Desechos sólidos urbanos y agrícolas pueden generar energía eléctrica y biofertilizantes
Los residuos sólidos urbanos, aguas residuales, y desechos agrícolas pueden reciclarse a través de un proceso anaeróbico y aprovechar la biomasa para generar energía eléctrica, combustible de alto valor, y biofertilizantes.
En México se están procesando 400 toneladas de biomasa con distintos orígenes, que han dado lugar a 18 mil metros cúbicos cada 24 horas y 200 litros de biometano para 20 unidades que sirven para el transporte, esto con la intención de aprovechar los desechos, ser rentables y reducir la contaminación, expuso el director general del Grupo Serrano/Brimex Energy, Joint Venture México-Británica, Guillermo Chaim Serrano.
Durante su participación en el reciente Foro Global Agroalimentario (CNA), organizado por el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), el experto añadió que el biometano también se aprovecha para generar calor y gas automotriz comprimido.
Explicó que a través de un proceso anaeróbico se genera biogás y diogestato, éste último puede ser empleado como abono orgánico, además de que se contribuye con la disminución de la contaminación.
Con los residuos sólidos urbanos –subrayó– se pueden generar energías como la eléctrica y combustibles para los hogares y para emplearse en procesos industriales.
Tras referir que Grupo Brimex es una empresa dedicada a la generación de energía renovable, consideró que el cambio climático es una oportunidad para realizar proyectos sostenibles, con la intención de adquirir bonos de carbono.
En su intervención, Gerardo Luna, Líder de Mercado México, Ecuador y Guatemala del Consejo de Exportación de Soya de EUA (USSEC), comentó que la economía circular es un ejemplo para reorientar los sistemas productivos, de forma que se debe producir, usar, recuperar, reparar y reutilizar.
En Chile, destacó, se cuenta con un plan nacional de consumo y producción sustentable de 2017–2022; en Colombia se ha formulado una estrategia nacional de economía circular; Perú tiene un plan nacional de competitividad y productividad 2019-2030, que plantea la adopción de métodos de producción y patrones de consumo que fomenten una economía circular.