Agro Global

Requiere agricultura fuerte inversión para satisfacer demanda mundial de alimentos

En la actualidad, la inversión que realizan los países en desarrollo en agricultura es claramente insuficiente, ya que en promedio de 1997 a 2007 la inversión bruta anual en agricultura primaria –a precios de 2009— es de alrededor de 142 mil millones de dólares, de acuerdo con un documento de la FAO difundidos en su sitio web con motivo de la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, que se realiza en Roma del 16 al 18 de noviembre.

Los cálculos preliminares indican que, en comparación con la última década, la inversión en agricultura y en zonas rurales de países en desarrollo deben crecer casi 50 por ciento para alcanzar el aumento previsto de la producción mundial de alimentos hasta 2050.

El documento indica que la mayor parte las inversiones serían privadas y se necesitarán recursos económicos públicos adicionales en investigación y desarrollo agrícolas, infraestructuras rurales y medidas de protección social.

Los cálculos de la FAO arrojan que la inversión bruta anual necesaria en la agricultura primaria –fertilidad del suelo, maquinaria agrícola, ganado– y en los sectores finales –almacenamiento, comercialización y elaboración— de países en desarrollo para conseguir el incremento de la producción requerido ascenderían a 209 000 millones de dólares.

Dichas cifras excluyen las inversiones necesarias para satisfacer la creciente demanda de materias primas para la producción de biocombustibles líquidos, donde la FAO considera que deben reconsiderarse políticas que promueven su  uso con el fin de reducir la competencia con los alimentos, al tiempo que se fomenta el uso de la energía derivada de la biomasa para mejorar el acceso de la población rural a la energía sostenible.

El organismo internacional destaca que existen datos empíricos que confirman que una inversión insuficiente en la agricultura de países en desarrollo puede tener un efecto perjudicial en su seguridad alimentaria.

La FAO anota que la mayor parte del incremento de la demanda de alimentos procederá de los países en desarrollo, en los que reside el mayor potencial de capacidad productiva.

Agrega que se necesita una nueva ola de inversiones en zonas rurales de países en desarrollo, las cuales deben guiarse por las proyecciones que muestran que 90 por ciento del aumento necesario de la producción debe proceder del incremento del rendimiento y la intensidad del cultivo y sólo 10 por ciento –20  por ciento en países en desarrollo– habrá de proceder de la expansión de las tierras cultivables.

El documento de la FAO también expone que debería invertirse la tendencia a la baja de la asistencia oficial para el desarrollo para la agricultura y el medio rural, la cual cayó desde 17 por ciento en 1980 hasta 3.8 por ciento en 2006; en la actualidad se sitúa alrededor del 5 por ciento. “Esta caída es más llamativa porque ocurrió al tiempo que aumentaban el hambre y la pobreza rural”, subraya.

Por otro lado, reconoce que a pesar de que la disponibilidad de alimentos ha aumentado más rápido que la población, el número de personas crónicamente subnutridas y malnutridas ha aumentado, en lugar de disminuir. La FAO calcula que el número de personas crónicamente subnutridas pasó de 842 millones a comienzo de la década de 1990 a mil millones en 2009. El reciente incremento fue consecuencia, principalmente, de la última crisis financiera y de los drásticos incrementos de los precios y, paradójicamente, tuvo lugar a pesar de que las cosechas mundiales habían alcanzado un nivel récord.

Invertir en investigación y desarrollo

El principal desafío técnico –anota el organismo– es crear e introducir conjuntos de tecnologías agrarias que incrementen la productividad, también en acuicultura, y que sostenible con el medio ambiente. Para conseguirlo es crucial que se incrementen notablemente las inversiones en investigación y desarrollo agrícolas en países en desarrollo. Apunta que en vista de las elevadas tasas de rentabilidad del sector, es lamentable que tal inversión se haya reducido en muchas de estas naciones.

También recomienda reforzar los sistemas nacionales de investigaciones agronómicas, ya que el cambio climático incrementará los riesgos a que ya se enfrentan los agricultores, especialmente aquellos en pequeña escala responsables de una gran parte del suministro de alimentos en países en desarrollo, por lo que la estrategia para crear nuevas tecnologías debe prestar especial atención a la mejora de la resiliencia de los sistemas agrícolas y acuícolas ante las perturbaciones externas.

Al dar lineamientos generales para afrontar el problema de la alimentación, el documento  considera necesario invertir la prolongada caída de las inversiones en agricultura en los países en desarrollo y fomentar la capacidad institucional en los ámbitos mundial, regional y nacional para poder garantizar el acceso universal a una cantidad suficiente de alimentos. Además, deben incrementarse las inversiones tanto del sector público como del privado, sí como la proporción de la ayuda al desarrollo destinada a la agricultura.

La reducción del hambre a corto plazo –añade– requiere servicios sociales extensivos que incluyan la transferencia de efectivo o la asistencia alimentaria, la salud y el saneamiento, así como la educación y la capacitación, prestando especial atención a la población más necesitada y vulnerable.

Si bien los países en desarrollo podrán, con toda probabilidad, satisfacer la mayor parte del incremento de la demanda gracias a la expansión de su propia producción, sus importaciones netas de cereales se duplicarán por más de dos y pasarán de 135 millones de toneladas en 2008/09 a 300 millones de toneladas en 2050.

 

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