Maíz orgánico de alta rentabilidad
Iván Lomelí Quintanilla, supervisor de producción y comercialización de Agrorgánicos de México, expresa a Imagen Agropecuaria que la agricultura orgánica provee al agricultor de herramientas más económicas para producir y lo hace rentable; incluso aunque no se interese tanto por el beneficio ambiental o de posible mercado, ya que es muy complicado obtener un certificado orgánico.
A finales del año pasado cuando el maíz convencional se vendía en 2 mil 400 pesos por tonelada, el orgánico alcanzó hasta los 4 mil 500 pesos,
“Hay oportunidad para quienes quieran hacer negocio, ya que nosotros no alcanzamos a proveer la necesidad de mercado. Incluso he buscado a otros productores de maíz para cumplir con contratos que tenemos. Estamos dispuestos a hacer asociaciones con quienes cuenten con su certificado orgánico”, asevera este joven empresario.
No obstante la cercanía de la zona de cultivo con Guadalajara, en esta ciudad no se había mostrado mucho interés por la producción orgánica. “Paradójicamente no vendemos mucho, pero ahora hay proyectos interesantes de forrajes alimenticios orgánicos para producir pollo y huevo orgánico, lo que es un panorama muy bueno, porque ahí esta el potencial para comercializar”, apunta
La empresa –integrada por siete socios– comenzó a trabajar en el año de 1984, como Servicios Ecológicos de Voluntarios Anónimos, con el objetivo de desarrollar alternativas para la producción ante el impacto de los agroquímicos en la salud y el medio ambiente de la región. En 1995 empezó su transición de producción convencional a orgánica y tres años después obtuvo su primer certificado, aunque todavía no había mercado para el garbanzo que producían.
Es un proceso largo, difícil y costoso, pero nos ha llevado a tener hoy una buena oportunidad de mercado, afirma Iván Lomelí.
La empresa comercializa maíz blanco para elaboración de tortilla, tostada y masa, y maíz amarillo para el sector pecuario que produce carne, leche o huevo; además de garbanzo y trigo. Vende a través de contratos a los interesados y ya tiene compradores para la mayoría de cultivos; para algunos todavía están buscando.
Respecto a la posibilidad de exportar sus productos, Lomelí Quintanilla señala que los granos básicos es difícil comercializarlos en el exterior por el valor de grano y los costos de movilizarlos, por lo que no es muy económicamente viable; hortalizas sí hemos vendido en fresco a empresas americanas, que las deshidratan y las transportan hacia Estados Unidos.
En México, expone el empresario, hay dos corrientes para comercializar orgánicos: productos elitistas, de empaque y alto precio, a través de cadenas de supermercados; y productos orgánicos con certificaciones participativas que se venden en tianguis y mercados regionales. En Jalisco existe el tianguis de consumo responsable.
La compañía tiene 100 hectáreas de producción en la región Ciénega de Chapala, con rendimientos de ocho toneladas por hectárea en el caso del maíz; dos toneladas por hectáreas en garbanzo, rendimientos similares a los convencionales en Jalisco.
Para la producción de cultivos utilizan harinas de roca basáltica, acorde con la identidad mineral de los suelos y con el propósito de mejorar su calidad nutracéutica.
Por último, Iván Lomelí enfatiza que para poder llegar a ser productor orgánico se requieren mínimo tres años de transición, un agricultor tiene que documentar sus prácticas en ese tiempo, analizar tierra y agua, que no existan contaminantes ni fuentes de contaminación aledañas por aplicaciones de agroquímicos en parcelas vecinas o escurrimientos de agua y usar insumos que certificadora apruebe. Es un proceso meticuloso. Agrorgánicos de México está certificada por una empresa italiana.