Glifosato en cacerolita de mar enciende alarma ambiental en península de Yucatán
El hallazgo de glifosato en cacerolitas de mar muertas de la Reserva de la Biósfera Ría Lagartos, enciende una alarma ambiental para la fauna de la península de Yucatán.
La cacerolita de mar (Limulus Polyphemus) es un “fósil vivo”, son el pariente vivo más cercano a los trilobites y los primeros ejemplares datan de entre 250 y 200 millones de años. Son más viejos que los dinosaurios, “han sobrevivido a varias extinciones masivas y son un libro abierto para entender cómo era el planeta hace millones de años” aseguró Juan José Sandoval Gio, investigador del Tecnológico Nacional de México, campus Tizimín.
Con el propósito de concientizar a la comunidad de la protección de la fauna marina, el científico detalló que esta especie tiene cinco pares de ojos, que le permiten orientarse mientras nada en su hábitat, detectar la luz y moverse hacia ella e identificar algunos tonos del espectro ultravioleta en los rayos de sol y el brillo de la luna.
Asimismo, pueden ver en prácticamente todas las direcciones: hacia adelante, hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo. Tiene cinco pares de patas con pequeñas garras y otro par que les ayuda a enterrarse bajo la arena. Son extremidades que les ayudan a desplazarse, pero también a triturar su comida.
La cacerolita cuenta con un exoesqueleto, un caparazón duro, y una colita larga y puntiaguda que puede parecer amenazante, pero que usan principalmente para darse la vuelta al incorporarse y que mueven de un lado a otro, su sangre tiene una enzima que al entrar en contacto con el oxígeno se pone de un color azul y fluorescente, y que encierra un secreto que vale millones de dólares en la industria farmacéutica.
En México, las amenazas son diferentes para este animal marino, desde hace años, pobladores de zonas protegidas han denunciado la extracción ilegal por parte de pescadores. Las cacerolitas de mar tienen un alto contenido de proteínas, lo que atrae a pulpos. Un solo pedazo puede usarse como cebo unas 10 veces, según las investigaciones de Sandoval Gio, Héctor Ortiz y otros académicos.
Un factor adicional que pone en peligro a las cacerolitas, son los contaminantes emergentes en la zona costera, un problema poco estudiado. Se trata de aquellas sustancias causantes de contaminación, pero que su uso indiscriminado y cada vez más frecuente está ocasionando efectos dañinos.
Estos contaminantes no se monitorean con regularidad y es el caso de algunos medicamentos, los dispersantes del petróleo, distintos plaguicidas de nueva generación, como el glifosato, y productos de cuidado personal, como los bloqueadores solares y los dentífricos.
Por ello, se han establecido mecanismos de acción para saber si tal contaminación pudiera ser una amenaza para L. polyphemus en la península de Yucatán.
Con la autorización de las instancias oficiales, en las zonas costeras de Ría Lagartos, Yucatán, y Champotón, Campeche, se han colectado huevecillos para trasladarlos al TecNM campus Tizimín, en donde se les mantiene en condiciones de laboratorio. Antes y después de la eclosión (nacimiento) se exponen a diversos contaminantes para evaluar su índice de supervivencia y los cambios fisiológicos o morfológicos en embriones y larvas.
Por ejemplo, las larvas que fueron expuestas a derivados y dispersantes del petróleo mostraron alteraciones en genes relacionados con la respuesta a contaminantes, lo que ayudará a comprender cómo estos organismos afrontan eventos adversos en el océano, entre ellos, los derrames petroleros.
Otro estudio reciente, encontró glifosato en numerosas cacerolitas muertas de cuatro localidades de la Reserva de la Biósfera Ría Lagartos. Es la primera vez que en México se registran casos de animales marinos contaminados con el herbicida, por lo que se enciende una alarma ambiental no solo para la cacerolita de mar sino para toda la fauna de esta área natural protegida.
El glifosato se usa en muchos países y se ha catalogado como potencialmente cancerígeno; se ha detectado en aguas subterráneas y superficiales de la península de Yucatán, pues en la última década se le ha utilizado en exceso en la agricultura en la región.
Por otra parte, los estudios para cultivar las larvas de cacerolita de mar en cautiverio están en desarrollo, y esto podría derivar en que se llegue a liberar a los organismos en hábitats críticos. Y al igual que con especies como la tortuga marina, se pueden realizar actividades de educación ambiental para promover la repoblación y la conservación de la especie.
De acuerdo con el investigador, “aún queda mucho por hacer para evitar que nuestra generación tenga el primer lugar en amenazas de extinción a la cacerolita de mar, algo que ni siquiera logró el meteorito que impactó en la península de Yucatán en el Cretácico”.
Finalmente, Sandoval Gio señala que este riesgo crece porque hay grupos de personas con actividades pesquero-comerciales que no observan las leyes y otros que favorecen el uso incontrolado de contaminantes emergentes, en contraparte tenemos a la academia, a diferentes órganos de gobierno y, en especial, a las nuevas generaciones con acciones propositivas que podrían contribuir a que la cacerolita de mar continúe habitando los mares y costas del mundo.