Ciencia y Tecnología

Uso de recursos naturales y concentración de la población potencian problemas socioambientales

Ante el crecimiento de la población mundial que rebasa ya los ocho mil millones de habitantes, la preocupación no es la cantidad de personas, sino la manera como “empleamos los recursos y nos apropiamos la producción primaria del planeta”, reconoció el doctor Pere Sunyer Martín, investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El coordinador de la Licenciatura en Geografía Humana detalló que no es una cuestión de espacio, sino de uso de bienes o estilos de vida que profundizan problemas que no eran graves y ahora son alarmantes, como la utilización de conexiones de internet 4G y 5G, que generan una importante huella ecológica que contribuye al calentamiento global.

En opinión del geógrafo e historiador, otro inconveniente mayor es la distribución de la población mundial, pues muchas personas viven en las costas y en un panorama de calentamiento global es previsible que una parte de ellas quedaría inundada.

La concentración humana no es de ahora, por ejemplo, en el sudeste asiático ha sido abundante, dado que es una zona rica en recursos, sobre todo hídricos, y aunque las lluvias causan desastres, también benefician a los pobladores, indicó el docente de la licenciatura en Geografía Humana de la UAM.

Los países más poblados del planeta tienen características económicas y demográficas diferentes. En la India no tienen problema con el crecimiento demográfico a un ritmo importante; en tanto que en China, desde los años setenta del siglo pasado, se aplican políticas restrictivas para tener hijos, aun cuando ahora están reconsiderando esa situación, porque sus habitantes están envejeciendo.

En Estados Unidos, la gente se concentra en las costas, pero en la parte central no hay tanta; ahí más bien se trata de un tema de distribución demográfica, al igual que en Brasil, donde se agrupa en las ciudades. Si bien ahora está presentándose una intromisión en la selva amazónica con proyectos mineros y petroleros, que amenazan a los indígenas.

“El problema no son los ocho mil millones de personas, sin duda impresionante, sino el proceso de envejecimiento en que se encuentran en algunos países, como Rusia y otros europeos”, en tanto que parte de la población del continente africano emigra hacia el viejo continente.

“Hablamos de realidades demográficas, económicas, políticas y ambientales completamente diferentes, pues con un incremento de dos grados en la temperatura del planeta mucha de la producción va a desaparecer por la falta de agua para regar y de insectos polinizadores”.

Como individuos “tenemos que hacer lo propio para que nuestra aportación al calentamiento global sea lo menos grave posible, como usar menos el transporte privado, consumir productos del mercado local o cultivar en nuestra casa las huertas domésticas, aunque lo que incide más son las políticas públicas”.

En el ámbito municipal “debemos apostar por concebir una ciudad próxima en la que la escuela, el trabajo y los lugares de comercio no estén muy lejos de la casa, así como incentivar que el transporte público sea eficiente en tiempo y empleo de combustibles”.

El estilo vida “que tenemos en ciudades de más de diez mil habitantes es superdepredador con los recursos”, por lo que es importante que a nivel federal se tomen iniciativas frente al cambio climático, de eficiencia en el uso de los recursos hídricos, lo que implica controlar la utilización del agua en la agricultura.

Con la gran insolación diaria que tiene México, con más de 11 mil kilómetros de costas donde pueden instalarse aerogeneradores con energía geotérmica disponible, “¿cómo es posible que una nación tan rica no aproveche adecuadamente esas fuentes? , cuestionó el investigador.

“Con sólo cambiar el modelo de energía arreglaríamos muchos problemas, además de que podemos hacer que la gente la produzca, en lugar de exportar miles de megavatios de un lado a otro del país”.

El doctor por la Universidad de Barcelona advirtió que “si no hacemos una política seria de cambio real muchos de los paisajes que disfrutamos en México van a desparecer irremediablemente bajo el poder del capital, de las madereras, de las mineras, de la tala clandestina, del narco, de intereses diversos que se mezclan”.

La mejor forma de administrar los territorios es en el plano local con países más pequeños, “si reducimos el territorio se gestionarían mejor los recursos, la economía y la política, pero cuando los bienes son enormes las posibilidades de robar o aprovecharse es mayor, por lo que resulta muy complicada una mayor eficiencia”, concluyó.

Fuente: UAM

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