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Continuará esta década la volatilidad de precios agrícolas: FAO y OCDE

Proyectan que los precios de alimentos sean en promedio 20% más altos, en términos reales, en cereales como maíz y hasta 30% más elevados en cárnicos.

Los precios de productos básicos agrícolas se mantendrán elevados durante el periodo de 2011 a 2020, comparados con los que se registraron la década anterior. La prolongación  de dichas condiciones de precios podría dificultar la consecución de los objetivos de seguridad alimentaria mundial, y colocaría a los consumidores más pobres en peores condiciones de precariedad y malnutrición.

De acuerdo con el análisis Perspectivas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 2011-2020, se espera que en términos reales los precios de los alimentos sean en promedio 20 por ciento más altos en el caso de cereales como el maíz, y hasta un 30 por ciento más elevados para las carnes de aves de corral o de vacunos; esto en comparación con los valores registrados la década previa.

Este escenario propicia aumentos en la inflación, que afectan al consumidor en la mayoría de los países. Dicho factor –sugiere el documento– genera preocupación acerca de la estabilidad económica y la inseguridad alimentaria en algunos países en desarrollo como México, ya que el poder adquisitivo de los más pobres se ve reducido.

En contraste, los precios más altos son una señal positiva para los productores agrícolas que han experimentado descensos reales en el precio de de sus cosechas de productos básicos durante décadas, y supondrán un incentivo para invertir en mejoras de productividad e incrementar la producción para cubrir la creciente demanda de alimentos.

Sin embargo, los incentivos que traen consigo los precios más elevados a nivel internacional no siempre llegan a los productores, debido a los altos costos de los insumos, de transacción, a las políticas nacionales proteccionistas y al intermediarismo comercial.

En algunas importantes regiones productoras, la fluctuación de los tipos de cambio también ha afectado a la competitividad de sus sectores agrícolas, limitando los efectos favorables en el incremento de volúmenes de producción.

Los costos de producción están aumentando, porque el valor de los energéticos como la gasolina y el diesel se incrementa constantemente, junto con el precio de los forrajes. En consecuencia, el crecimiento de la productividad agropecuaria se desacelera.

Lo anterior se debe a enormes presiones que se ejercen sobre los recursos naturales. La tierra disponible para uso agrícola en muchas áreas tradicionales de producción es cada vez menor, y la producción debe extenderse hacia zonas menos desarrolladas y terrenos marginales con menor fertilidad y mayores riesgos de fenómenos atmosféricos adversos.

Por ello, los organismos internacionales afirman que son necesarias importantes inversiones adicionales en mejoras de productividad para asegurar que el sector podrá cubrir la mayor demanda futura.

Productividad estancada

De acuerdo con las proyecciones de la OCDE y la FAO para la próxima década, la producción agrícola mundial crecerá a una tasa anual de 1.7 por ciento, comparado con un 2.6 por ciento que se registró de 2000 a 2010.

Es muy probable que se presente un crecimiento menor en la mayoría de los cultivos, especialmente en oleaginosas y cereales, ya que se enfrentan a mayores costos de producción y menores mejoras de rendimiento.

Mientras que en el sector pesquero, destaca el documento, aumentará su producción mundial 1.3 por ciento anual hasta 2020, que es menos de lo que se logró la década anterior. Mucho tiene que ver la proyección con que el crecimiento de la acuacultura se desacelerará, pues pasará de una tasa de 5.6 por ciento a 2.8 por ciento; así como al estancamiento de sector de capturas.

Para 2015 se prevé que la acuicultura supere a las capturas como el origen más importante de pescado para consumo humano y para 2020 debería representar alrededor del 45 por ciento de la producción pesquera total, incluyendo volúmenes para usos no alimentarios. Comparados con el período 2008-2010, los precios medios de las capturas de pescado se espera que sean 20 por ciento más altos en 2020, en términos nominales; en tanto que el valor de las especies de acuicultura se incrementará en 50 por ciento.

Los aceites vegetales, el azúcar, la carne y los lácteos deberían experimentar los mayores aumentos de demanda.
Los principales factores de riesgo para la seguridad alimentaria tienen que ver con que para 2020 se estima que 13 por ciento de la producción mundial de cereales secundarios, 15 por ciento de la producción de aceites vegetales y 30 por ciento de la producción de azúcar de caña se utilizará para producir biocombustibles.

Las variaciones en rendimientos de productos vegetales causadas por eventos climatológicos atípicos, también tendrán en el futuro un mayor efecto en la volatilidad de precios.

El reto consiste en promover la mejora de la productividad, especialmente de los pequeños productores, lo que mejora la resistencia del mercado a influencias externas, reduce los deshechos y aumenta los suministros a los mercados locales a precios asequibles.

Las inversiones públicas en investigación y desarrollo en el sector agrícola son necesarias, así como infraestructura e instituciones para mejorar la productividad y resistencia del sector ante el cambio climático y la escasez de recursos. También son indispensables las inversiones para reducir las pérdidas posteriores a la cosecha.

Las redes de protección social pueden ayudar a los consumidores más vulnerables cuando suben los precios de los alimentos, y las redes de protección de los productores pueden compensar cuando bajan los ingresos, y de esa forma, mantener su capacidad de adquirir insumos y mantener la producción.

Las reservas de emergencia de alimentos para atender a las personas sin recursos son útiles para reducir el efecto de los precios elevados, subraya el estudio.

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