Sembrando Opiniones

¿Jardines colgantes de Babilonia o huertas familiares?

Mientras aburren a los niños con estos conocimientos, “absolutamente irrelevantes” para sus necesidades de vida y de trabajo en el campo, pierden una extraordinaria e irrecuperable oportunidad: la de ampliar y profundizar la enseñanza de contenidos más útiles y de aplicación más inmediata en la corrección de las ineficiencias que están causando el subdesarrollo rural, como por ejemplo: enseñar lo que las familias rurales podrían hacer para obtener una producción agropecuaria más abundante, más diversificada, más eficiente y más rentable; qué medidas de higiene, profilaxis y alimentación deberían éstas adoptar para evitar las enfermedades que ocurren con mayor frecuencia en las zonas rurales; qué deberían hacer para prevenir las intoxicaciones con pesticidas y los accidentes rurales y cómo aplicar los primeros auxilios, cuando estos accidentes no puedan ser evitados; cómo producir y utilizar hortalizas, frutas y plantas medicinales; cómo organizar la comunidad para solucionar, en conjunto, aquellos problemas que no pueden o no deben ser resueltos individualmente, por ejemplo, la comercialización y las inversiones de alto costo y baja frecuencia de uso.

¿Educar para la acumulación de conocimientos o para la autorrealización?

También pierden la oportunidad de otorgarles una mejor formación de valores, pues deberían enseñarles los principios, las actitudes y los comportamientos que ellos necesitan tener para mejorar su desempeño en la vida familiar y comunitaria, por ejemplo: formarlos para que tengan más iniciativa y espíritu emprendedor con el fin de que se vuelvan menos dependientes de ayudas paternalistas; educarlos para que practiquen la honestidad, la solidaridad, la responsabilidad y la disciplina; para que tengan conciencia de sus derechos, pero especialmente de sus deberes; para que posean una ambición sana y un fuerte deseo de superación, pero conscientes de que deberán concretizar estas aspiraciones mediante la perseverancia y la eficiencia en la ejecución del trabajo. Esas escuelas no están cumpliendo su función de desarrollar las potencialidades latentes de los niños rurales, de abrirles nuevas oportunidades de autorrealización ni de formar ciudadanos que, por su propia voluntad y competencia, sean capaces de protagonizar el autodesarrollo personal, familiar y comunitario.

¿Río Nilo o el río de la comunidad rural?

Las escuelas fundamentales rurales serían mucho más útiles si, antes de enseñar la historia de Europa o la geografía de Asia, enseñasen a sus alumnos la historia y la geografía de sus comunidades. Si, en vez de distraer las atenciones de los educandos con las jirafas y elefantes de África, les enseñasen cómo criar, con mayor eficiencia, los animales existentes en sus fincas con la finalidad de mejorar el autoabastecimiento y el ingreso familiar. Dichas escuelas serían más útiles si enseñasen a los niños cómo evitar las plagas de la agricultura y de la ganadería, cómo identificar y eliminar las plantas que intoxican sus animales y los insectos que transmiten las enfermedades. En vez de hacerles memorizar la longitud del río Nilo, sería más útil enseñarles cómo y por qué deberían evitar la polución de otro río: el río de su comunidad.

¿Jardines colgantes de Babilonia o huertas familiares?

Antes de abordar los jardines colgantes de Babilonia, sería conveniente enseñarles cómo y por qué deberían implantar huertas y árboles frutales diversificados en sus fincas y cómo adoptar medidas de conservación del suelo para que éste siga produciendo con altos rendimientos. En vez de enseñar sobre los héroes de las guerras de otros continentes, deberían enseñarles sobre los “héroes” de sus propias comunidades; sobre aquellos “héroes” que otorgaron una educación ejemplar a sus hijos, que tuvieron una destacada participación en la solución de los problemas de la comunidad y que progresaron debido a la dedicación al trabajo bien ejecutado y a la eficiencia en el uso adecuado de los escasos recursos disponibles. Esas escuelas deberían mostrar a sus alumnos los buenos ejemplos de aquellos “héroes” de la comunidad o del municipio que no robaron, que no engañaron a sus vecinos, que no poseen vicios, que no practican la violencia, que no son egoístas, etc.

Si la escuela es rural deberá “agriculturalizarse” y “ruralizarse”

En otras palabras, es necesario “agriculturalizar”, “ruralizar” y volver más realistas, más instrumentales y más pragmáticos los contenidos educativos de esas escuelas; asimismo es necesario eliminar de sus “sobrecargados” currículos los contenidos excesivamente teóricos, abstractos y con baja probabilidad de ser utilizados en la vida, en el trabajo rural. En su lugar, deberían ser incluidos o ampliados contenidos más prácticos, utilitarios y aplicables por los educandos en la solución de los problemas más frecuentes que ellos enfrentan y seguirán enfrentando en la vida cotidiana de sus fincas, y también de sus hogares, de sus comunidades y de los mercados rurales.

En la página web http://www.polanlacki.com.br está demostrada la factibilidad y facilidad de promover esta adecuación curricular, por conducto de los departamentos municipales de Educación, sin necesidad de someterla previamente a las antiguas y engorrosas burocracias del ministerio nacional o de las secretarías provinciales/departamentales de Educación. En esta página los interesados encontrarán, entre otros, los siguientes documentos que amplían este tema:

i) La escuela rural debe formar solucionadores de problemas;

ii) Los agricultores necesitan de un sistema educativo que les ayude a solucionar sus problemas; y

iii) Buscando soluciones para la crisis del agro: ¿en la ventanilla del banco o en el pupitre de la escuela? Estos textos también podrán ser obtenidos solicitándolos al correo electrónico Polan.Lacki@uol.com.br

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