su presencia, sus niveles de población, o bien para usar como antiagregantes para desorientar a los insectos y que disminuyan los ataques en los cultivos”, expresó.

Finalmente, el investigador del INIFAP explicó que existen diferentes dispositivos que se pueden emplear para la liberación de los semioquímicos: uno de ellos son las llamadas cápsulas burbuja, que en su interior contienen algunos mililitros diluidos del compuesto seleccionado, el cual se libera en el ambiente en cantidades nanométricas que los insectos son capaces de detectar a grandes distancias; hay otro que se coloca en una microhojuela y se aplica de manera aérea. La ventaja de esta tecnología es que no es contaminante, no tiene efectos en ninguna otra especie no objetiva y, al ser inocua, no hay riesgo para la salud del personal que la aplica ni para el consumidor.

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