Salida de Toledo evidencia contradicciones ideológicas dentro de la 4T
“No hay más que políticas por la vida y políticas contra la vida y hacia la muerte.”
La frase es de Víctor Manuel Toledo Manzur y quizá sintetice lo que esta pasando dentro del Gabinete de la Cuarta Transformación (4T), donde el funcionario se convirtió en un un verdadero “activista” –en el buen sentido del término– dentro del aparato gubernamental, cuya voz incomodó a más de uno de los funcionarios federales, sobre todo a Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República.
La renuncia de Toledo como secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), afirman personas cercanos a él, es estrictamente por razones de salud y fue presentada antes del debate público que se dio entre la dependencia y la iniciativa privada por el tema del glifosato. Sin embargo, la cercanía de Romo con la máxima cúpula agroempresarial agremiada en el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), donde están Bayer-Monsanto, Syngenta o Corteva, y otras compañías de agroquímicos, genera suspicacia entre quienes ven con escepticismo la mezcla de ideologías antagónicas dentro del gobierno federal y las directrices que debe seguir el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
La versión que circular en redes sociales y diversos medios de comunicación es que al relevo del titular de Semarnat vendrá la ahora secretaria de Bienestar, Luisa María Albores, quien también tendrá que definir hacia dónde inclina la balanza en política ambiental; pero esto también dependerá de la presión que ejerzan los grupos de la sociedad civil y diversas organizaciones medioambientalistas.
La visión agroecológica de Toledo también contrasta con la que impulsa el titular de la Secretaría de Agricultura, Víctor Villalobos, y la propia Presidencia de la República, desde donde, por ejemplo, se impulsa el Programa de Fertilizantes para el estado de Guerrero, donde predomina el uso de químicos, cuya aplicación, por décadas, ha generado problemas ambientales y de fertilidad de suelo en todo el territorio nacional.
La autocrítica de Toledo a la 4T y sus contradicciones -la sociedad se mueve por éstas— es un elemento que estará presente en el contexto de está renuncia, de un secretario que quiso pero no pudo cambiar la política ambiental de un país que vive una de la crisis más agudas en esta materia y que permea a todos los ámbitos.
Cuando el 29 de mayo de 2019 Toledo Manzur fue presentado en Palacio Nacional, en la conferencia matutina del presidente López Obrador, dio pistas hacia donde iba su gestión en un entorno de crisis ambiental: “No somos todos los seres humanos los culpables de esta situación de crisis, sino una minoría de minorías, parasitaria y depredadora, que se llama neoliberalismo”.
Por ello, resaltó “la necesidad de orientar las decisiones políticas del sector con sentido de emergencia, de restauración y de cuidado de los elementos vitales que los mexicanos requerimos: aire respirable, agua para todos, energía alternativa; alimentos sanos, hábitats sanos, reciclaje de desechos, hogares sustentables, ciudades ordenadas”.
Toledo también habló en su gestión de “incentivar y fortalecer las regiones donde se cuide, proteja e impulse el patrimonio biocultural, en coordinación con la Secretaría de Cultura, con prácticas como la agroecología, la transición energética y la estricta regulación de proyectos”.
Como experto en la relación culturas indígenas-naturaleza hizo énfasis en “la construcción de un gran acuerdo para establecer una alianza estratégica con los pueblos indígenas y comunidades campesinas, agropecuarias, forestales, pescadoras, y todos los colectivos que habitan las regiones rurales que han conservado o fomentado adecuados balances de uso y manejo de bosques, selvas, zonas áridas, lagos, ríos, manglares y costas de México”.
Igual consideró urgente la búsqueda de la soberanía alimentaria y planteó impulsar un programa de agroecología, en coordinación con la Secretaría de Desarrollo Rural (Sader), estados, municipios y otras dependencias vinculadas al sector, con especial énfasis en la defensa del maíz.
Como funcionario se pronunciaba por “conservar y aprovechar de forma adecuada los ecosistemas y su biodiversidad en beneficio y junto con los habitantes locales para reducir la desigualdad con el principio de producir conservando y conservar produciendo. Se impulsará la conservación comunitaria”.
“La biodiversidad no se puede concebir separada de las culturas originarias, y las culturas no se pueden concebir separadas de la biodiversidad”, señalaba y ponía como ejemplo el caso de la Península de Yucatán, “donde la presencia de los mayas tiene de 3 mil a 3 mil 500 años. Casi el 90 por ciento de la flora tiene nombre maya y uso maya, y las estrategias de aprovechamiento de la cultura maya en la Península de Yucatán es un ejemplo inmenso de manejo adecuado de los ecosistemas”.
Habló de “movilizar esta fuerza que existe en la ciudadanía”, de revertir el cambio climático “que atentan contra la supervivencia de la naturaleza y los seres humanos en el planeta”; de la “utilización del conocimiento científico, de una ciencia con conciencia social y ambiental y éticamente responsable, adecuada a las condiciones del país”; y denunció el problema de la lista de ambientalistas asesinados en México.
A la Semarnat, sentenció, “necesitamos rescatarla de esa inercia y ponerla al servicio de la sociedad mexicana” y “convertirla en una institución que impulse, proteja, fomente y apoye la regeneración ambiental del país”.
Debemos volcar a la Secretaría hacia los ciudadanos y hacia los colectivos, debemos ciudadanizar la política ambiental. El país también dispone de los suficientes talentos, expertos y especialistas en ciencia para fundamentar técnicamente sus decisiones y acciones”.
Para quien lo sustituya quedará el peso del conocimiento de un licenciado, maestro y doctorado en Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM; pionero de la etno-biología y la etno-ecología; catedrático invitado en instituciones de Estados Unidos, España, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil; científico que ha publicado más de 200 trabajos de investigación y divulgación incluidos 12 libros y 40 artículos científicos arbitrados, cuyas publicaciones han recibido más de 13 mil citas en el ámbito internacional.
Los reconocimientos para Toledo también son diversos, sólo por mecionar algunos, los premios al Mérito Ecológico (1999) y al Mérito Agroecológico de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (2011), además junto con otras 10 personalidades, fue elegido por la revista Medio Ambiente de Barcelona, España, como una de las referencias del pensamiento ambiental contemporáneo (2001).
El hueco que dejará Toledo en la Semarnat será difícil de llenar y le resta una visión crítica a la 4T, la cual es indispensable frente a quienes dentro del gabinete se resisten y obstaculizan el cambio al que aspiran diversos sectores de la sociedad mexicana.