Ante altas temperaturas, se debe cuidar a población vulnerable
Las olas de calor que han afectado a la población –particularmente a niños y adultos mayores– en gran medida se explican porque debido al cambio climático ”hemos alcanzado un incremento promedio de un grado centígrado en el planeta por arriba de los registros históricos”, indicó la doctora Gloria Soto Montes de Oca, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó una serie de estudios sobre estos fenómenos y las medidas que se recomiendan, así como un documento sobre los factores que inciden en la vulnerabilidad tanto de individuos como de comunidades frente a las temperaturas extremas.
La académica del Departamento en Ciencias Sociales de la Unidad Cuajimalpa sostuvo que “como universidades tenemos mucho qué estudiar sobre los elementos que influyen en la vulnerabilidad de infantes, ancianos y personas que toman medicamentos”.
A nivel comunitario propuso analizar el diseño urbano, pues las ciudades deben tener suficientes espacios verdes y frescos, y “así como hay centros de refugio por los huracanes, debiera haber lugares con aire acondicionado para personas expuestas”.
Otros aspectos que deben indagarse en las comunidades de investigadores y en las universidades son el diseño de viviendas, que cuenten con las condiciones para mantener un ambiente agradable, así como generar alternativas de enfriamiento e hidratación.
Los aumentos de temperatura en varias regiones del mundo son más notorios que en México; “hay noticias alarmantes de que en el Ártico se han registrado 38 grados Celsius, es decir, se trata de un fenómeno extremo que incluye precipitaciones torrenciales o incendios forestales”.
En 2022, Europa padeció una sequía muy intensa y una ola de calor que provocaron muertes y tuvieron fuertes consecuencias económicas.
En 2018 la investigadora estudió el manejo de las temperaturas extremas en zonas periurbanas en Hermosillo, Sonora y la capital de Aguascalientes, donde han padecido sequías debido al calentamiento.
Este asunto es parte de un acontecimiento considerable, pues “60 por ciento del territorio nacional está compuesto de climas seco y muy seco, predominantemente en las regiones centro y norte”, advirtió.
“En las áreas periurbanas y urbanas se vive una falta de confort al restar las probabilidades de estar al aire libre; los alimentos se descomponen rápidamente, lo cual trae riesgos de enfermedades gastrointestinales; también vemos acrecentamiento de la morbilidad humana y animal; la salud se afecta por el incremento de moscas y mosquitos que se asocian con muchos padecimientos”.
Soto Montes de Oca sostuvo que si lo anterior se liga con la falta de agua el problema se vuelve más crítico, pues existe un mayor consumo en épocas del calor en agricultura, ganadería e industria, entre otras actividades productivas.
La causa del cambio climático son los gases de efecto invernadero (GEI) que se empezaron a producir a partir del uso de combustibles fósiles basados en carbón, petróleo y gas natural a partir de la revolución industrial, “cuyas emisiones no hemos logado disminuir”, describió.
“En el año 1750 se producían 280 partes por millón de dióxido de carbono, pero en 2016 había aumentado a 403 partes por millón de ese gas acumulado en la atmósfera”.
Si bien se han suscrito acuerdos internacionales para reemplazar el uso de combustibles fósiles por energías limpias como el sol y de fuentes renovables, “esa reducción en las emisiones no se está haciendo a la velocidad que se necesita”, y especialistas prevén la posibilidad de que para el próximo año alcancemos una adición de la temperatura del planeta de 1.5 grados centígrados”.
En México, le compete al gobierno federal establecer los convenios para mitigar los problemas ocasionados por la contaminación, “y aunque existe el compromiso de aminorar en 35 por ciento la emisión de los GEI para el año 2030, las acciones para conseguir esa meta son insuficientes”, concluyó.