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La muerte del caguamo y la sobrevivencia de las tortugas

  • De 4 especies de tortuga que arriban a costas de Oaxaca 3 están en peligro crítico de extinción
  • 60% de las costas oaxaqueñas carecen de vigilancia que proteja al quelonio
  • Peligran por presencia de depredadores naturales y humanos  

ERNESTO PEREA, ENVIADO

Puerto Escondido, Oaxaca.- Hemos recorrido apenas unos 600 metros desde la zona costera de este puerto, entre brisa y ligeros saltos sobre la superficie del mar, cuando nuestro capitán apaga el motor de la lancha, la cual súbitamente se detiene para no ahuyentar a una pareja de tortugas golfinas que a pleno mediodía, arropadas por un clima cálido y en medio de estas aguas saladas, se aparean en silencio. Es el inicio del ritual de la reproducción que garantizará la supervivencia de está especie, que aunque no se encuentra en peligro crítico de extinción como otras que arriban a la zona costera de Oaxaca, sí está en estado vulnerable, a causa de depredadores naturales y humanos.

La imagen es única. Observamos cómo el macho sigiloso y sin movimiento monta a la hembra.  Así permanecerá de dos hasta cinco horas. “Aguanta más que los humanos”, bromea Armando Ramírez, quien maneja la pequeña embarcación que realiza recorridos en la Bahia Principal y quien nos ha acercado a observar las tortugas.  “Llega un momento en que el macho queda entumido, engarrotado y ya no se puede despegar. En ocasiones como que le da un infarto de tanto estar trabajando y a veces muere. Y de ahí viene el dicho popular mexicano que dice como la muerte del caguamo, ahí quedó arriba”.

Permanecemos inmóviles, en silencio, disparando cámaras y captando video de estos momentos maravillosos que nos regala la naturaleza a finales de mayo –días antes de que el huracán Agatha pegue a las costas de Oaxaca–, cuando aún es raro observar a las tortugas aparearse. En junio es más marcada la presencia de estas especies en pleno “amorío”.

Más tarde en el campamento tortuguero de Bacocho, Hugo Ibáñez López, presidente de la Asociación para la conservación de la tortuga Vivemar, nos platicará que en las costas oaxaqueñas anidan cuatro de las siete especies de tortugas que existen en el mundo.

En la franja costera de Oaxaca –detalla– lo que menos tenemos es tortuga carey, que está al borde de la extinción; la tortuga laúd es la más grande del océano y puede medir de 1.70 a hasta 2 metros y pesar de 400 kilos a más de una tonelada, es la más longeva, pero si no tenemos cuidado puede desaparecer, porque está en peligro crítico de extinción; la tortuga verde está en peligro de extinción y la golfina ya se encuentra en estado vulnerable.

Foto:Vivemar

En la zona costera del estado hay alrededor de 29 campamentos tortugueros, la mayoría comunitarios y otros federales. Para proteger a las tortugas del saqueo humano la Marina, la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano se encargan de la vigilancia. Sin embargo, solo se vigila 40 por ciento de las playas donde arriba la tortuga, por lo que falta 60 por ciento de cobertura, estima Hugo Ibáñez.

“No se qué programa tengan para poder subir ese porcentaje, que es muy alto, como si las tortugas marinas tuvieran muy poca importancia”, lamenta luego de que ha encaminado a los turistas extranjeros –en su mayoría—y nacionales que llegan a a este campamento a liberar una tortuga, con el propósito de coadyuvar a la supervivencia de esta especie.

La tarea es titánica, pero hay algunos visos esperanzadores para los protectores de las tortugas. Por ejemplo, explica Hugo, en el caso de la tortuga verde antes se protegían de 40 hasta 90 nidos y ahora, “es sorprendente, estamos recuperando más de 400 nidos. Esto en doce años de trabajo”.

–¿Que les preocupa más, los depredadores humanos o naturales?

–Definitivamente el humano esta acabando con todo. Incluso los depredadores naturales no tienen ya casi lugares donde estar. Podemos ver la reserva de playa Bacocho, con una montaña hermosísima –dice al tiempo que la señala–, donde hay una gran cantidad de mamíferos, pájaros, reptiles, murciélagos. Pero prácticamente está en el centro y el peligro es que algún día alguien quiera traer mucho dinero y vaya a invertir en esa zona y va a dar mucha tristeza ver eso ahí…

Otro factor que han detectado los protectores de las tortugas es que en santuarios como Playa Escobilla, que alberga muchas tortugas, la comunidad tiene una cultura gastronómica asociada al consumo de tortugas. “Ahí lo que claramente se ve al momento de ver los caparazones es que hace falta vigilancia. Los tortugueros o personas que están trabajando con conservación no pueden hacer nada porque ellos no son ley. Ahí sería la presencia de la policía federal”.

La comunidad necesita educación ambiental. En la zona costera de Oaxaca, los ambientalistas representan una célula muy pequeña y brindan educación ambiental desde su trinchera y con sus escasos recursos.

Organizaciones como Vivemar, necesitan material y personal con conocimiento para impartir un taller especial, ya que el enfoque son los niños, “porque tenemos la confianza en esa generación”. De hecho el pequeño Iker, de unos 10 años de edad, durante la visita también explica a los turistas el trabajo que realizan en el campamento tortuguero para ayudar a preservar la vida de las tortugas.

“Nosotros aquí las cuidamos y en otros lugares las están acabando”, expresa Armando Ramírez, quien considera que para contrarrestar la matanza se requiere de mucha conciencia por parte de la gente, porque las mata por ganarse unos pesos, pero están acabando con la naturaleza, con la tortuga que tarda muchos años en crecer.  Una tortuga de unos 40 centímetros tendrá de 50 a 60 años de edad. Es un delito grave estar matando tortugas; hacemos conciencia con el turista para que solo mire, no tocar, ni lastimar”.

Foto: Vivemar

Mientras observamos el apareamiento de las tortugas golfinas, el capitán explica: “son de 52 a 55 días de incubación, lo que tarda en desovar, luego emerge y ya se dirige al mar. Pero en el lapso del nido a la mar es un martirio para las tortugas, porque llegan los perros, los mapaches, las águilas… en el agua las barracudas, las sierras, los tiburones se comen a las tortugas bebés, que son presa fácil porque tienen su caparazón frágil. De 100 que nacen llegarán a ser adultas una o dos tortugas”.

En junio empieza la temporada de apareamiento de la tortuga, ya en septiembre-octubre se dirigen al desove a Playa Escobilla, cerca de Puerto Angel.

Los lugareños platican que hace unas semanas en la Laguna de la Ventanilla, cerca de Puerto Ángel, hubo un fenómeno natural, se pigmentó el agua de un color rosado y eso atrajo a mucha gente y a raíz de eso se encontró un cementerio de tortugas, “pareciera que ahí las matan, les quitan el caparazón, la carne y ahí dejan dejan los restos. Eso debe traer mucha investigación de Semarnat, Profepa, la Marina”, señalan.

Recuperándose de la pandemia

Foto: Ernesto Perea

Armando Ramírez es un hombre color de costa, rostro moreno y ojos negros vivarachos que apenas ocultan su gafas oscuras que reflejan las olas del mar. Desde los 13 años se lanzó a la mar. Estudio la preparatoria pero “nos gustó el mar y ya no le seguimos a la escuela”. De su hermano mayor aprendió el oficio de operador de lanchas. Él es uno entre una centena de hombres que operan en este puerto las pequeñas embarcaciones. Armando maneja con habilidad su pequeña embarcación, que con orgullo llama La Bendición y que es su medio de sustento.  Hoy con 27 años de experiencia de navegar en el mar, ofrece servicios de paseos turísticos náuticos, visitas a las playas u observar tortugas, delfines, mantarrayas y, en temporada, ballenas jorobadas.

El turismo bajó de manera drástica durante la pandemia –recuerda–, las autoridades no dejaban salir a pescar a más de tres personas para capturar algunas especies para el alimento diario.  “Los primeros meses de la pandemia las playas del Puerto estuvieron cerradas, tuvimos una batalla económica, porque de seis a ocho meses no tuvimos actividad de turismo, del que dependemos. Nos dejaban pescar únicamente para sacar peces para el sustento, para llevar comida a la mesa, pero en el ámbito económico no podíamos llevar clientes, eso nos limitó un poco. Pero gracias a Dios todos estamos bien, no hubo bajas de la familia y aquí estamos”.

Hoy ya se han recuperado y en buena temporada hace hasta tres viajes a la mar, donde recorre las playas que acá son un atractivo para los visitantes, como Puerto Angelito, Bacocho, Carrizalillo y Manzanilla. Considera que sus servicios son “un poco importantes, porque somos los que llevamos al turismo a conocer las bahías; podrían hacerlo por tierra, pero el gusto es hacerlo por mar, navegando”.

“Nosotros cuidamos las tortugas, no las maltratamos, solo mirar, tomar fotografías”, subraya con los ojos en el horizonte marino Armando Ramírez.

 

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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