Internacionales

Globalización genera deficiencia e inequidad en distribución de alimentos

El hambre no es más un problema de escasez de alimentos, sino de serias deficiencias e inequidades en la distribución de los mismos, situación que se ha complejizado con el avance de la globalización.

El comercio global de productos básicos agrícolas se caracteriza por la presencia de largas cadenas de suministro que afectan las capacidades de las poblaciones locales para producir y consumir sus propios alimentos.

Los sistemas alimentarios actuales, hiperconectados e interdependientes, no han sido capaces de responder al principal desafío para la seguridad alimentaria y nutricional de la región: facilitar el acceso de toda la población a alimentos frescos, sanos y nutritivos.

Claramente la agricultura familiar se enfrenta a mercados con alto grado de imperfecciones que no sólo dificultan el acceso, sino que muchas veces remuneran mal y reproducen estructuras de dominación que entorpecen las innovaciones en los territorios rurales.

Pero no sólo los productores son excluidos en los sistemas alimentarios: los consumidores, específicamente los más pobres, cada vez tienen más dificultades para acceder a una alimentación adecuada.

La globalización del comercio alimentario ha afectado las dietas locales tradicionales, favoreciendo la invasión de alimentos ultraprocesados, cuyas ventas aumentaron un 48% en la región sólo entre 2000 y 2013, según estimaciones de la FAO. Esto implica alrededor del 16% de las ventas locales de alimentos y además un crecimiento anual por encima del promedio mundial.

Como consecuencia, diversos territorios se han convertido en verdaderos desiertos alimentarios, al ofrecer un acceso limitado a alimentos frescos y nutritivos, contribuyendo así a grandes cambios en los hábitos de consumo y perpetuando los ciclos de pobreza y desigualdad. De esta forma, nuestra región se enfrenta a las dos caras de la malnutrición: el hambre y el sobrepeso y obesidad.

Mejorar las formas de comercialización y distribución de los alimentos es una condición clave para alcanzar el desarrollo sostenible de las áreas rurales y urbanas.

La FAO ha tomado este desafío como una de sus prioridades, resaltando el potencial de las familias rurales en la construcción de sistemas alimentarios más inclusivos, eficientes y que favorezcan una nutrición adecuada para todos.

Los mercados, entendidos como resultado de procesos de construcción social, son permeables a las fuerzas sociales, las políticas públicas y la acción colectiva.

Con compromiso político y participación de todos los actores, los mercados y los sistemas alimentarios pueden funcionar de mejor manera, brindando especial atención a los sectores más vulnerables de la población.

Actualmente, la FAO promueve instrumentos de política como compras públicas, circuitos cortos de producción y consumo, sellos, denominaciones de origen y ferias locales, entre otras estrategias para reducir los eslabones de intermediación y acercar a la agricultura familiar con los consumidores locales.

Fuente: FAO

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