Consumo global de biocombustibles aumentará hasta 8% en 2021
La disminución en las restricciones de movilidad vehicular para el presente año en comparación al 2020, han permitido que el consumo de biocombustibles líquidos, a nivel agregado, despegue, por lo que expertos proyectan un aumento del consumo mundial del orden de entre 5% y 8% en 2021.
De acuerdo con el Atlas de los biocombustibles líquidos 2020-2021, los resultados positivos se esperan en la Unión Europea, Estados Unidos, Indonesia, India y Argentina.
Los datos sobre el primer semestre de 2021 muestran una recuperación relevante luego de que entre el 2000 y el 2019 la producción y el consumo de biocombustibles líquidos se multiplicara por 11.
La publicación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en 2020 las materias primas más utilizadas en la producción de biodiésel fueron los aceites vegetales, entre los cuales se destacan el de palma (32%), el de soya (26%) y el de colza (15 %).
El 27 % restante corresponde a otras materias primas, como los aceites vegetales usados, las grasas animales y otros aceites vegetales vírgenes, entre ellos el de girasol.
El maíz y la caña de azúcar fueron las materias primas más utilizadas en la producción de bioetanol, con una participación de 63 % y 30 %, respectivamente.
De esta forma, se produce biodiesel a partir de materias primas biológicas para sustituir diésel fósil y bioetanol para reemplazar gasolinas originadas a partir de petróleo.
El creciente consumo de biocombustibles ha sido impulsado por la formulación de políticas públicas que autorizan y, en muchos casos, promueven su uso. Uno de los instrumentos más utilizados por los países es la reserva de cuotas de mercado, denominada “mandatos de uso de biocombustibles”.
En 2020, 65 países establecieron mandatos con distintos grados de rigidez y cumplimiento. América tiene una participación destacada tanto en la producción como en el consumo y el establecimiento de “mandatos de uso de biocombustibles”, especialmente en la región sur y norte del continente.
De acuerdo con el especialista internacional en biocombustibles del IICA, Agustín Torroba, el “Atlas de los biocombustibles líquidos 2020-2021” es una importante herramienta que permite que los técnicos gubernamentales y los decisores de política pública cuenten con información precisa, confiable y detallada sobre las principales variables en materia de biocombustibles. Esto les permite estar al tanto de las últimas tendencias globales y tener información completa para la articulación de marcos normativos y formulación de políticas públicas.
Además de su uso en el transporte terrestre, los biocombustibles han comenzado a ser usados en otros sectores, como la aviación. En este sentido, en 2007 el biojet (biocombustible que reemplaza al combustible fósil jet fuel) mostró sus primeros consumos regulares y, a partir de 2020, se empezó a utilizar significativamente a raíz de una nueva capacidad instalada. Incluso, varios países comenzaron a analizar e implementar mandatos de uso de biocombustibles en este segmento.
Los gobiernos de Noruega y Suecia promulgaron una legislación en apoyo a los biocombustibles sostenibles de aviación, mientras que Francia está discutiendo un mandato al respecto para su introducción en el corto plazo. También en otros Estados miembros de la Unión Europea (UE), incluidos Alemania, los Países Bajos y España, se han producido debates en la materia, mientras que en los Estados Unidos varias iniciativas de esta industria están en marcha y Brasil ya cuenta con especificaciones de calidad aprobadas.
En la actualidad los biocombustibles líquidos se siguen afianzando como parte de una transición más limpia en el marco de un paradigma de movilidad basado en la combustión interna.
Mientras comienzan a desarrollarse nuevos paradigmas de movilidad (electromovilidad, propulsión por hidrógeno, etc.) con un tiempo de masificación considerable, los biocombustibles constituyen una alternativa ambientalmente más sostenible que los combustibles fósiles, sin grandes cambios técnicos. Adicionalmente, permiten agregar valor y diversificar la producción agropecuaria, generando empleo e impactos económicos positivos en los productores rurales.
Fuente: IICA