Desastres naturales derivan en daños de 2.3 billones de dólares

Los costos directos de las catástrofes han aumentado hasta aproximadamente 202,000 millones de dólares anuales, pero su costo real supera los 2.3 billones de dólares si se tienen en cuenta los gastos en cascada y el daño a los ecosistemas.
La experta de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), Jenty Kirsch-Wood, explicó: “Hemos estado subestimando e inframidendo crónicamente el impacto de los desastres en nuestro sistema global y en el progreso hacia el desarrollo sostenible.”
El informe, titulado “La resiliencia es rentable: Financiar e invertir para nuestro futuro”, demuestra que los costes seguirán aumentando a medida que empeore la crisis climática.
Además, los desastres climáticos han aumentado en su frecuencia. Una persona nacida en 1990 tiene un 63% de probabilidades de sufrir una inundación catastrófica en su vida. Para un niño nacido en 2025, esa probabilidad se eleva al 86%.
«Estos fenómenos nos afectan a todos», afirma Kirsch-Wood.
El costo de los fenómenos meteorológicos extremos no se mide únicamente en infraestructuras destruidas, sino también en años perdidos de salud, educación y oportunidades.
La carga de este coste -y la deuda que genera- recae desproporcionadamente en los países en desarrollo.
Por ejemplo, en 2023, América del Norte fue la región más expuesta económicamente a las catástrofes, con 69,570 millones de dólares en pérdidas directas; sin embargo, éstas representaban una parte relativamente modesta (0.23%) del PIB. Micronesia, por su parte, sufrió una fracción de estas pérdidas netas -sólo 4,300 millones de dólares- con un impacto relativo mucho mayor (46.1%) en su PIB subregional.
Respuesta humanitaria insostenible
La atención sanitaria, la educación y el empleo se ven cada vez más perturbados por las emergencias, lo que aumenta la deuda nacional y ralentiza la recuperación, sobre todo en los países ya vulnerables.
Esto ha contribuido a «una respuesta humanitaria insostenible e insoportable», añadió Kirsch-Wood, mientras los países se enfrentan a crisis climáticas cada vez más frecuentes y graves.
Kirsch-Wood subrayó que la mayor parte de los daños causados por fenómenos climáticos pueden prevenirse.
Desplazados
El documento describe cómo los efectos del aumento de los costes de las catástrofes ya se dejan sentir en todo el mundo, desde la aparición de zonas consideradas demasiado arriesgadas para que las aseguradoras las cubran, hasta el aumento de las deudas nacionales y las crisis humanitarias recurrentes.
Casi 240 millones de personas fueron desplazadas internamente por desastres entre 2014 y 2023.
América Latina enfrenta un aumento del riesgo pero no invierte
América Latina y el Caribe es cada vez más vulnerables a la escalada del impacto de los desastres, pero sigue careciendo de fondos suficientes para aumentar su resiliencia, según el informe.
La región ha sido testigo de crecientes pérdidas económicas y humanas debido a desastres exacerbados por el cambio climático, la urbanización y la degradación medioambiental. Los desastres pequeños y recurrentes -en particular inundaciones localizadas, deslizamientos de tierra y tormentas- están demostrando ser los más perjudiciales económicamente en países como Colombia, donde han costado más de mil millones de dólares entre 2000 y 2023, a pesar de atraer poca atención mediática o política.
«América Latina está lidiando con una carga oculta de desastres», señala el informe, que destaca cómo la mayor parte de los desastres regionales afectan a comunidades rurales y urbanas marginadas, agravando la desigualdad y los retrocesos en el desarrollo. Aunque estos sucesos suelen afectar a menos de 330 personas cada uno, su elevada frecuencia y escasa visibilidad los convierten en devastadores desde el punto de vista económico y social.
Mientras tanto, el Caribe se enfrenta a crecientes peligros medioambientales como la proliferación de algas, sobre todo del alga Sargassum, que ha dañado los ecosistemas marinos y perturbado las industrias pesquera y turística. A pesar de su importante coste económico, estas amenazas localizadas suelen quedar excluidas de los modelos globales de catástrofes y no se informa lo suficiente sobre ellas, advierte la ONU.
«América Latina y el Caribe están en primera línea de los riesgos agravados», concluye el informe. «La estabilidad y prosperidad futuras de la región dependerán de las decisiones que se tomen hoy para priorizar la resiliencia sobre el gasto reactivo».