Financiamiento

México desaprovecha potencial de remesas para impulsar desarrollo rural

La cobertura de la banca de desarrollo mexicana otorga crédito a sólo 6 por ciento de las unidades de producción, por lo que todo el dinero de remesas significa un universo muy grande, pero se debe de vincular el ahorro con crédito, para la generación de proyectos productivos, además de regular de mejor forma a intermediarios financieros no bancarios, como las cajas de ahorro, porque algunas no son muy seguras, indica la también presidenta del Foro Latinoamericano y del Caribe de Finanzas Rurales.

Una muestra de lo que se puede hacer con las remesas está en Oaxaca, donde AMUCSS ha impulsado el desarrollo de 35 cajas de ahorro, que captan más de mil 500 millones de pesos y han colocado créditos por mil 40 millones de pesos, que representa más de la mitad de todo el crédito que otorgan, en todo el estado, instituciones como Fideicomiso Instituido con Relación a la Agricultura (FIRA) y Financiera Rural.

Si se toman en cuenta las más de 200 cajas de ahorro y préstamo del estado de Oaxaca, dicha cifra supera los 2 mil 500 millones que ha colocado la banca de desarrollo en toda la entidad, asegura Isabel Cruz.

La especialista resalta que la banca de desarrollo tiene un papel muy importante en el medio rural, pero necesita una reestructuración, requiere una “revolución institucional”, con un nuevo enfoque en función de la agricultura familiar, porque la banca actual no le sirve a México, sólo a unos pocos productores del campo.

Isabel Cruz puntualiza que FIRA y Finrural se pelean por el mismo mercado, “tardan siglos en otorgar un crédito,” y un pequeño agricultor nunca tiene éxito de manera individual al solicitar un préstamo porque tiene que organizarse, debe haber un intermediario financiero.

La infraestructura no está mal, acota, pero las políticas año con año, sólo benefician a algunos y siguen ciertos intereses. El programa Trópico húmedo, por ejemplo, refiere la especialista, transfiere subsidios vinculados al crédito, pero que únicamente los pueden operar FIRA y Finrural, el problema radica en que, en los lugares donde no hay oficinas de estas instituciones no se pueden transferir los recursos.

Además, se requiere diversificar la manera en que se opera la banca de desarrollo. Cuando se dice que está creciendo el financiamiento al campo, es cierto; pero no te dicen a donde está creciendo, refiere la directora general de la AMUCSS. El crédito aumenta para los grandes agricultores y empresas, esto quiere decir, que nuestra banca de desarrollo, con dinero público, está financiando a esos sectores.

La directiva de AMUSS  considera que existe disparidad en la forma que se otorgan los recursos, por ejemplo, los productores de Delicias, Chihuahua, ejercen créditos anuales de un millón de pesos, mientras que los pequeños productores de Oaxaca los obtienen por 5 mil pesos, con el monto de un sólo productor de chihuahuense se podría atender a 200 productores oaxaqueños.

También expone que la banca de desarrollo ha estado enfocada durante los últimos 50 años al crédito agrícola y hoy en día las economías rurales están muy diversificadas, una parte del tiempo si se dedican a la agricultura y a la ganadería, pero otra parte lo destinan a la elaboración de artesanías o a jornales. Esto la banca de desarrollo no lo atiende, por eso cada vez tiene menos clientes en las zonas rurales.

Subraya que tenemos instrumentos muy importantes como el Banco de ahorro nacional y servicios financieros (Bansefi), así como la Financiera Rural y FIRA, pero Bansefi sólo capta el ahorro que le lleva el gobierno y la Finrural sólo da crédito, una banca de desarrollo de primer piso de buen nivel debe hacer las dos cosas. Por ello, Isabel Hernández sugiere fusionar estas instituciones y ponerles reglas muy claras para que capten a un número mayor de usuarios

Asociar Procampo a productividad

En el tema de los subsidios, explica, el apoyo que se le da a los pequeños productores es el Procampo, que llega casi a todos, menos a los más pobres, es un subsidio inútil, porque no tiene ningún impulso de productividad, está basado en entregar dinero dependiendo del número de hectáreas que posea el agricultor, pero no tiene ningún vínculo con la productividad.

Por ejemplo, añade, si un productor produce una tonelada por hectárea, se le tendría que dar un apoyo para que pueda incorporar tecnología y que el próximo año produzca dos; pero no hay nada de eso en el Procampo, que es una simple transferencia, poco inteligente.

Esta clase de subsidios no producen un mayor esfuerzo en el productor para alcanzar una mayor productividad, por lo cual debe estar asociado a metas productivas y se tiene que limitar la enorme concentración de los apoyos, asevera la especialista en finanzas rurales.

Al respecto recuerda que 90 por ciento de los agricultores tienen menos de 20 hectáreas, 80 por ciento tiene menos de 10 hectáreas y 75 por ciento de los campesinos, menos de 5 hectáreas. Todos los subsidios tendrían que ir a productores de menos de 10 hectáreas, pero las centrales campesinas y las grandes empresas productoras van a protestar, porque son ellos los que se llevan las tajadas grandes. Son pocos, pero tienen fuerza política.

México es famoso porque tiene el mayor número de subsidios a la agricultura y la mayor pobreza creciente, porque los subsidios no tienen un enfoque productivo, tienen un enfoque de renta política, acusa Isabel Cruz Hernández, quien insiste que por eso hay que poner techos a los subsidios y direccionalidad, asociándolos al aspectos productivo.

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