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Renegociación del TLCAN en agro, ni por twitter ni por teléfono

En una colaboración especial, en el marco del 10 ANIVERSARIO de www.imagenagropecuaria.com, la periodista Matilde Pérez Uribe, quien durante 29 años brindó cobertura a los temas del campo en el periódico La Jornada, incluida la negociación del TLCAN, apunta cómo México perdió dos millones de empleos de pequeños productores con dicho tratado; cómo pasó a ser tercer lugar mundial en importación de alimentos y habla de la alta concentración del mercado agroalimentario, dominado hoy por 30 empresas trasnacionales.

Matilde Pérez Uribe

“Las diferencias con (el gobierno) de Estados Unidos se platican por teléfono”, aseguró en julio del año pasado el secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, José Calzada; en ese momento los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos –Donald Trump por el Partido Republicano y Hillary Clinton por el Partido Demócrata– aludían, de manera general,  a la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El ahora presidente estadunidense Trump tampoco ha definido la profundidad de la revisión de dicho acuerdo comercial en la rama agropecuaria;  tampoco el gobierno mexicano ha dado señales claras de cómo se está preparando antes de recibir el cambio en este rubro, que ha sido criticado por el sector social del campo mexicano a lo largo de sus 23 años de vigencia debido a los resultados devastadores para la mayoría del campesinado.

De acuerdo a los análisis de diversas agrupaciones campesinas del país, así como de los pequeños productores de Estados Unidos y Canadá, el TLCAN causó la pérdida de casi cinco millones de empleos en la agricultura familiar en dichos países, de los cuales dos millones correspondieron a México.

Además, en el país de tres a cinco millones de personas, la mayoría jóvenes, abandonaron las actividades agropecuarias; la superficie sembrada disminuyó 12 por ciento y México ocupa el tercer lugar como importador de alimentos. Por ejemplo, en maíz –producto altamente sensible para la población- anualmente se importan entre 10 y 12 millones de toneladas del grano amarillo para el sector pecuario.

El mercado agroalimentario está dominado por 30 empresas trasnacionales y únicamente 10 por ciento de los cinco millones de agricultores son “exitosos”, es decir logran tener los apoyos y respaldos del gobierno, más que suficientes, para estar en el área dorada del agro negocio mexicano; el resto de ese total son agricultores familiares, quienes contribuyen con su esfuerzo y producción al mercado nacional.

Estos son rasgos generales de las profundas diferencias que ha dejado el TLCAN, que, por supuesto, no pueden ser abordadas por vía telefónica ni por twitter, como ahora lo acostumbra  el presidente Trump.  Ni tampoco pueden ser obnubilados con el recurrente discurso del titular de Sagarpa de los excelentes resultados por las exportaciones agroalimentarias –que incluyen cerveza y tequila-  aunque superen las divisas provenientes por las ventas del petróleo, el turismo y hasta por las remesas.

Dicho tema también es un reto para las agrupaciones del sector social, pues en sus respectivos posicionamientos por separado presentan coincidencias, pero no han logrado retomar la fuerza unitaria que en 2003 obligó al gobierno del ex presidente Vicente Fox a reconocer su existencia, trayectoria y presencia en ejidos y comunidades.

La discusión y análisis, como lo han asentado diversos dirigentes de las agrupaciones sociales y académicos, debe abrirse al debate nacional para escuchar todas las voces, experiencias y propuestas para beneficio de los hombres y mujeres del campo.

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