Con hongos y bacterias mejoran la flor de cempasúchil
La flor de cempasúchil (Tagetes erecta) además de utilizarse en las ofrendas del Día de Muertos, sus pigmentos son empleados como colorantes en la industria alimentaria y textil, por lo cual su cultivo es de relevancia económica y cultural.
El investigador del Cinvestav Unidad Irapuato, Víctor Olalde Portugal, ha estudiado microorganismos presentes en el suelo (bacterias y hongos) que se asocian a las raíces de las plantas y pueden influir en la salud, crecimiento, rendimiento y calidad de diversos cultivos.
Uno de sus trabajos se enfocó en evaluar si la bacteria Bacillus subtilis y el hongo Glomus fasciculatum, microorganismos de los que ya se ha reportado mejoran el color y aumentan el tiempo de vida de otras flores, impactan de manera positiva en algunas características del cempasúchil.
Entre los resultados obtenidos está que estos dos microorganismos en conjunto aumentaron el tamaño de las flores, la intensidad de su color amarillo, la concentración de xantófilas (uno de los pigmentos de esta planta), y también aceleraron la floración.
Otro aspecto a destacar es que B. subtilis y G. fasciculatum favorecieron el establecimiento de otras bacterias promotoras del crecimiento vegetal capaces de beneficiar a la planta.
Esto contribuye a disminuir la cantidad de agua y fertilizantes que las plantas requieren para su desarrollo, porque los microorganismos asociados a la raíz optimizan el uso del agua y de los diversos nutrientes presentes en el suelo, como nitrógeno, hierro y fósforo, señaló Olalde Portugal.
Para evaluar el impacto de B. subtilis y G. fasciculatum en el tamaño, color y cantidad de xantófilas en las flores de cempasúchil, se utilizaron las semillas de la planta y fueron conformados cuatro grupos: uno sin inocular, otro inoculado con una solución de B. subtilis, uno más con esporas de G. fasciculatum y el último con la combinación del hongo y la bacteria.
Posteriormente, las semillas fueron plantadas en macetas y se les tuvo bajo condiciones de invernadero, con administración de agua a fin de mantener la humedad adecuada del suelo y también se les suministró una solución con nutrientes.
Cuatro meses después de iniciado el experimento se procedió a la identificación de los microorganismos benéficos que colonizaron la raíz, esto a partir de observar con el microscopio las muestras de las raíces de las plantas de cempasúchil.
En lo que respecta a la calidad de la flor, se tomó en cuenta el tamaño, el contenido de xantófilas (pigmento amarillo), así como la intensidad y el brillo del color de los pétalos; para evaluar estos dos últimos aspectos se usó un espectrofotómetro.
Al comparar los parámetros obtenidos de las plantas que no fueron inoculadas con los microorganismos y de las que sí, fue posible concluir que B. subtilis y G. fasciculatum son una opción útil para mejorar el cultivo del cempasúchil.
“Con los trabajos que hemos realizado en cempasúchil y otras plantas, incluida la de jitomate, identificamos que B. subtilis y G. fasciculatum son una buena combinación para mejorar una gran variedad de cultivos, y que la clave está en añadir las esporas del hongo y tras algunos días a la bacteria”, explicó.
La rizosfera es la parte del suelo que está influenciada por la raíz de las plantas y en donde algunos microorganismos encuentran diferentes sustancias como aminoácidos, proteínas, enzimas, azúcares, ácidos orgánicos y vitaminas, las cuales aprovechan como fuente de energía o para desarrollarse.
Al mismo tiempo, las bacterias y los hongos ayudan a la planta a fijar nutrientes, le proveen hormonas para su crecimiento y le otorgan respuesta inmune contra patógenos, por lo que es necesario seguir estudiando a estos microorganismos a fin de entender con mayor profundidad los beneficios para árboles frutales, agaves y flores, entre otros, dijo Olalde Portugal.