La inercia de crecimiento y dinamismo del sector agroalimentario, que se sembró hace tres o cuatro años, están empezando a ser mermados, lo cual sumado a problemas climatológicos –sequía, inundaciones y heladas–, falta de financiamiento, orientación de políticas públicas y “merma” del presupuesto para el campo han llevado a una disminución de cerca de 4 millones de hectáreas que se han dejado de cultivar en México.
Así lo afirmó el presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Juan Cortina Gallardo, quien subrayó que “desgraciadamente, desde el punto de vista de políticas públicas, hemos tenido en los últimos años una serie de embestidas que no están ayudando para que este sector siga teniendo el dinamismo que debiera de tener: los recortes presupuestales en la Secretaría de Agricultura y el enfoque totalmente social que se le está dando al presupuesto del sector; así como la eliminación de muchísimos programas y la parte del financiamiento está siendo muy mermado”.
Indicó que al primer semestre las exportaciones crecieron 8%, pero no estamos en los mismos niveles que el año pasado y las importaciones de maíz están subiendo, además que se han presentado problemas fitosanitarios con la mosca del Mediterráneo; está la amenaza de la Peste Porcina, la cual puede afectar en forma significativa sector porcino; en bovinos la tuberculosis y brucelosis; y el presupuesto del Senasica igual está mermado.
Al participar en el foro “Desafíos del campo y la seguridad alimentaria”, Cortina Gallardo expuso que estamos enfrentando medidas unilaterales que desgraciadamente se están centrando en temas de “ideológías radicales” que afectan el desarrollo del sector, recortes presupuestales, programas asistenciales, modelo agroecológico, orientación social del presupuesto y reforma energética, que puede provocar aumentos y escasez de energía en México.
Se trata, machacó el presidente del organismo cúpula del sector agroempresarial, de traer campo a modernidad, con una visión de mediano y largo plazo, no de regresar a un campo del siglo XVIII.
Destacó la importancia del sector agroalimentario, el cual genera casi el 10% del PIB nacional, representa cerca de 10% de las exportaciones del país e incluso el 22% de lo que importa Estados Unidos de alimentos procede de México.
Alza de insumos ponen en riesgo rentabilidad de productores
Por su parte, el gerente general de Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuaria (AMSDA), Octavio Jurado advirtió que existen riesgo para la seguridad alimentaria ante una crisis inédita por la pandemia de Covid-19, donde el alza de precios fertilizantes y semillas pueden poner en riesgo rentabilidad de cultivos y esto podría tener un efecto inflacionario.
Al respecto, informó que en lo que va del año la inflación en alimentos ha tenido doble dígito y estamos frente a importación inusual de maíz amarillo y en frijol de más del 200% en relación con año pasado.
Estamos “en la orilla del precipicio” y si no tomamos decisiones que nos permitan plantear un horizonte distinto al que hoy se advierte en el campo mexicano podríamos enfrentar un escenario de riesgo para la seguridad alimentaria.
“Seguimos viviendo los efectos negativos de la pandemia, que ha generado afectaciones globales en la cadena de suministro, modificando las tendencias de consumo.
El Covid-19 no sólo ha tenido impacto en la economía de países, empresas y familias, sino en especial de los productores agrícolas mexicanos, que se han descapitalizado aún más por los eventos climáticos adversos, lo que a su vez ha causado un incremento en las importaciones”.
Octavio Jurado destacó que mientras en Estados Unidos se otorgan más de 50 mil millones de dólares en trasferencias, aquí el presupuesto no va dirigido hacia la productividad.
También proyectó que la sequía se alargará por la transición del fenómeno de El Niño a La Niña, lo que propiciará clima más frío y menos agua.
En su participación, el director general del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), Juan Carlos Anaya Castellanos, remarcó que la FAO insiste en que los gobierno s tienen que invertir de 40 a 50 mil millones de dólares en intervenciones que promuevan la productividad para acabar con el hambre mundial.
Coincidió con Juan Cortina en que el sector agroalimentario en México requiere de políticas públicas que ofrezcan certidumbre y reglas claras para seguir creciendo en la producción de alimentos, con creación de empleos y divisas para México- además, los retos deben afrontarse en coordinación con el CNA, los gobiernos federal y estatales, y el Congreso de la Unión.
