Embarcaciones comerciales podrían transportar bacterias patógenas
Un estudio realizado en el CICESE puso en evidencia que las bio-incrustaciones adheridas a los cascos de barcos comerciales que llegan al puerto de Ensenada provenientes de Japón y Corea, son un importante reservorio de bacterias patógenas de la especie Vibrio parahaemolyticus, por lo que representan un riesgo real para la transmisión de enfermedades en humanos.
El artículo Pathogenic Vibrio parahaemolyticus isolated from biofouling on commercial vessels and harbor structures, que se publicó en 2015 en la revista científica “Biofouling”, realizado por investigadores del CICESE y CIAD dan cuenta de ello.
Antes de este estudio era bien conocido que bacterias del género Vibrio tienen como uno de sus vectores de transmisión el caparazón de crustáceos planctónicos (copépodos, principalmente) y pueden transportarse de un continente a otro en el agua de lastre (o de balastre) contenida en estos buques cargueros.
Esto provocó cambios en la legislación internacional. Ahora ninguna de estas embarcaciones puede vaciar sus tanques al interior de cualquier puerto, incluidos los puertos mexicanos.
El estudio realizado en Ensenada se considera el subproducto (spin-off) de un proyecto patrocinado por el fondo sectorial de investigación en Salud y Seguridad Social del CONACYT y la Secretaría de Salud.
Para el estudio se diseñaron un esquema de colecta de bio-incrustaciones dentro de la rada portuaria. Incluyó la toma de muestras de tres barcos cargueros (de contenedores) que llegaron provenientes de Yokohama, Fukuyama (Japón) y de Busan (Corea del Sur), mientras permanecían atracados en la terminal internacional de Ensenada.
Otras muestras se tomaron directamente de las instalaciones de la terminal de cruceros turísticos y en la de pesca deportiva, ambos muelles localizados dentro de la rada portuaria. Se tuvieron también dos estaciones de control: una en la marina del hotel Coral, localizado un par de kilómetros al norte de Ensenada, fuera de la rada, y otra en una boya científica del CICESE que utiliza el proyecto FLUCAR para estudiar los flujos de carbono entre el océano y la atmósfera.
Puede parecer fácil cumplir con un esquema de muestreo semejante, pero solamente el conseguir los permisos para hacerlo dentro del puerto tardó seis meses, señaló el Dr. Leonardo Lizárraga Partida, investigador del Departamento de Biotecnología Marina del CICESE.
Explicó que los vibrios son bacterias de vida libre, acuáticas, de las cuales bastantes tienen cepas que son patógenas para los humanos, como Vibrio cholerae, V. vulnificus y V. parahaemolyticus. Se sabe que las infecciones por Vibrio suelen estar relacionadas con la exposición al agua de mar contaminada o mariscos crudos o pobremente cocidos. Se estima que causan 80 mil casos clínicos, 500 hospitalizaciones y 100 muertes cada año en Estados Unidos.
El estudio puso en evidencia que las bio-incrustaciones adheridas a los barcos que vienen del continente asiático, donde esta bacteria es pandémica y causa enfermedades en diferentes países, es un importante reservorio de vibrios patogenos, y que estos barcos podrían ser un vector que se ha pasado por alto en relación a la diseminación.
A diferencia del agua de balastre, que ahora las embarcaciones arrojan al mar antes de entrar a todos los puertos, no es tan fácil eliminar el biofouling y esto representa un problema. “Los barcos traen un certificado que indica cuándo hicieron la última limpieza del casco. Eso te asegura hasta cierto punto que va a disminuir el riesgo de una transportación de microorganismos patógenos”, indicó el investigador.
Otra acción podría ser que prohibieran las limpiezas in situ de estas embarcaciones, cuando están atracadas en muelle. “Es común que llegue el barco y que ahí mismo los raspen. En otros puertos esto ya está prohibido, pero no tengo conocimiento de que esta prohibición incluya puertos mexicanos.
“Lo que sí te puedo decir es que si has ido a los astilleros, ahí les quitan todo y no sé a dónde manden la conchilla y todos los balanus (saca bocados) y mejillones que retiran. No sé si lo recolectan y lo mandan al basurero municipal o lo recolecten y lo arrojen a la rada. Ese sería otro de los puntos: ver en los astilleros el destino de todas las bio-incrustaciones que desprenden cuando hacen una limpieza a los barcos”, señaló.