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Fiebre global por los biocombustibles

La fiebre por los combustibles genera gran inquietud entre productores, industriales y analistas. Para algunos, México tiene buenas posibilidades en este campo; otros opinan que llevará tiempo consolidar una industria en este sector y requerirá definiciones de política bioenergética de mediano y largo plazos.

Los bioenergéticos están generando un cambio estructural de largo plazo en los mercados globales, debido a las preocupaciones ante el cambio climático y la posibilidad de vender bonos de carbono, hay interés en hacer inversiones y ganar dinero, apuntó Ken Shwedel, directivo del Rabobank México.

Es un cambio real de largo plazo, por la participación de grandes empresas, “no sólo es una moda de un grupito de personas; sino gente de mucho dinero se ha metido en este negocio”.

Ante la necesidad de cambios en la política del uso de energéticos —agregó el experto—, los biocombustibles abren una posibilidad de abasto y algunos países tomaron la decisión política de reducir su dependencia de la importación de petróleo —energético cada vez más escaso y con precios al alza—. Además, más de 40 países en el mundo tienen la obligación legal de utilizar biocombustibles; no sólo aquellos que integran la Unión Europea o Estados Unidos sino, incluso, algunos como Argentina, Tailandia o Japón.

Por otra parte, al aplicar un subsidio al etanol, no se contabiliza en el sector agropecuario, “es una forma de dar la vuelta a la imposición de reducir subsidios”, subrayó Ken.

Lo anterior, en el marco del seminario Agronegocios en un nuevo ambiente global, oportunidades y retos, organizado por Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), donde quedó clara la estrecha relación existente entre los sectores energéticos y agrícola, el cual se convierte en una alternativa para obtener bioenergía a partir de cultivos como caña de azúcar, maíz o aceite de palma, por ejemplo.

Ken Shwedel expuso que la demanda de etanol a partir de maíz, particularmente en Estados Unidos, obliga a los economistas a reestimar al alza los precios del grano. Esto impacta a México, ya que la relación de inventarios se reduce y aumentarán los precios del maíz. Para este año, proyectó, el precio de la gramínea puede caer un poco y ubicarse en 160 dólares por tonelada.

También expuso que hay una relación entre precio del maíz y el petróleo, donde la OPEP busca rangos de 50 y 55 dólares por barril; otros analistas hablan de 40 dólares por barril.

Shwedel estimó que producir etanol de maíz en México podría ser negocio, pero acotó que hay que pensar si es eficiente económicamente hablando y si nos conviene políticamente hacerlo. Expresó que México carece de una política de biocombustibles, lo cual es un gran problema.

Luego de considerar que el maíz para etanol llevaría de cinco a 10 años para ser alternativa, Ken destacó que en este rubro los países sudamericanos tienen buenas oportunidades, ya que cuentan con capacidad para incrementar su producción agrícola destinada a los biocombustibles.

En su oportunidad, Roberto Newell, director general del Instituto Mexicano de la Competitividad, aseguró que “el etanol llegó y nos está cambiando el mundo”. Indicó que un porcentaje elevado de producción maicera en Estados Unidos se va hacia este sector y ese país busca que 20 por ciento de su energía provenga de biomasa. Esto augura un crecimiento espectacular de la demanda de los bioenergéticos; sin embargo, advirtió, no hay capacidad suficiente de refinación en el mundo.

Al participar en la sesión del seminario Biocombustibles: impacto en los mercados agroalimentarios, expuso que el maíz es hoy la fuente más barata para la producción de etanol. En contraste, precisó, en las condiciones actuales de la ley cañera de México y los costos de producción de la caña no dan para poder producir etanol en forma competitiva; pero matizó que esto no quiere decir que no sea negocio hacerlo, porque al haber escasez en la capacidad de refinación y con el crecimiento acelerado de la demanda, hasta con azúcar cara se podría producir y ganar dinero, pero eso no sería una base para el desarrollo de dicho sector.

Newell afirmó que el “dueño natural” de la producción de etanol mexicano no es el maíz, sino la caña de azúcar, ya que existen mejores condiciones naturales para producirla y si tuviéramos la legislación y costos adecuados, lo que sucede en el mercado de etanol auguraría una bonanza en el sector cañero. Para modernizarlo se requiere de una transformación gradual de este rubro y de la ley cañera ante el nuevo escenario.

Roberto Newell se preguntó si en el largo plazo la caña de azúcar será la fuente del etanol y se contestó: Probablemente no. “En el corto y mediano plazo veo al azúcar ganándole al maíz; luego veo a otras biomasas haciendo a un lado esta tecnología, ganándole al azúcar.”

El especialista aseveró que habrá fuertes incentivos para establecer refinerías de etanol en países de bajo costo para la producción de azúcar, especialmente Brasil, pero además mencionó a Guatemala y Colombia, naciones que están en buenas condiciones para hacer algo equivalente.

Finalmente, pronosticó que el uso del maíz como biocombustible encarecerá el producto en forma significativa y esto afectará el bienestar de los consumidores, en especial los de menores ingresos.

Para William Scott, directivo de Agland Investment Services, los biocombustibles son una oportunidad “increíble” para los sectores agropecuario y energético.

El especialista vaticinó que ésta será una gran industria mundial; el petróleo mostró incrementos en lo últimos años y se mantendrán altos en el futuro.

Comentó que la obtención de etanol a partir de la caña de azúcar es más eficiente y barata, y en el caso del maíz, es cuestionable. Coincidió con otros conferencistas en que se requieren entre cinco y 10 años para desarrollar la tecnología para producir etanol y ser competitivo.

Scott destacó que el mercado de etanol está en desarrollo. Por ejemplo, Japón invertirá en Brasil para asegurar el abasto del bioenergético. Destacó que en este país sudamericano los biocombustibles son impulsados por subsidios, de otra forma no habría un desarrollo comercial.

Este avance, explicó, no se alcanzó de la noche a la mañana, tuvieron que transcurrir 30 años y se requirió reducir costos en los insumos y aumentar la producción de caña.

México —agregó— “trabaja duro” en su política bioenergética y está en buena posición para producir biocombustible, en especial con caña de azúcar y aceite de palma; si lo hace por la vía correcta contribuirá en forma importante al mercado mundial de bioenergía.

William Scott consideró que es importante tener una política clara para los inversionistas que estén interesados en impulsar este sector.

 

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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