CDMX, 3 años sin trazas de transgénicos; inauguran casa de semillas
Desde hace tres años el campo de la Ciudad de México está libre de transgénicos, dado que las muestras que se han realizado no tienen trazas de organismos genéticamente modificados (OGM), aseguró la titular de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr) en esta capital, Columba López Gutiérrez, tras inaugurar la Casa de Semillas Toxinachcal, que alberga 2,233 accesiones, incluídas ocho razas de maíces nativos identificadas a nivel molecular.
Entre las razas de maíces nativos que se han hallado en esta capital están: cacahuzintle, palomero toluqueño, arrocillo, chalqueño, pepitilla, ancho y elotes cónicos. De frijol hay 10 variedades, ejotero, garrapata, peruano, flor de mayo, ayojote y vaquilla, entre otras. Igual se identificaron variedades de cempasúchil, huauzontle, haba, romerito, chile, calabaza y amaranto.
La casa de semillas, ubicada en San Luis Tlaxialtemalco, alcaldía Xochimilco –que se inauguró el 27 de febrero pasado–, dispone de un Laboratorio de Diagnóstico Molecular que utiliza técnicas de biología molecular y que hasta la fecha ha analizado 1,500 muestras para detectar secuencias específicas de OGM.
“La Ciudad de México desde hace tres años no tiene ni una traza de maíz transgénico”, aseguró Columba López, quien explicó que los productores llevan la semilla al banco de semillas, donde se hace el análisis y una vez que no tienen transgénicos se lleva a territorio para proceder a la siembra.
Al preguntarle sobre la iniciativa de reforma que promueve el Ejecutivo federal para prohibir el cultivo de transgénicos en México, la funcionaria expresó:
la vida no se patenta, los maíces criollos o nativos tienen una multiplicación de manera natural y no necesitamos pagar por semillas, eso nos da soberanía alimentaria”.
La coordinadora de la Casa de Semillas Toxinachcal, Clara Soto Cortés, abundó en que en 2019 se realizó un monitoreo del maíz que se siembra en la Ciudad de México y se encontró un porcentaje del 2% de maíces transgénicos, el cual se redujo a raíz de que los productores comenzaron a conocer estrategias, como el intercambio de semillas, se impulso la compra de semilla con productores grandes que la guardan y que garantizan que esta libre de transgénicos. Por ello, “actualmente ya no tenemos contaminación transgénica”.
Al respecto, Eulalio Águila Romero, productor de San Miguel Topilejo, expresó que no debemos permitir que los maíces transgénicos se reproduzcan en México, porque nos hace tener dependencia en semilla y de grano, porque Monsanto vende semilla para un ciclo agrícola y para el siguiente año ya no produce, y hay que comprarla otra vez. “Hay que rescatar nuestros maíces criollos y fomentar la agricultura ecológica”.
“Los mexicanos tenemos que buscar la autosuficiencia y soberanía alimentaria a través del cultivo del maíz nativo”, subrayó el también y técnico del Centro de Innovación e Integración Comunitaria 2 de la Corenadr.
Semillas se podrán conservar hasta por 90 años
En este contexto, Clara Soto explicó que la casa de semillas es una estrategia de conservación ex situ, que cuenta con laboratorio de diagnóstico molecular, donde se realizan técnicas de biología molecular, extracción de ADN, variabilidad genética, pruebas de PCR para diagnosticar transgénicos en maíz o frijol.
Otra área, detalló, es el banco de germoplasma donde se limpia y acondiciona la semilla, se hacen pruebas de germinazación, porcentaje de humedad para conservarlas en las cámaras frigoríficas, una de 4 grados centígrados y otra de menos 18 grados –que conserva semilla hasta por 90 años–, donde está una colección base que se compartirá con el Centro Nacional de Recursos Genéticos del INIFAP, ubicado en Jalisco, donde habrá un duplicado de seguridad.
Columba López y Soto Cortés coincidieron en señalar que la conservación y mejoramiento de especies nativas son una estrategia para hacer frente al cambio climático, que ha modificado el temporal, el suelo y existe una riqueza genética que se pude usar para hacer mejoramiento participativo y hacer cruzada entre plantas tolerantes a enfermedades o estrés hídrico para mejorar semillas.
El banco de germoplasma nos va a ayudar a conservar las especies. Por ejemplo, expusieron, el maíz palomero toluqueño es el que menos se cultiva en la Ciudad de México y no debe perderse. De ahí la importancia de esta casa de semillas por cualquier situación que se pudiera presentar.
Soto Cortés recordó que en México hay 59 razas nativas de maíces, de las cuales en la capital mexicana se identificaron ocho, en el año 2020; pero falta hacer un estudio de variabilidad genética para conocer cuántas más tenemos.
Para Eulalio Águila este banco es importante porque es un centro donde se va a resguardar la semilla, por si en algún momento llegamos a tener problemas para el cultivo o la reproducción de semilla.
Los productores de siete alcaldías del suelo de conservación, que participamos, aportamos 30 mazorcas de cada raza que cultivamos para que aquí traten al maíz y lo resguarden”.
Soto Cortés destacó que otro objetivo es formar una red comunitaria de casas en las localidades, en coordinación con nosotros, hacer intercambio de conocimientos entre productores y los técnicos, detectar problemáticas y solventarlas
La inversión en el banco de semillas –que en 324 metros cuadrados alberga una gran riqueza genética– fue de 8 millones de pesos y contó con asesoría de expertos del CIMMYT, INIFAP, UACh, UAM y UNAM.
Soto Cortés explicó que la casa de semillas beneficia a los productores, quienes tienen un hogar, una casa, donde guardar su semilla en las mejores condiciones y está a disposición de ellos, para que no tengan que comprar semilla. La iniciativa cuenta con más de 200 Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC), donde participan 9,400 productores rurales.
“Otros beneficiarios serían investigadores estudiantes todos quienes quieran usar la semilla para realizar investigación y los consumidores, quienes estarán seguros de consumir una semilla libre de transgénicos”, subrayó.