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Requiere campo reestructuración institucional profunda: F. Mayorga

ENTREVISTA EXCLUSIVA. El ex titular de la Sagarpa, Francisco Mayorga, señala que México requiere una política agroalimentaria y mayor coordinación institucional/Los apoyos no resuelven los problemas y crean adicción, afirma.

Irapuato, Guanajuato.- México requiere una política agroalimentaria que contemple desde la producción en campo hasta el consumo final, afirma el ex titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Francisco Mayorga Castañeda, quien considera que la dependencia, que dejó con alrededor de 24 mil trabajadores, entre la institución central y organismos periféricos, necesita una restructuración profunda junto con las instituciones vinculadas al campo y establecer una buena coordinación para caminar en la misma directriz.

En entrevista con www.imagenagropecuaria.com, ya sin la presión que implica el tener un cargo público en el gobierno federal destaca que más que una política agropecuaria o de desarrollo rural, a México le haría muy bien una política agroalimentaria, que atienda todas las cadenas productivas y sus eslabones, desde la producción en campo hasta consumo final. Para ello, habría que hacer una restructuración profunda de las secretarías que atienden al campo, la de Agricultura; Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano; Desarrollo Social; Economía y Salud, para alinearlas a todas y a través de sistemas productos o cadenas de valor, tomando en cuenta toda la cadena productiva y de consumo.

Durante la charla realizada a pie de parcela demostrativa, en el marco de la Expo Agroalimentaria 2014, realizada en Irapuato, remarcó que se trata no sólo de coordinar presupuestos, lo que tampoco se ha logrado con satisfacción, sino que cada quien en el ámbito de sus competencias empuje en la misma dirección y cuiden el triángulo que demanda la agricultura moderna: rentabilidad económica, desarrollo social y cuidado del medio ambiente. Es la nueva visión de agricultura que proponen organismos como el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, la OCDE y la FAO.

–¿La Sagarpa necesita una restructuración a fondo, que ha pasado en la institución, se afirma que su desarrollo se ha estancado y esto afecta la ejecución de programas?

–Se le han encargado una multiplicidad de tareas, atiende la agricultura, ganadería, pesca, el desarrollo rural y la alimentación, y esta relativamente sola, porque no hay coordinación con las demás dependencias que inciden en el sector rural. En materia de alimentación, por ejemplo, prácticamente no tiene facultades, las cuales están más en las secretarías de Salud o de Economía. La política pública está muy dispersa, por ejemplo Liconsa y Diconsa, dependientes de la Sedesol, también realizan cuestiones de abasto y alimentación. Cada institución tiene sus propios criterios, enfoques y presupuestos; y no hay quien pueda alinear todo. Hay que asignarle a la Sagarpa las facultades que se crea convenientes en función de una visión general. En países como Estados Unidos, Canadá, España, Francia o Japón, las instituciones del ramo están menos centradas en la producción y más enfocadas al mercado, comercio, calidad e inocuidad, comercio exterior y cuidado del medio ambiente, a la capacitación de productores y consumidores. En México todos esos aspectos quedan al aire, nadie los atiende, y a la vez todos trata de atenderlos; se trata de tener una visión compartida.

–¿Hoy se habla de un exceso de burocracia, de que las reglas de operación son poco operativas, que se pusieron muchos candados que no permiten operar los programas?

–Por naturaleza el gasto público es una responsabilidad para los funcionarios que lo ejercen, hay una obligación no sólo de gastar sino de rendir cuentas y para ello se necesitan controles de hacia dónde va el dinero, quien lo va a utilizar y en qué. En todo el mundo existen requisitos para recibir subsidios; que son exagerados a veces o poco adaptados a las necesidades de pequeños productores, sí.

Hizo énfasis en que el problema tampoco es de personal, ya que al terminar su gestión dejó a la Sagarpa central con 12 mil trabajadores, más otros 12 mil de organismos periféricos como INIFAP, SIAP, SNICS, Senasica, entre otros. Reconoció que a veces este personal no está los suficientemente capacitado o las leyes laborales son poco flexibles, no pueden viajar, no les dan viáticos o los medios para hacer un trabajo productivo, pero hay gente con enorme experiencia. Un agrónomo sin un vehículo no vale, porque hay que salir al campo; o les exigen facturas cuando van a comunidades alejadas, donde no manejan comprobantes fiscales.

Más apoyos no han resuelto problemas del campo

Con respecto a los problemas de precios que enfrentan hoy los agricultores, quienes también piden más apoyos para compensar la baja de éstos, también como productor del campo –actividad que ha intercalado con diferentes responsabilidades en el servicio público que ha tenido en el tiempo– comentó que cuando hay una buena cosecha es lógico que bajen los precios, pero se debe considerar que el ingreso del productor está determinado por el precio y el volumen, y éste último compensa la baja del primero.

Francisco Mayorga expresó que a lo largo de décadas hemos visto que los apoyos no resuelven los problemas. Hace décadas que los productores tiran la leche o bloquean carreteras porque caen los precios, no es nada nuevo. Los apoyos ahí han estado y cada año hay más. ¿Y se ha resuelto el problema? Se preguntó el ex funcionario federal. “Qué ganamos con aumentar la productividad si no hay mercado. La pura producción sin el mercado no va a ningún lado”.

Afirma que lo mejor es que no hubiera apoyos y que los mercados mandaran las señales adecuadas a los productores para que ellos sepan que producir, a quién van a vender, con qué calidad y precio. Así no necesitaríamos apoyos. Haría más bien tener un buen sistema de crédito, ágil, amplio, un buen sistema de seguros, de extensionismo, una buena infraestructura, carreteras, canales y bodegas. Tenemos muchos años con apoyos y los problemas siguen idénticos que en las décadas de los ochenta, los noventa o los dos mil.

Los apoyos –define– son como “derechos adquiridos”, hay productores que todos los años, a través de sus organizaciones presionan para recibirlos y dentro de los partidos políticos hay una cultura que cree que el gobierno tiene que estimular la producción agrícola y que si no lo hace habrá una catástrofe. Eso se puede convertir en clientelismo: te apoyo pero votas por mí o cooperas para la campaña. Eso se da aquí y en todo el mundo y no sólo entre agricultores también hay grandes empresarios que meten dinero a campañas políticas porque esperan recibir algo a cambio.

–Era un sistema que funcionaba…

–Sigue siendo, a pesar de los cambios de gobierno no se ha podido cortar, porque tampoco la decisión ha estado en el Ejecutivo, gran parte de las decisiones están en el poder del Legislativo y son los diputados y senadores quienes tienen sus criterios e ideas en materia de agricultura, porque finalmente ellos asignan los presupuestos para que el Ejecutivo los ejerza.

Hay que voltear más al mercado

Mayorga abunda en que existe la creencia, de buena fe, que para que la agricultura se desarrolle necesita el apoyo del gobierno. En el pasado sí era necesario, pero con la primera crisis de la alimentación en 2007 esto cambió y la demanda de alimentos crece más rápido que la oferta y los precios son suficientemente atractivos para que no se necesiten los apoyos y de todos modos el agricultor tenga utilidad. Esto siempre y cuando se vincule al mercado, porque si no sabe a quién venderá su cosecha, va a caer en manos de especuladores o coyotes y va al fracaso, expone.

Las estadísticas dicen que países que no gastan tanto como el nuestro en apoyos “van más rápido”, por ejemplo Brasil, China, Chile, Ururguay, Paraguay, Perú o Colombia. El que se tenga que doblar la producción al 2050 es una oportunidad gigantesca para cualquier productor de aquí o de China. Pero si eso no se quiere ver y se sigue diciendo: a mí me importa más el apoyo…

El ex responsable de la Sagarpa, se pregunta:¿Cuántos productos del campo no tienen apoyo y son un éxito? La respuesta está en que tienen un mercado asegurado. Por ejemplo, este año en los Altos de Jalisco la gente sembró chía, porque el año pasado se pagó a entre 80 y 100 mil pesos la tonelada y no tiene apoyo.

–¿Se requiere incentivar cultivos como las oleaginosas?

–Si hay demanda, ¿por qué incentivarlos? México importa 95 por ciento de oleaginosas. Los agricultores prefieren no la seguridad del mercado, si no el apoyo, pero éste tiene límites, a veces no alcanza para todos, tiene requisitos que no todo mundo puede cumplir, no es un esquema eficiente y se ha venido convirtiendo en costumbre. Es como una medicina, cuando una persona está sana no la necesita, pero hay medicinas que vuelven adicta a la persona y aquí se creó una adicción al apoyo.

Por otro lado, respecto a los cambios fiscales que inciden el sector agroalimentario, Francisco Mayorga consideró que se perdió una “oportunidad de oro” de gravar con IVA los alimentos; lo que hoy se tiene es más de lo mismo, más cargas, requisitos y trámites que mucha gente no va a poder cumplir, porque en el campo quién tendrá a la mano manera de hacer una factura electrónica o un contador de cabecera para cumplirlos. Seguir una gran parte de productores en la informalidad. No es que la reforma esté fuera de la realidad, pero hay buenos esquemas tributarios y mejores. Esta reforma quedó corta.

Mayorga resume que una reforma para el campo debe contemplar una política agroalimentaria que considere los mercados, al consumidor y no sólo al productor; que haga énfasis en calidad y no sólo en la producción, porque podemos tener mucha producción de mala calidad y no poder venderla. La inocuidad, la sanidad, la capacitación tiene que ser como el espíritu de esta nueva reforma, porque hacia allá va el mundo y México está enclavado en la globalización.

Al final de la plática, Mayorga apunta que en México todos los sectores tenemos que asumir nuestra responsabilidad y darle vida al sector porque también las puras reformas en el papel o el discurso no van a ningún lado, tienen que aterrizar en la vida diaria y cada quien tenemos que hacer nuestra responsabilidad en lo que nos toca. Es lo que da resultado, las palabras se las lleva el viento, los papeles se almacenan en un anaquel; sólo el sudor, la organización y la innovación son las que van haciendo progresar cualquier sector.

 

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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