En contraste con la visión que se tenía de que el mercado por si sólo resolvería los problemas de financiamiento al sector rural, la banca de desarrollo en general para los distintos sectores prácticamente duplicó su tamaño entre 2002 y 2009, por lo que el stock de activos supera 800 mmdd, cuando en 2020 la cifra era poco más de 400 mil millones, afirma en entrevista con Imagen Agropecuaria Rommel Acevedo, secretario general de ALIDE.Con dicho crecimiento se advierte una posición más reflexiva por parte de los gobiernos para cuidar a sus instituciones financieras públicas, en tanto instrumentos de una política de desarrollo rural. “Nosotros en ALIDE rescatamos que estas instituciones se enmarquen dentro de políticas específicas de Estado y que no estén a los vaivenes de los periodos gubernamentales”, recalca.Reflexiona sobre que en buena parte el crecimiento se debe a que se ha consolidado un esquema de banca de segundo piso en aquellos países que tienen esta visión más integral, con una presencia del Estado con políticas para el sector. Sin embargo, matizó, para dar seguimiento a este proceso es necesaria la coordinación de políticas sectoriales y nacionales.Es un indicador –puntualiza-- de cómo ha sido la participación creciente de instituciones financieras o banca de desarrollo públicos en América Latina, que contrasta con una visión que se tenía en los años ochenta y parte de los noventa respecto al papel que éstas tenían en el desarrollo rural, cuando organismos multilaterales y todas las políticas emanadas del Consenso de Washington de alguna manera se dirigían a la minimización de sus actividades, cuando no al cierre de sus operaciones, Subraya que era “una visión muy sesgada de que el mercado por si solo podía dar soluciones financieras”.Rommel Acevedo dijo que existen instituciones públicas que buscan un impacto apreciable en ciertos sectores, que no se da en instituciones financieras privadas, por su visión muy natural de negocio, de generar utilidad y renta. Por ejemplo, están aquellas que en algunos países actúan directamente con operaciones sanas en primer piso, en alguna modalidad en segundo piso, o en forma integrada como en México, Colombia o Brasil.Sobre los casos exitosos de instituciones públicas, comentó que FIRA en México es una institución muy reconocida, no refinanciada, que busca la bancarización de sus beneficiados y “está a la vanguardia en este esquema”.Recalcó que no debemos olvidar que hay productores que no están en el mercado, sino en la subsistencia, por lo tanto el trato es de visión social y ésta no pasa por las instituciones financieras, a veces a un pobre se le da dinero y no lo sabe usar, pero no es su culpa; hay que capacitarlo, incorporarlo, incluirlo y bancarizarlo.