La resistencia del cultivo de cempasúchil en Atenco
ERNESTO PEREA, ENVIADO
San Francisco Acuexcomac, Atenco, Edomex.- Al igual que la tradición del Día de Muertos y todo lo que ella implica se resiste a morir, algunos oriundos de está comunidad conservan el cultivo de flor de cempasúchil y aprovechan la demanda que tiene por estos días para vender su cosecha, producto de más de tres meses de trabajo y que esta temporada soportó escasez de lluvia y la presencia de plagas y enfermedades que se ha intensificado en esta zona.
En pleno corazón de las tierras que fueron vistas por gobiernos anteriores y grandes inversionistas como un “manjar” para construir un aeropuerto de “primer mundo”, Miguel Ángel Estrada, cultiva, desde hace seis años, apenas cuatro mil metros con la “flor de muerto” –cuyo consumo se dispara en México los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre.
Al hacer un recorrido por estas pequeñas parcelas que coexisten entre viviendas y comercios, el agricultor platica que “ha sido buen negocio porque año con año la gente mantiene la tradición de llevar la flor”, a la que se le gana –cuando se le gana– 70% de lo que se invierte, “todavía viene saliendo algo para nosotros”.
Y es que como todo cultivo esta sujeto a las inclemencias del tiempo. “Si llueve la flor merma mucho, ya que como esta totalmente reventada ya no absorbe agua y se queda estancada y se empieza a pudrir”. Este año otras tres personas de la localidad sembraron pero se les secó la flor, debido probablemente a que no se haya regado o una plaga, supone el labriego.
Raúl López, otro agricultor que este año cultivó menos de una hectárea manifiesta: “Hemos sembrado bastante pero (la flor) venía contaminada con un problema de fusarium (hongo) y mucha se quemó”. Y aunque no sabe cuánta flor cosechará esta temporada, confía en que será un buen negocio, aunque tiene duda porque “la gente compra flores; pero estando la crisis como que no”.
Miguel Ángel tiene un secreto para cultivar sus flores –cuyo proceso inició el 31 de junio– de buen tamaño y que luzca bien a la vista: “controlar las plagas y echarle sus vitaminas. Fertilizamos con químicos; no con fertilizantes naturales”. Este año también aplicó alrededor de su parcela plaguicida contra el chapulín, plaga que se ha vuelto un problema en la zona.
El 60% de los clientes —apunta– vienen hasta pie de surco a cortar la flor y el otro 40% lo cortan los propios floricultores. Vendemos al intermediario, que viene a comprar y la revende”.
Este campesino tarda tres meses y medio en lograr su flor y en la temporada de cosecha y venta –que dura sólo cinco días– lo ayudan sus hermanos y cuñados, que suman unas ocho personas. Durante los otros meses del año el hombre también siembra tomate y trabaja en los hornos de barbacoa en Jimalpa.
En tanto, Raúl López venderá en San Pablito, en Atenco, “por donde la saque uno, porque de un solo lado no; ya buscando otro lado, en los pueblitos, plazas panteones, carreteras donde uno piense que se va a vender”.
Este hombre se ha dedicado “al campo toda la vida”, antes sembraban hortalizas para abastecer una empacadora. Esto fue durante unos tres años, luego se llevaron parte de esa empresa a León, Guanajuato, y se acabó. Un tiempo abandonó la actividad, pero este año regreso al campo y le dio por sembrar flor de cempasúchil. Al mismo tiempo trabaja un moto-taxi para tener ingreso y no depender “sólo por un solo lado”.
A veces lo que te queda sólo es el cansancio
Desde el corte y por el camino a su casa donde descarga la flor, que transporta en un remolque arrastrado por un tractor, lo acompaña, Alfredo Yescas, quien es florista “empírico” desde hace cinco años y quien expresa que el negocio de flores “es bonito pero también muy arriesgado, porque si tu haces una inversión nada más tienes dos días para venderlo; sino lo terminas ya es una perdida. Muchas veces lo único que te queda pues es el cansancio porque a veces pues no se término y ni modo. Pasando el día 2 de noviembre ya no vendes prácticamente nada”.
Por eso con la habilidad que le da la experiencia acomoda las flores, “si yo lo hago al aventón la gente la ve desacomodada y tienes que tener cierta creatividad para que se vea bien el manojo, tienes que dar presentación”, subraya el florista quien es autodidacta porque “hay muchos cursos pero son muy caros…el principio básico es que te guste”, dice con convencimiento.
Entre su parcela de flores que lucen un intenso color amarillo-naranja, Miguel Ángel comenta que hace tiempo una persona le ofreció ayudarlo a sembrar cempasúchil y le decía que traía la semilla del “gabacho”—Estado Unidos—, pero él le contestó: “cómo, me vas a engañar a mí; si el cempasúchil es cien por ciento mexicano”.
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Flor de cempasúchil
-Es originaria de México, su nombre proviene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa: flor de 20 pétalos. En la época prehispánica, los mexicas asimilaban el color amarillo de esta flor con el sol, por ello, la utilizaban en los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos.
-Se produce en 20 municipios correspondientes a los estados de México, Puebla, Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, San Luis Potosí, Morelos, Oaxaca, Ciudad de México y Durango.
-Esta temporada registró una siembra de dos mil 561 hectáreas, con una unidad de medida a nivel nacional de nueve mil 574 gruesas, 505 mil 865 manojos, dos millones 278 mil plantas y 21 mil 380 toneladas. (Fuente: Sader)