Farmacia viviente, la salud en casa
Los mercados, tanto formal como informal, demandan una gran cantidad de plantas medicinales concentradas en 350 especies, de las cuales sólo el 25 por ciento son cultivadas, mientras que el otro 75 por ciento provienen de la recolección silvestre; lo que indica que en México tenemos una herbolaria vulnerable con tendencia a la extinción.
Para Guillermo Mendoza Castelán, coordinador general del Programa Universitario de Medicina Tradicional y Terapéutica Naturista de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach), este tipo de problemas representan una oportunidad para mejorar las condiciones económicas y de salud de las comunidades rurales y urbanas.
Aseguró que “el futuro para los agricultores es el cultivo de plantas medicinales, ya que hay mucha demanda en el extranjero de plantas medicinales; toneladas de tomillo, mercadela o valeriana, que no se puede surtir”.
Y como ejemplo se refirió a las zonas donde tradicionalmente se recolectaban y vendían plantas medicinales como, Atlixco en Puebla o Amecameca en el Estado de México, donde la gente asimiló rápidamente la idea de cultivarlas, después de vivir en carne propia la amarga experiencia del exterminio de sus especies.
De acuerdo con el investigador, el objetivo de concientizar a la gente sobre el cultivo, cuidado y preservación de las plantas medicinales nos es fácil, empero, existen esfuerzos de instituciones académicas como la Uach, que desarrollan proyectos que pueden ayudar a lograrlo.
Tal es el caso de la “farmacia viviente”, concepto acuñado por la Uach que pretende concientizar sobre la urgencia del cultivo de plantas medicinales para lograr una herbolaria fuerte, sustentable y permanente, con perspectivas de mayor uso.
¿Qué es la farmacia viviente?
El concepto se remonta al año de 1996 cuando investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach), al realizar un trabajo de campo sobre plantas medicinales en las comunidades de Texcoco, identificaron que predominaba la idea de “jardín botánico”, donde únicamente se dedican a la extracción de los recursos.
A partir de entonces y tomando como base la filosofía de los curanderos se consolidó el concepto de “farmacia viviente” en 1998; el cual pretende cambiar la actual relación de saqueo, exterminio y dominio que existe entre el hombre y la naturaleza; por una relación basada en la teoría del desarrollo sustentable; que consiste en aprovechar de manera racional los recursos naturales con un compromiso de reposición, preservación y cuidado de los mismos.
La “farmacia viviente” es definida por Mendoza Castelán, como un conjunto de especies establecidas en un lugar determinado, sea en el medio urbano o rural; de manera colectiva o individual, inducida o silvestre, con la finalidad de aportar sus propiedades curativas, procurando al mismo tiempo su cuidado y reposición. Donde deben existir plantas con doble o triple propósito; es decir, que además de tener propiedades medicinales también funcionen como plantas de ornato o alimenticias; como la bugambilia, árnica, mercadela, sábila, tejocote, epazote, menta o tomillo, entre otras.
El coordinador general del Programa Universitario de Medicina Tradicional y Terapéutica Naturista de la Uach, señaló que una farmacia viviente debe ser vista como un recurso didáctico que contribuya a formar seres humanos con una idea nueva de relación entre el individuo y la naturaleza; un proveedor de recursos naturales para problemas específicos de salud; una perspectiva ecológica al contribuir en la promoción del cultivo de plantas y como perspectiva económica, pues con esta nueva practica los individuos podrían obtener salud a bajo costo o en forma gratuita.
Puntualizó, que las plantas medicinales son elementos auxiliares y complementarios para el tratamiento de algunas enfermedades, por lo que “no decimos que sea la panacea ni tratamos de sustituir a ningún sistema médico; lo que sí tratamos es que las plantas medicinales jueguen un papel importante en la economía y en la salud tanto rural como urbana”.
Cómo establecer una farmacia viva
Para establecer una farmacia viviente en el medio urbano o rural, se requiere mínimo un espacio y macetas para sembrar las plantas medicinales que la conformarán. Dentro de ella es importante considerar cierto grupo de plantas que sirvan para resolver problemas del sistema nervioso (magnolia), digestivo (menta, mercadela, epazote, cuachalalate, mezquite, huamúchil), respiratorio (bugambilia), urinario (tejocote) y de la piel (sábila, árnica).
Cabe señalar que una farmacia viviente no está definida por el número de especies o superficie que ocupe, sino por las propiedades de las plantas; pues de acuerdo al experto, lo que priva es el beneficio que se obtenga de la interacción directa del individuo con su planta.
Así mismo explicó que “Una farmacia viviente debe organizarse por rubros: el área didáctica, donde se informe sobre el uso de las plantas y la variedad de las especies; el área de conservación, donde se tengan plantas perenes para reproducción; el área de producción intensiva para abastecer a la comunidad y un área de investigación sobre las especies que puede ser opcional; ya que la idea también es que la farmacia aporte paquetes tecnológicos para implementar el cultivo y uso de las plantas de una manera responsable”.
Para incluir una planta medicinal dentro de la farmacia viviente, se deben considerar los estudios científicos probados sobre las plantas, como los realizados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aunque no se descarta la posibilidad de incluir plantas con estudios empíricos; siempre y cuando se tenga su delimitación taxonómica, como requisito indispensable, para lo cual es importante que la gente pida orientación y haga uso de fuentes fidedignas y confiables, puntualizó el investigador.
De acuerdo a su experiencia, Mendoza Castelán, señaló que para obtener el estudio completo de una planta medicinal y determinar su uso terapéutico se requiere de cuatro columnas básicas: 1) No desechar ni menospreciar el uso terapéutico tradicional -porque la población históricamente sabe de plantas-, 2) considerar los estudios farmacológicos de cada planta, 3) tomar en cuenta su composición química y 4) contemplar las observaciones clínicas realizadas.
Cambiando mentalidades
La Universidad Autónoma Chapingo cuenta con su propia farmacia viviente; da orientación al público en general sobre su implementación e imparte cursos sobre medicina tradicional a través del Programa Universitario de Medicina Tradicional y Terapéutica Naturista con la finalidad de promover éste nuevo concepto y llevarlo a otros estados de la República.
En estos momentos, los investigadores del departamento de fitotecnia de la Uach, contemplan establecer el modelo de farmacia viviente en clínicas integrales del estado de Puebla, donde se incluye la alopatía con otras técnicas curativas tradicionales. Para ello, el concepto de farmacia viviente está definido y consolidado pero falta avanzar en el aspecto práctico e ir cambiando la mentalidad del actual jardín botánico.