Invernaderos de pequeña escala deben concentrarse en mercados locales
La producción de jitomate ha crecido exponencialmente en los últimos años, sobretodo bajo invernadero; sin embargo, este sistema de cultivo observa algunos problemas para las pequeñas unidades de producción, puesto que su capacidad productiva limita la generación de los ingresos necesarios para el crecimiento del negocio.
Y es que cuando las unidades de producción menores a 2 mil 500 metros cuadrados bajo cubierta se convierten en el principal aporte de ingresos, es difícil alcanzar niveles aceptables de rentabilidad y menos si se comercializa la producción en mercados mayoristas.
En tal caso, es recomendable que los productores de jitomate a pequeña escala vean esta actividad sólo como un complemento de otras fuentes de ingreso principales y procurar atender a los mercados locales de manera directa, es decir, vender al menudeo: de lo contrario obtendrán un precio más bajo por sus cosecha y su negocio no será redituable, explica Rogelio Castro Brindis, investigador de Universidad Autónoma Chapingo y coautor del libro-manual Jitomate en invernadero.
Junto con el investigador de la misma institución, Mario Pérez Grajales, sugieren que en un escenario de enorme disponibilidad de jitomate que se genera en el ciclo de otoño-invierno, la apuesta de los pequeños y medianos productores debe centrarse en producir en otro ciclo agrícola, como el primavera-verano; de lo contrario competirán con grandes productores de Sinaloa, quienes aportan uno de cada tres jitomates que se consumen en el país.
Si deciden cultivar el jitomate en temporadas de frío, tendrán menos márgenes de utilidades, puesto requerirán incorporar un sistema de calefacción, lo cual incrementará considerablemente costos de producción y competirán directamente con los agricultores de cielo abierto, puntualizan los expertos.
Dado que los eventos climatológicos heladas, lluvias y periodos extendidos de estiaje “atípicos” hasta ahora, se tornan cada vez más frecuentes; la producción de jitomate a cielo abierto es más complicada e impredecible.
Por ello los expertos decidieron centrar su investigación en la producción bajo sistemas de cubierta, no obstante, que existen regiones del país que cultivan jitomate a cielo abierto y que ofertan el producto durante todo el año, pero no de la forma intensiva como pudiera hacerse y que permitiría un mejor aprovechamiento de ventanas de oportunidad tanto en el mercado nacional como para la exportación.
La producción en invernaderos permite obtener jitomates de mayor calidad, con cualidades óptimas tanto de presentación como de sabor, aroma y sanidad y larga vida de anaquel. Mismas que responden a las, cada vez más, exigencias de los consumidores, subraya Castillo Brindis.
El libro, que salió a la luz a principios de este año, es producto de más de una década de investigación, tiempo en el que se probaron diversos sistemas de producción de jitomate, en hidroponía o en sustratos inertes y orgánicos.
Una de las conclusiones de este trabajo es que para contrarrestar los incrementos en el precio de los fertilizantes, se puede hacer una combinación de sustratos orgánicos, como tierra de monte que puede aportarle a las plantas una buena fuente de nutrientes, y por ende, reducirá el uso de fertilizantes.
La publicación es un manual para el cultivo de tomate a diferentes escalas con información comprensible para todo tipo de productores. Es una respuesta a una necesidad de los agricultores mexicanos que carecen de información suficiente para desarrollar su actividad, aseguran los autores.