Sargazo con potencial para la industria farmacéutica, alimenticia y cosmética
Durante 2018 se retiraron 528 mil toneladas de algas del género Sargassum siete municipios del estado de Quintana Roo, de acuerdo con reportes de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente de la entidad.
Aunque el término ‘sargazo’ se utiliza coloquialmente para nombrar a todas las algas y pastos marinos que se depositan en grandes cantidades en las costas y playas del Caribe, en sentido estricto se refiere a la presencia de especies del género Sargassum.
Érika Vázquez investigadora posdoctoral, Yolanda Freile y Daniel Robledo, investigadores del Cinvestav Unidad Mérida, participan en un proyecto para identificar a las especies que conformaron los arribazones masivos de algas en el Caribe mexicano (del 2018 al 2019), conocer su variación espaciotemporal y a la par determinar cuál es su composición bioquímica.
Esto es relevante para establecer estrategias de manejo y aprovechamiento, porque las algas del género Sargassum tienen compuestos que pueden generar efectos adversos en el ambiente, una vez que se depositan en las playas y se descomponen, pero al mismo tiempo cuentan con potencial para ser utilizados en las industrias farmacéutica, alimenticia, cosmética y biotecnológica.
De los resultados preliminares destaca que los arribazones estudiados durante 2018-2019 en la parte norte de la costa de Quintana Roo, desde Tulum hasta Cancún, estuvieron conformados por algas flotantes (llamadas pelágicas) y algunas especies de macroalgas y pastos marinos que crecen adheridas al sustrato (también conocidas como bentónicas).
Las especies pelágicas, entre ellas las algas Sargassum fluitans y Sargassum natans, fueron las más abundantes alcanzando en ocasiones más del 90 por ciento del total, mientras que las bentónicas se encontraron en menor proporción.
También se determinó que la presencia de las especies pelágicas y bentónicas tuvo cierta estacionalidad. “La cantidad de algas del género Sargassum alcanzó su máximo en el verano, posteriormente disminuyó hacia el invierno, época en la que principalmente arribaron pastos marinos”, explicó Érika Vázquez.
El proyecto “Valorización de la biomasa de arribazón del género Sargassum para su uso y aprovechamiento”, consistió en realizar monitoreos mensuales con el fin de conocer las especies que están presentes en cada época del año, su proporción, su composición bioquímica y las afectaciones ecológicas y sociales que pueden provocar.
De las muestras recolectadas en seis localidades de la costa norte de Quintana Roo se identificaron, a través de diversos análisis en el laboratorio, los compuestos presentes en cada especie. Además, se hizo una evaluación del contenido de metales pesados, ya que las algas pueden absorberlos y liberarlos cuando se depositan y descomponen en la playa.
En el estudio participan investigadores de los Departamentos de Recursos del Mar, Ecología Humana y Física Aplicada, del Cinvestav Unidad Mérida, y de los Centros de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo).
La recolección de muestras y su análisis terminaron en junio de este año, pero el procesamiento de los datos continúa. La información recabada servirá para guiar las siguientes investigaciones y entender un poco más de este fenómeno en el que intervienen diversos factores, entre ellos los climatológicos (tormentas, corrientes, marejadas y/o vientos), el incremento de los nutrientes y de la temperatura del mar, así como los cambios en los patrones de corrientes.
Estos en conjunto hacen que el arribo masivo de sargazo en el Caribe mexicano sea un fenómeno intermitente e irregular, cuyo primer evento masivo se presentó en 2014-2015; después disminuyó y regresó con mayor intensidad del 2018 a la fecha. Cabe destacar que se ha pronosticado que el arribo durante el 2020 será superior al de años anteriores.
Por lo que el principal reto es el desarrollo de una estrategia óptima y costeable para recolectar las grandes cantidades de sargazo antes de su llegada a las costas del país y evitar con ello su descomposición, la erosión de playas, los daños a los ecosistemas locales y las afectaciones al sector turístico, entre otros, destacó Érika Vázquez.