Bajo uso de semilla mejorada y certificada
Sólo 29% de agricultores mexicanos usa la primera y 12.6%, la segunda…
Si la Secretaría de Agricultura pretende iniciar una Cruzada Nacional por la productividad deberá trabajar en la producción y utilización de semilla mejorada y certificada, dado que hoy sólo 29 por ciento de los agricultores usa la primera y apenas 12.6 por ciento tienen acceso a la segunda.
“Históricamente México ha tenido un déficit de semillas certificadas en cultivos básicos, que no se ha atendido aún con las reformas de la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas de 2007; de ahí la importancia de impulsar el acceso y la demanda de semillas de calidad, en especial a pequeños y medianos agricultores con acciones focalizadas hacia la conversión productiva”, expone el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) de la Cámara de Diputados.
En un reporte destaca que entre 2007 y 2012 el uso de semilla mejorada aumentó de 24.8 a 29.7 por ciento de las unidades de producción (INEGI); mientras que, según la Encuesta de 2012 en unidades de producción con más de 20 hectáreas sembradas, 62 por ciento de las parcelas aplicaron semillas mejoradas.
La producción de semillas certificadas –refiere– se ha incrementado en los últimos años y en 2014 se produjeron 320 mil toneladas de semillas para cultivos básicos, de las cuales
98 mil toneladas corresponden a maíz, que alcanza una cobertura del 66 por ciento de la superficie sembrada con este cultivo. Para trigo y cebada la cobertura con semillas de calidad producidas en México es prácticamente del 100 por ciento. En el caso de frijol se ha cubierto hasta 9 por ciento de la demanda. En cultivos como arroz la cobertura es del 60 por ciento y en soya del 100 por ciento.
De acuerdo con la ENA de 2012 y 2014, levantadas por el INEGI, el 29.7 y 29.2 por ciento de las unidades de producción agropecuarias utilizaron semillas mejoradas, respectivamente. Para 2014 las unidades que emplearon semillas certificadas fueron 12.6 por ciento.
Al citar datos del documento “El sector semillero en México, 2012”, elaborado por la Asociación Mexicana de Semilleros (AMSAC), expone que 85 por ciento de la semilla de maíz que se utiliza es producida en México, mientras que 95 por ciento de la semilla de hortalizas es importada.
En México se produce semilla de maíz, sorgo, arroz, chile, tomate y tomatillo. En el caso de las semillas de chile y tomate, algunas empresas transnacionales las producen en México y se envían hacia los Estados Unidos o Europa a beneficiarse y empacarse para volverse a importar como semilla para comercializarse.
En el caso de las gramíneas, como maíz, sorgo, frijol, arroz, soya, avena y trigo, las semillas se benefician en México para consumo nacional y exportación a otros países de Norte y Centro América, según el análisis.
La AMSAC indica que hoy en día en nuestro país se ofrecen más de 300 variedades de semillas para los principales cultivos.
La industria semillera nacional, especialmente de maíz y sorgo, es la que actualmente satisface en su mayoría el mercado nacional; se producen y distribuyen semillas de cultivos de alto valor comercial, para grandes agricultores en áreas favorables, enfocándose en aquellos con mayor capacidad de adopción de tecnología, que pueden cubrir la inversión de los insumos requeridos.
Los distribuidores en México manejan primordialmente semillas de: maíz, sorgo, calabacita, lechuga, tomate, chile, cebolla, pepino, pimiento, melón, zanahoria, sandía, brócoli, espinaca, coliflor y cilantro. Estos distribuidores tienen una cobertura nacional y en muchos casos utilizan un eslabón adicional que son los sub-distribuidores en las zonas más alejadas.
Cadenas de suministro de semillas
Los actuales canales de comercialización y distribución de semilla de instituciones oficiales, universidades y algunos particulares, han visto coartada su natural salida al mercado por la falta de alianzas y capacidades de transferencia, por lo que los agricultores marginados y de bajos recursos no tienen acceso a semillas de alto potencialgenético en sus parcelas, reportó el CEDRSSA.
Considera importante que los agricultores cuenten con información confiable y oportuna sobre la disponibilidad de semillas y las variedades que se adaptan a cada región, por lo que un Sistema de Información de uso público resulta fundamental.
Las funciones de multiplicación, distribución y comercialización de semillas, principalmente de maíz de materiales de los centros de investigación, son llevadas a cabo por asociaciones de agricultores, pequeñas y medianas empresas, que no siempre cuentan con una supervisión ni certificación oficial de sus procesos de producción, dejando abierta la posibilidad de producir semilla con baja calidad y sin garantía para el agricultor, anota.
El SNICS, agrega, como entidad responsable acciones de registro, certificación y divulgación, no cuenta con los recursos materiales ni humanos suficientes para su óptima realización, por lo que es necesario ampliar los actores para la calificación de la calidad de las semillas, a fin de favorecer su fortalecimiento y enfoque en las acciones de regulación, vigilancia e información.
Estos esquemas voluntarios implican una adecuada cultura en el uso de semillas de calidad, por lo que es fundamental fortalecer esta práctica, dado que es frecuente que el agricultor adquiera semillas que no cumplen con estándares para ser consideradas como tales, y sin garantía alguna.
Por otra parte, la Encuesta Nacional Agropecuaria de 2012 y la de 2014 calculan que 63.1 y 55.2 por ciento de las unidades de producción destinaron parte de su cosecha a la semilla para siembra, en cada uno de esos años.
Esta práctica común es la reserva del propio agricultor de una parte de su cosecha para su uso como semilla, que contribuye a la sostenibilidad de su sistema de producción; sin embargo, este sistema presenta dos riesgos: que no se seleccione de forma adecuada la semilla, que debe ser observada desde su comportamiento en campo; o que se pierda, ya sea por plagas, roedores, o por contingencias climatológicas. Por ello es necesario el acompañamiento de acciones de extensionismo y capacitación, así como programas de potenciación y conversión tecnológica.
Además, el fitomejoramiento participativo y los bancos comunitarios constituyen valiosas estrategias para complementar la generación de nuevas variedades de bajo costo, facilitando la adopción de éstas por pequeños agricultores, ya que se consideran no sólo las condiciones agroecológicas, sino también las prácticas culturales de estas regiones.
Eslabones de la cadena de semillas.
El primer eslabón de la cadena es la investigación y desarrollo de nuevas variedades. En este sentido, además de las empresas semilleras, existen centros de investigación nacionales que desarrollan nuevas variedades o que cuentan con programas de mejoramiento local.
El siguiente eslabón es la producción de semillas; en este elemento las empresas semilleras nacionales y las trasnacionales son generalmente las que llevan a cabo este proceso, que requiere no sólo de infraestructura y un importante soporte económico, sino también de supervisión técnica detallada que asegure la calidad y homogeneidad.
Algunos centros de investigación cuentan con infraestructura, sin embargo, no tienen los recursos necesarios para llevar a cabo la reproducción de semillas básicas en cantidades suficientes para hacerlas llegar al agricultor, por lo que las alianzas en esta fase, son estratégicas.
Posteriormente, tenemos la etapa de procesamiento y acondicionamiento de la semilla, que implica desde el secado, almacenamiento, preparación, beneficio, tratamiento y envasado la semilla, que ayudará a asegurar la calidad de la semilla y aumentar la probabilidad de éxito para el agricultor.
Finalmente las fases de distribución y comercialización. En México existen una cadena de distribución que va desde empresas que de manera exclusiva ofrecen las semillas de una marca, hasta aquellos distribuidores que por su presencia nacional y sus características de distribución (a través de sub distribuciones), ofrecen semillas de diversos cultivos y de diversas marcas que llegan al agricultor. En cualquiera de los casos, estas deben cumplir y atender las especificaciones de comercialización de la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas.