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1000 estudios, expertos y funcionarios de la 4T contradicen a Bosco de la Vega: el glifosato sí afecta la salud y el medio ambiente

-Avanza prohibición total o parcial del glifosato en países de Europa, Asia y América

-Estudios y testimonios evidencian los severos daños que genera a la salud humana y al medio ambiente

-Al prohibir importación, México aplica el principio precautorio

Cuando el presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Bosco de la Vega, afirmó que no hay “evidencia científica” que compruebe que el glifosato es cancerígeno y no existen alternativas de éste en cultivos agrícolas, quizá no esperaba la ola de críticas y reacciones que desataría por parte de organizaciones de productores, investigadores, ambientalistas y funcionarios del gobierno de la Cuarta Transformación.

El glifosato es un herbicida o “mata hierbas”, como lo llaman los productores, fue reclasificado en 2015 como probable carcinógeno para humanos por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estudios y testimonios en diversas regiones relacionan a este insumo químico con severos daños a la salud y al medio ambiente al grado que algunos países han avanzado en su prohibición parcial o total, entre ellos Alemania,  Francia, Inglaterra, Australia, Suiza, Colombia o Austria. A esta lista se suman localidades como Key West, Los Ángeles y Miami, en Estados Unidos; Vancouver y ocho provincias de Canadá; Kerala, Punjab, Maharashtra, Telangana y Andhra Pradesh, en India, y Auckland y Christchurch, Nueva Zelanda. Otras naciones han planteado la necesidad de disminuir gradualmente su uso, refieren expertos.

 “El glifosato sí es una sustancia peligrosa para la salud, lo cual ha sido comprobado ya en más de mil artículos científicos. Entre los daños se reportan malformaciones congénitas, alteraciones en el sistema nervioso, hormonal y gastrointestinal, infertilidad, diversos tipos de cánceres, autismo, Parkinson, intolerancia al gluten, daños al hígado, y daños al sistema inmune –particularmente peligroso ante la pandemia que hoy vive el mundo— y, además, causa daños ambientales al agua,  a los insectos benéficos, aves y reptiles”, puntualizan el doctor Manuel Ángel Gómez Cruz y Laura Gómez Tovar, coordinador e investigadora del CIIDRI-Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo, quienes han desarrollado alternativas agroecológicas al uso del glifosato, que se pueden usar desde pequeña hasta gran escala.

Luego de que Bosco de la Vega hiciera dichas declaraciones en Aristegui Noticias, el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) Víctor Manuel Toledo Manzur, expresó –en ese mismo espacio– que el glifosato es un veneno y que su retiro en México “no es un caso cerrado, sino una discusión abierta, y su retiro será gradual”.

Remarcó que la investigación científica sobre los impresionantes impactos del glifosato sobre la salud ambiental y humana ha ido ganando terreno y que toda esa información se concentra en un catálogo toxicológico realizado en Argentina, que ofrece referencia de mil 150 artículos científicos; no solamente el glifosato está considerado por la OMS como probablemente cancerígeno, sino que tiene impacto sobre todos los sistemas del ser humano y en una gran cantidad de organismos polinizadores, como las abejas y las mariposas.

El Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (Gisamac)* también refirió que hay cientos de estudios publicados en revistas indexadas y evidencia científica rigurosa acerca de la toxicidad de este herbicida, entre ellas la 5° edición de la Antología toxicológica del glifosato, que incluye mil 108 investigaciones científicas sobre sus efectos en el ambiente y la salud humana.

En un comunicado, el organismo intersecretarial donde participan instituciones de salud pública federales, destacó que las afectaciones ambientales alcanzan a la biota y la microbiota en el suelo, agua y polinizadores, que son los organismos vivos más importantes para la producción de alimentos en todo el mundo. También se ha demostrado la presencia de este herbicida en cuerpos de agua (costeras, subterráneas y superficiales), incluso en agua potable, orina y alimentos de consumo básico como harina y tortillas de maíz; procesados como botanas y cereales para el desayuno.

Frente a la decisión de prohibir la importación del glifosato por parte de la Semarnat, el Gisamac destacó la aplicación del “principio precautorio”, consagrado en el marco jurídico nacional e internacional en materia ambiental, el cual “se debe aplicar cuando haya peligro de daño grave o irreversible, reducción o pérdida sustancial de la diversidad biológica y degradación ambiental, teniendo también en cuenta los riesgos para la salud humana; sin que la falta de certeza científica absoluta se utilice como razón para postergar la adopción de medidas eficaces encaminadas a evitar o reducir al mínimo esa amenaza en función de los costos”.

En México, detalló, el glifosato está inscrito ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y actualmente bajo más de 150 registros, se comercializa en marcas como Roundup®️ y Faena®️ (las más comunes). Bosco de la Vega indicó que el ingrediente activo lo manejan de 80 a 100 empresas en el país.

En México se usaron por lo menos 13,773 toneladas de glifosato en 2014, alrededor del 10% de los plaguicidas usados en ese año (Bejarano, 2017).

Glifosato se usa hasta en centros de salud

El director de la Coordinadora Mexicana de Pequeños Productores del Comercio Justo, Luis Martínez Villanueva, expone que como con otros agroquímicos, incluido el glifosato, la naturaleza ya no tiene capacidad de degradarlos y pasa a formar parte de la planta, se hace sistémico y la planta lo absorbe y permea la parte comestible y cuando este veneno llega allí es imposible quitarlo y “eso se traduce en que los alimentos que consumimos poco a poco nos están envenenando de manera crónica”.

En México, comenta, se supone que Senasica y Cofepris tendrían que estar evaluando estos insumos de manera imparcial, pero muchas veces lo que hacen es tomar como referencia los estudios hechos en Estados Unidos, que son realizados por las mismas empresas que lo producen, por lo cual no son independientes y tenemos un engaño en cómo se demuestra, como dice Bosco, que el glifosato no es malo para la salud.

Luis Martínez consideró un avance que el titular de la Semarnat, Víctor Toledo, haya hecho la propuesta de prohibir las importaciones de glifosato, como medida  precautoria; ahora lo que solicitamos es que Senasica-Cofepris realicen investigación más rigurosa y no solo sea copia de lo que se hace en nuestro vecino país del norte.

También refirió que la Sader está entre dos fuegos: una parte apoya la prohibición de estos agroquímicos, que son tan tóxicos, y otra parte apoya su uso como lo promueve el “señor del CNA”, que se siente con derecho por tener—como lo dijo– el apoyo del secretario de la Secretaría de Agricultura, Víctor Villalobos, y del jefe de la Oficina de la Presidencia, de Alfonso Romo.

El glifosato lo aplican todo tipo de productores, grandes y pequeños, en maíces, pastos o potreros; los municipios lo usan para limpiar los caminos o veredas en el campo, ¡incluso es usado en las casas de salud! “Es terrible lo que están haciendo, es un atentado contra la salud de pueblo mexicano”, remarcó Martínez Villanueva.

La organización ambientalista Greenpeace consideró que en los agroquímicos, “la negación sistemática de la evidencia científica es alimentada por la agroindustria y la industria de los plaguicidas, representada por las compañías Bayer-Monsanto, Dow-Dupont, Syngenta-ChemChina que dominan el 65 por ciento de las ventas mundiales de agroquímicos y el 61 por ciento del mercado de semillas”.

Aseveró que la prohibición del uso del glifosato en México, tal como lo ha estipulado la Semarnat para asegurar la salud humana y medio ambiental, además de estar en franco cumplimiento con la Recomendación 82/2018 emitida por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en enero de 2019, promovida por Greenpeace junto con más de 40 personas, insta a la Cofepris, Semarnat y Sader a atender la mala gestión y manejo de los plaguicidas en México, en particular aquellos altamente peligrosos, recomendación que las distintas instancias federales de este gobierno, han aceptado acatar en todos sus términos.

Alternativas al glifosato

Bosco de la Vega también señaló que no había alternativas al glifosato, pero productores e investigadores, desde hace por lo menos dos décadas, han venido desarrollando sistemas agroecológicos que abre una esperanza para transitar hacia una actividad agrícola verdaderamente sustentable.

Al respecto, los expertos Manuel Ángel Gómez y Laura Gómez, investigadores del CIIDRI (Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo Rural Integral) refirieron que para los grandes agricultores hay opciones de substituir el glifosato, como se está haciendo en otros países, a través de prácticas agroecológicas en superficies a gran escala, a través de diversas formas de uso de maquinaria, rotación de cultivos, falsa siembra, cultivos imbricados, coberteras con leguminosas, acolchados, labranza de conservación sin herbicidas, entre muchas otras.  

En algunos casos para controlar las mal llamadas malezas –que tienen otras funciones como refugio de insectos benéficos, mejora de la estructura del suelo, apoyo en la mineralización de la materia orgánica, conservación de la humedad, control de plagas, entre muchas más– se hace con el uso de la siembra de leguminosas como coberteras (crotalaria, canavalia, mucuna, frijol, frijol gandul, glycine y otras), de forma mecánica (desbrozadora, motocultor y tractor), y de forma manual (chaponeo alto), además de dejar asemillar las arvenses de hoja ancha para que desplacen a los pastos.

Todo lo anterior, añadieron los expertos, no rebasa el 25% de los costos de producción. Así mismo al usar insumos locales los costos de la producción orgánica están por debajo de la producción con glifosato y agroquímicos en la región en un 20%.

Estos sistemas, “privilegian la importancia por la salud de la sociedad, el suelo, los trabajadores, los consumidores y de los mismos grandes agricultores”, resaltaron los investigadores del CIIDRI.

Por ejemplo, destacaron, en la región citrícola de Veracruz, la más importante de México, donde se hace un uso importante de glifosato, “hace 16 años pensábamos era imposible producir sin químicos, hoy se produce en más de 2000 ha sin un solo tóxico, usando técnicas agroecológicas”.

Los empresarios del CNA argumentan que sin químicos no se alcanzan altos rendimientos,  pero en la Huerta Los Gómez en Papantla, Veracruz, en la producción de naranja con prácticas agroecológicas, que inició hace 11 años, hoy se produce arriba de 35 toneladas por hectárea frente a las 14.6 t/ha del promedio nacional (SIAP, 2017).

Manuel Ángel Gómez y Laura Gómez resaltaron que esto es sólo una muestra de que hay “respuestas puntuales a los problemas que se provocan con el uso de productos de síntesis química y que se expresan con baja productividad. Adicionalmente se tiene una mayor ganancia neta por el sobreprecio del jugo orgánico y la reducción de costos de producción”.

Laura Gómez recalcó que lo que hace falta en México es informar a los consumidores, como ya lo están haciendo en Europa donde está prohibida esta sustancia en la mayor parte de la Unión Europea –lo cual por cierto ha dificultado la exportación de algunos productos, como café a esas latitudes por contener residuos de este herbicida.

“En la medida que los consumidores rechacen y exijan alimentos más limpios, habrá más interés y concientización de los productores mexicanos, instituciones gubernamentales y educativas para la transición hacia la agricultura orgánica y agroecológica”.

La agricultura industrial ha llevado a los suelos y el entorno ecológico a sus límites. Hoy ante la pandemia mundial que afrontamos la empresa y sus empresarios tienen que reflexionar y asimilar que este modelo hace insostenible no sólo la actividad, sino la viabilidad del planeta. Incluso como negocio el uso de químicos, como el glifosato, limitarán las oportunidades de comercio agroalimentario tanto al interior como al exterior, ya que los consumidores locales y de países europeos, asiáticos y Estados Unidos exigen alimentos más sanos e inocuos, donde no cabe el glifosato.  

*En el Gisamac participan las secretarías de Agricultura, Medio Ambiente y Recursos Naturales; Salud; el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap); el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP); el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMSZ); la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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