Medio Ambiente

Rescatan de su extinción al berrendo penínsular

La población de berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis) hace 19 millones de años era tan extensa que podían verse en paisajes abiertos desde lo que hoy conocemos como Canadá hasta el territorio que forma el estado de Puebla, en México.

Durante años fue presa de depredadores como las aves elefante, el chita americano, los leopardos, los lobos de pradera o los tigres dientes de sable pero ninguno de esos animales lo puso en peligro como el ser humano, lo que provocó que en la península de Baja California casi desapareciera durante el siglo pasado.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) en 1993 se observaron solo 93 ejemplares en la península. Esta situación dio pie a la creación del Programa de Recuperación del Berrendo Peninsular, iniciativa que comenzó en 1997 como un esfuerzo conjunto entre Conanp y la asociación Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable (ENDESU), organización civil que se ha encargado de gestionar recursos con los tres niveles de gobierno, iniciativa privada y otros sectores de la sociedad.

A siete años de que la Comisión Nacional Forestal (Conafor) destinara apoyos que permiten impulsar el Programa de Recuperación del Berrendo Peninsular, la población de esta especie ha incrementado 32 por ciento en la península de Baja California.

En dicho periodo la Conafor asignó 40 millones de pesos a 10 ejidos de los estados de Baja California y Baja California Sur, todos enclavados en la Reserva de la Biósfera del Vizcaíno y en el Área de Protección de Flora y Fauna Valle de los Cirios.

De acuerdo con el responsable del Programa de Recuperación del Berrendo Peninsular que opera la Conanp, Víctor Sánchez Sotomayor, el censo realizado a principios de este año reveló que en la península de Baja California existen 480 berrendos, 155 más que en 2010.

El recurso se ha destinado a la conservación del hábitat del berrendo mediante el programa Pago por Servicios Ambientales (PSA) que se ha impulsado también con el esquema de fondos concurrentes y el Proyecto de Bosques y Cambio Climático.

Son 41 mil 988 hectáreas dedicadas a acciones de vigilancia para evitar la cacería furtiva, colocación de bebederos y comederos, instalación de cercas para delimitar al ganado y a depredadores y establecer áreas de manejo de diferentes etapas de crecimiento y desarrollo de la especie además de la instalación de torres de vigilancia, señalización, fototrampas, entre otras.

Según marcan las reglas de operación del PSA, parte del recurso que reciben los beneficiarios puede usarse también para la reforestación e incluso el impulso de actividades económicas como el ecoturismo, la producción de huevo, leche y la producción ganadera delimitada por encierros para no afectar la zona en que la habita el berrendo.

Beneficios para el ecosistema

Para las zonas áridas en donde habita el berrendo, esta especie es como un gran agricultor pues la forma de su pezuña simula un arado.
Cada vez que deja excretas, en donde se pueden encontrar algunas semillas de las hierbas que consume el animal, lo hace justo en donde hay una huella de su pisada, zona en la que deja además una dosis de orina.

Esta especie de maceta se hidrata con el rocío que llega del Océano Pacífico y el Mar de Cortés y tiene altas probabilidades de dar como resultado una planta nueva que no solo servirá de alimento al berrendo sino a otras especies.

A través del fototrampeo, sistema de cámaras fotográficas y de video activadas por movimiento que han instalado algunos ejidatarios, se ha podido comprobar la existencia de especies como la zorrita del desierto, el quelele, el águila, el halcón, la codorniz, el correcaminos, el venado bura, la liebre y el coyote. Todos pueden acceder a los bebederos y comederos que han construido los ejidatarios.

“Nos dábamos a la tarea de permanentemente estarle trayendo líquido, diario viajábamos al ejido Mataranchos para que estos animalitos fueran beneficiados porque también son parte de la fauna silvestre “, explicó Héctor Montaño habitante del Ejido Mataranchos, en Mulegé, Baja California Sur

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