Alumnos suben al cerro para captar señal en móvil y recibir educación
Por Ramón Cámara Guadarrama
Ante la carencia de conectividad, en San Luis Potosí hay alumnos que todos los días suben al cerro para captar la señal del celular para usar aplicaciones y estar atentos a las clases o tareas de los maestros. Son parte de quienes padecen la brecha digital en México, donde 73% de la población utiliza internet en las zonas urbanas, frente al 41% en el ámbito rural, debido a problemas de infraestructura.
Durante la pandemia se han presentado todo tipo de situaciones, algunas de ellas inimaginables, pero han dejado un escenario muy claro: la desigualdad social que vivimos en nuestro México. Esa que vive la gente que nos rodea y de la que a veces ni siquiera nos percatamos y mucho menos, entendemos. Son entornos como si fueran sacados de la novela “El Proceso” de Kafka, donde el “proceso” es parte del absurdo de la vida y la ridiculez de la realidad, entender por qué se tiene que llevar a cabo tal o cual situación en un burocrático mundo cuya única solución es que no existe tal.
Como director de un bachillerato tecnológico, en una comunidad apartada a 50 kilómetros de la capital potosina, logro confirmar una serie de situaciones que se viven en la cruel realidad y con las cuales nuestros alumnos conviven día a día, aunque para ellos no les parezcan crueles en verdad, ni se quejen y ni siquiera comprendan por qué a veces las veo como crueles.
Antes de concluir el ciclo escolar, me di a la tarea de contactar a algunos de los alumnos que estaban más retrasados en la entrega de los trabajos escolares y las tareas académicas encomendadas por los docentes. A partir de ahí, encontré respuestas enternecedoras y hasta heróicas en superar las adversidades. De esas actitudes memorables que nadie se enterará pero que marcan la diferencia entre la gente que vive quejándose del encierro de cuarentena; de la desgracia de no poder ver a los compañeros de la escuela o de lo que significa a esa edad no poder convivir con los amigos con los que se comparte la etapa de bachillerato.
En el momento de estar hablando telefónicamente a los alumnos de mi bachillerato, más de alguno me ha compartido la circunstancia que vive y cómo la vive, con la sencillez que caracteriza a la gente de campo y con la postura de no ceder ante las adversidades pues sus ganas de salir adelante son más fuertes que las desdichas que los aquejan.
Lo ejemplifico con el siguiente caso:
Alumno del cuarto semestre de la carrera de Técnico en Mantenimiento Industrial, vive en una comunidad donde no se cuenta con transporte público, no llega la telefonía fija y tampoco hay señal de celular.
Ante la pregunta “¿qué dificultades estás teniendo para enviar tus trabajos?”, surge la respuesta cálida de “no muchas, director, pero sí de repente me las he visto difíciles. He hecho casi todos los trabajos que me piden los maestros. No tengo computadora en casa y, como sabe, tampoco tenemos internet, ni señal de celular.
Todos los días, por la mañana, me subo al cerro, que es donde puedo captar la señal del celular para ver qué me han dejado de tarea las clases o videos que los maestros me han enviado y los trabajos que debo realizar para poder cumplirlos y mandarlos por la tarde.
Me estoy casi desde las nueva hasta las diez de la mañana, recibiendo mensajes de WhatsApp, porque no tengo correo electrónico. Pero, además, la semana pasada estuvo lloviendo, por lo tanto, no podía subir al cerro. Luego, por la lluvia, quise trabajar en la casa en la noche para adelantar trabajos para otros días y que no se me juntaran y, pues se iba la luz y ya tenía que terminar temprano, porque pues a oscuras no se puede trabajar ni tampoco puedo cargar la batería de mi celular.
Algunos maestros mandan videos explicando la clase y a veces ni termino de bajarlos, porque se me acaba el saldo, y pues tengo qué bajar a ponerle saldo a la ferretería que está a varios kilómetros de aquí. Pero no siempre tengo dinero suficiente para ponerle el saldo al celular para tener datos y seguir recibiendo videos o mensajes. Entonces, hay ocasiones que hasta dos o tres veces subo al cerro.
Cuando solamente se trata de mensajes e indicaciones, bajo y hago lo que me piden. Trabajo en mi casa en mis cuadernos y luego les tomo foto para poder subir las tareas, pero me ha pasado que cuando subo al cerro a mandar las tareas que me pidieron, ya tengo nuevos trabajos para realizar y, pues no me la puedo pasar todo el día en el cerro. ¿Usted me entiende? Hay veces que ya está oscuro para volver a subir, aunque acabe el mismo día. Por eso, algunas ocasiones no he podido entregar a tiempo en la fecha que los maestros me lo han pedido.
También, cuando bajo, pues como en la casa tenemos chivas y vacas, tengo qué darles de comer y atenderlas. Mis papás me apoyan, pero pues de eso vivimos en la casa: como no hay trabajo para mi papá, porque vivimos bien lejos, pues nos dedicamos a la agricultura y al ganado para tener algo de qué vivir.”
Casos como éste, donde no hay conectividad en telefonía fija ni móvil, por extraño que parezca, por lo tanto, tampoco hay internet, la señal televisiva es limitada y de pésima calidad y, en ocasiones, hasta la radio llega con dificultad, pues pese a pertenecer a la capital potosina, el territorio y las comunidades tienen deficiencia en captar todas las estaciones de FM, limitándose solamente a recibir señales de estaciones populares con bajo o nulo contenido cultural, hacen que las condiciones de aprendizaje, crecimiento cultural y desarrollo académico, estén en una situación de desventaja con respecto a quienes cuentan con telefonía fija, telefonía celular, datos celulares suficientes por contar con plan fijo o señal de internet estable en casa.
Esta es la realidad de nuestro México, el desigual país al que pertenecemos y donde las limitaciones y carencias se dejan ver cada vez más, colocando en situación de vulnerabilidad a quien de por sí, ya es vulnerable por su propia condición de pobreza.
Esta realidad común también la vive gente común, y de la cual no nos percatamos de su existencia, pero dar respuestas de responsabilidad y crecimiento en situaciones de pandemia, la hacen heróica, pues al cumplir en situaciones adversas de economía e infraestructura, los colocan en una posición ejemplar de resiliencia y de responsabilidad, no siempre conocida y valorada.
¿Se imaginan como empresarios tener gente que sea capaz de sobreponerse a las adversidades laborales? ¿De contar con personal que busque situaciones creativas para la solución de problemas? ¿De tener colaboradores que no se amilanen ante los infortunios de la empresa? Contar con gente así, es tener la certeza de que esa empresa, ese lugar, esa familia, ¡siempre saldrá adelante! Por difíciles que sean las condiciones que se les presenten o por contrarias que sean las experiencias de la vida que tengan que afrontar. ¿O no?