Réquiem por la Financiera Rural
El “sueño” de que los agricultores cuenten con una banca integral y especializada en el campo se aleja cada vez más en el horizonte del primer gobierno de la Cuarta Transformación. La Financiera Nacional de Desarrollo (FND) que al inicio de la presente administración concentraría las tareas de otorgar créditos y otros servicios financieros al sector rural pierde protagonismo y tiende a desvanecerse ante la relevancia que empiezan a tener otras entidades.
Por ejemplo, Producción para el Bienestar, uno de los programas estratégicos del gobierno federal, tiene como meta bancarizar este año a más de dos millones de productores, a través del Banco del Bienestar, que ya cuenta con 1,342 sucursales en operación y para el segundo semestre de 2023 estará operando un total de 2,700, de acuerdo con información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). La FND no aparece en esta dispersión de recursos.
De esta manera, el anuncio difundido en medios de comunicación –en diciembre pasado– de que la FND suspendería sus ministraciones anticipa la desaparición, fusión o sustitución de este organismo en la Financiera del Bienestar, como señalan dirigentes empresariales y productores del sector rural.
Una de las versiones más difundidas hablan de la fusión de la FND con Banco del Bienestar y Telecomm (Telecomunicaciones de México) para formar la Financiera del Bienestar.
Hay varias señales que apuntan a la desaparición de la FND: la vertiente financiera del presupuesto federal –aprobado por los diputados– ya no existe; el 15 de diciembre de 2022 se difundió en medios que los créditos de la dependencia se encuentran suspendidos, y no sólo los nuevos sino también los que iban por su segunda o tercera ministración; en octubre pasado el gobierno publicó un decreto donde Telecomm –que otorga crédito a la palabra y tandas para el Bienestar– se transforma en “Financiera para el Bienestar”.
La Sader indica –en su sitio web– que hasta 2022 los productores recibieron sus apoyos directos (que van desde 6 mil hasta 24 mil pesos por beneficiario) a través de tarjetas de diversos bancos, órdenes de pago de Telecomm en mesas de dinero. La FND tampoco aparece en esta dispersión de recursos.
A esto se suma que la semana pasada FIRA (Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura, del Banco de México) anunció un convenio con el gobierno de Sinaloa para “ofrecer una alternativa de atención” a los acreditados de la FND, así como ampliar el financiamiento a productores y empresas del sector agrícola.
El director general de FIRA, Jesús Alan Elizondo Flores, y el secretario de Agricultura de Sinaloa, Jaime Montes Salas, formalizaron la firma de un convenio de colaboración que establece un fondo mutual de garantía líquida por 193.3 millones de pesos para respaldar los créditos que otorguen los intermediarios financieros en operación directa con FIRA, a los clientes de la FND, que venían atendiendo en la entidad, tanto en el primer como en el segundo piso.
El fondo –se informó en un comunicado– es administrado por FIRA para otorgar una cobertura de 12% del portafolio de los créditos que intermediarios financieros otorguen a los productores acreditados con FND y responde a necesidades de financiamiento de hasta de 1 millón de UDIS en cultivos de maíz, trigo, sorgo y garbanzo del ciclo otoño–invierno 2022-23. Este instrumento servirá para detonar créditos hasta por 3,287 millones de pesos.
Empresarios hablan de incertidumbre en el campo
En este contexto, el sector empresarial, a través del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) ha criticado la “pausa de créditos de la FND y alertó sobre la incertidumbre que existe por la posible desaparición de la institución que llegó a colocar 70,000 millones de pesos por año y que se redujeron a menos de la mitad.
La sustitución de las tareas a cargo de la FND son evidentes. Los expertos han señalado que el sector agroalimentario requiere de una banca especializada que entienda los ciclos del sector agropecuario, las necesidades particulares de cada tipo de productor, con tasas de interés que resulten competitivas para un sector estratégico para el país y que brinde servicios con requisitos sencillos para el productor y alejado de la burocracia.
Con estas señales la posibilidad de crear una banca del campo que apoye de manera integral a los productores rurales no fructificó en el gobierno de la Cuarta Transformación, dado que al inicio de la presente administración se anunció la creación de la Financiera Nacional Agropecuaria Sociedad Nacional de Crédito (Finagro), que integraría a la FND con el Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco), el Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural (Focir) y Agroasemex.
Así, la idea de crea una banca especializada para atender el campo mexicano se desvanece a escasos dos años de que concluya el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
En México, el crédito al sector rural en condiciones adecuadas seguirá siendo un gran pendiente, porque según información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2019) sólo 9.4 de las unidades de producción agropecuaria solicitaron un préstamo. La inercia continúa, ya que ni los gobiernos neoliberales ni los llamados del cambio han tenido la capacidad e interés de crear una banca de desarrollo adecuada para el campo mexicano.