Posible reducir 50% importación de maíz amarillo
En tres años se pueden lograr con políticas bien orientadas…
Si México orienta y focaliza bien sus políticas agrícolas en cada región, puede reducir su dependencia de maíz amarillo hasta en cinco millones de toneladas durante los próximos tres años, afirmó el presidente de la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario (AMSDA), Héctor Padilla Gutiérrez.
Durante la presentación del libro El agro y las áreas rurales en el México del siglo XXI, coordinado por Gerardo Torres Salcido y Marcel Morales Ibarra, recordó que nuestro país importa entre 8 y 10 millones de toneladas de maíz amarillo, pero tiene capacidad de producirlo.
El también secretario de Desarrollo Rural de Jalisco, sugirió bajar la producción de maíz blanco porque la abundancia reduce el precio al agricultor; hay que “propiciar cierta escasez del blanco”.
Añadió que en territorio jalisciense se consume 80 por ciento del maíz amarillo importado y remarcó que es posible reducir “drásticamente” esta dependencia, dado que agricultores locales han logrado alcanzar rendimientos de hasta 18 toneladas por hectárea.
Otra ventaja para producir maíz amarillo es que existen empresas que compran toda la cosecha, son solventes y cumplidoras, aseguró.
En su participación, en la Casa Universitaria del Libro, indicó que en 2013 Jalisco obtuvo una producción de 60 mil toneladas y para 2014 subió a 470 mil toneladas y en 2015 existen convenios de agricultura por contrato de hasta 700 mil toneladas de maíz amarillo. Otras entidades que aportan un porcentaje menor de este grano son Chihuahua, Michoacán y Guanajuato.
Comentó que cuando se habla de reducir la dependencia se debe precisar en qué producto y dónde, dado que en cultivos como trigo se puede incrementar la producción, en otros como el arroz habrá que analizarlo y en soya, donde importamos casi 100 por ciento, no pasa nada importando, porque hay cultivos como el ajonjolí que tienen mejor precio para el agricultor.
En su participación, Padilla Gutiérrez abundó en que durante muchos años se ha hablado de dependencia alimentaria, de la caída del financiamiento, de la necesidad de vinculación y articulación de cadenas, pero nos quedamos en el análisis y “nos falta tocar piso”, lo cual se complica al bajar al territorio y entonces diseñamos políticas generales cuando cada localidad es diferente, la pobreza no es pareja, por ello al aplicar la política en algunos puntos funcionan y otros no, “no le atinamos”.
Refirió que México es el país que destina mayores recursos al campo en América Latina y es el que menos resultados positivos tiene; en 20 años no nos ha funcionado, habrá que atrevernos a cambiar, a innovar y no esperar que el gobierno remedie los problemas
El co-coordinador del libro, Marcel Morales Ibarra, expuso que el sector agropecuario padece crisis crónica por décadas y en el tema de la tenencia de la tierra requiere de un marco jurídico que dé certidumbre, además de políticas de fomento y existe la necesidad de una nueva institucionalidad
En el medio rural, apuntó, hay una lacerante pobreza se viene agravando y no existe un proyecto de desarrollo para el sector agropecuario, el cual integre y permita tener una visión de corto, mediano o largo plazos.
Hizo énfasis en que el modelo de agricultura hasta ahora ha generado problemas de contaminación y de degradación de suelos, “estamos frente a un sinsentido”, porque se usan fertilizantes químicos, que representan más del 40 por ciento del costo de producción, que a la vez son el insumo más ineficiente en la producción agrícola.
Marcel Morales planteó que una alternativa sustentable es el uso de biofertilizantes, los cuales minimizan el impacto al medio ambiente y permiten recuperar suelos y son más eficientes.
