Desarrollan recubrimiento biodegradable para conservar alimentos
Para sustituir los recubrimientos plásticos utilizados en la industria alimenticia por materiales que, además de ser amigables con el ambiente, ayuden a preservar por mayor tiempo y en mejores condiciones el producto, el investigador del Cinvestav Unidad Mérida, Tomás Jesús Madera Santana, trabaja en el desarrollo de recubrimientos biodegradables utilizando agar, grafeno y miel de abeja melipona.
“Se busca sustituir los plásticos a base de petroquímicos por recubrimientos biodegradables y amigables con el ambiente. Además, se pretende que esta opción se adecúe al área biomédica en la sustitución del consumo de material plástico”, señaló el investigador.
En el estudio, publicado en la revista Carbohydrate Polymer Technologies and Applications, se planteó una forma sencilla y económica de desarrollar bionanocompuestos donde uno de sus componentes es un biopolímero conocido como agar, el cual se usa en la actualidad como agente texturizante en diversos alimentos y es considerado como uno de los materiales más prometedores, al ser renovable por su origen marino.
A pesar de que los biopolímeros se han considerado competentes en materia de embalaje, son muy sensibles a la humedad, lo que se traduce en una disminución de las propiedades mecánicas, principalmente en el desarrollo de fragilidad y pérdida de rigidez.
Para mejorar estos inconvenientes, Madera Santana, en colaboración con José Antonio Azamar Barrios, investigador del Departamento de Física Aplicada del Cinvestav, logró una forma sencilla y económica de producir óxido de grafeno, para después incorporarlo a una matriz biopolimérica de agar con miel de abeja melipona.
El agar tiene capacidad para formar películas, pero estas muestran una extensibilidad limitada y fragilidad; sin embargo, es posible controlarlo mediante la adición de plastificantes.
“Las abejas utilizan secreciones azucaradas de las flores, conocidas como néctar floral, para producir miel. Tiene propiedades antioxidantes, cicatrizantes, desodorantes y de acción puente, es decir, hacen que la miel funcione como agente antimicrobiano y un posible plastificante. Por lo tanto, la idea fue utilizar la miel de melipona, producida desde la época precolombina, gracias a una abeja sin aguijón endémica de Yucatán”, señaló el egresado del Cinvestav.
Las películas de biopolímero mezcladas con un agente antimicrobiano tienen dos funciones particulares; la primera es controlar el crecimiento microbiano en la superficie de los alimentos y la segunda es extender la vida útil que implica la seguridad microbiana en los productos alimenticios.
Las características de las películas de bionanocompuestos a base de agar con óde grafeno y miel de melipona, proponen que su uso como material de envasado de alimentos puede ser una buena opción, pues una vez desechadas regresan a su medio natural sin entrar en conflicto con el ambiente.
“Es importante señalar que, debido a la composición del recubrimiento, a base de grafeno, se tienen que cuidar los daños físicos que presente la cáscara de la fruta para evitar el contacto con el producto interno que se consuma”, puntualizó Madera Santana, quien actualmente está adscrito al Centro de Investigación en Alimentos y Desarrollo.