Casos de éxito

Antiveneno mexicano contra picadura de las serpientes más venenosas

  • La neurotoxina es eficiente contra corales, mambas y cobras de México, Europa, Asia y Medio Oriente
  • Este desarrollo puede acercarnos a un antiveneno universal, utilizando sólo una toxina clave; sería más efectivo y económico

Científicos del Instituto de Biotecnología (IBt) campus Morelos de la UNAM crearon un antiveneno eficiente contra mordeduras de serpientes corales, coralillos, mambas y cobras de México, Sudamérica, Europa, Asia y Medio Oriente.


El egresado de doctorado del IBt, Guillermo de la Rosa Hernández, es el creador del fármaco que atrapa las neurotoxinas en las serpientes, trabajo por el cual recibió el Premio Rosenkranz en Biotecnología 2018, que otorga la Fundación Mexicana para la Salud y Laboratorios Roche.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mordeduras de serpiente son un problema desatendido en países tropicales y subtropicales. Cada año ocurren 5.4 millones de mordeduras, que causan entre 81 mil y 137 mil muertes y, aproximadamente, el triple de amputaciones y otras discapacidades permanentes.

En América existen dos familias de serpientes venenosas: las víboras y los elápidos, como las corales y los coralillos.

El fallecimiento de un pequeño vecino por el veneno de un alacrán fue lo que motivó a De la Rosa Hernández a divulgar la importancia de usar antivenenos para picaduras de animales ponzoñosos y evitar los remedios caseros.

Esto lo llevó a trabajar con Alejandro Alagón, investigador emérito del IBt, en el desarrollo de anticuerpos; posteriormente se incorporó al laboratorio de Gerardo Corzo Burguete, de la misma entidad universitaria, quien lo asesoró para el diseño de antitoxinas contra el veneno de serpientes.

“Al estudiar los venenos nos dimos cuenta de que hay un grupo de toxinas muy particular en una amplia variedad de serpientes que son las coralillo, las mambas y las taipanes de Australia, altamente letales”, explicó De la Rosa.

El veneno de las serpientes es una mezcla de muchas toxinas, de las cuales sólo algunas son relevantes para que ocurra la muerte de un individuo. Por ello, los antivenenos diseñados para las víboras no son siempre eficaces al tratar a alguien mordido por un elápido, por lo que suelen emplearse dosis muy altas para que funcionen.

Esto se debe a que el veneno de estas serpientes impacta en los músculos de la víctima: se inmoviliza, se le cierren los párpados y los músculos clave en la respiración también se trastocan, por lo que fallece de paro respiratorio.

Por ello, el científico se dio a la tarea de diseñar una molécula capaz de atrapar las toxinas de la serpiente, y tras producirla fue inoculada en caballos –que la purifican con anticuerpos—; luego, al hacer las primeras pruebas en ratones resultaron exitosas.

Posteriormente, la probaron contra el veneno de la serpiente Micrurus surinamensis, que vive principalmente en Sudamérica y para la cual no hay antídoto; la molécula diseñada en la UNAM resultó ser altamente efectiva.

El equipo de investigación del IBt obtuvo buenos resultados también al probarla contra el veneno de cobras y mambas de África, y en serpientes del Medio Oriente y Asia, especialmente la llamada ‘cobra de la India’, que causa la muerte de 50 mil personas cada año.

Respecto a los sueros comerciales, De la Rosa precisó que en su fabricación se utiliza todo el veneno de la serpiente, mientras que el desarrollado en esta casa de estudios implica el uso de una sola molécula para ser más efectivo.

Este desarrollo puede acercarnos a un antiveneno universal, utilizando solamente una o varias toxinas clave. En términos de costos, podríamos llegar a un producto más barato para los productores y los usuarios”, resaltó.

La molécula ya ha sido patentada por la UNAM, y está lista para ser transferida a los laboratorios interesados.

El egresado del IBt comentó que existen muchos mitos en torno a lo que se debe hacer ante una mordedura de serpiente, “pero lo más efectivo es acudir inmediatamente a una clínica para recibir la atención adecuada”.

Fuente: UNAM



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