90% de mexicanos son rur-urbanos
Ante esta nueva dinámica las políticas públicas deben dejar de ser sectoriales.
Sólo un 10% de las personas en México tiene su hogar en puntos a más de 90 minutos respecto de una ciudad pequeña, mediana o grande. Esto es, el grueso de la población se ubica en un dinamismo “rural-urbano”, y por tanto resulta prioritario hacer una revisión de las políticas públicas y eliminar su dicotomía; éstas hoy día están claramente separadas: o son rurales o son urbanas. Igual son sectoriales y no consideran las múltiples dimensiones de las personas ni su relación con el territorio, afirmó Isidro Soloaga, autor, junto con Julio Berdegué, del estudio Ciudades secundarias: Indicadores de población y bienestar en México.
Soloaga, profesor-investigador del Departamento de Economía de la Universidad Iberoamericana, (en donde está a cargo de la Cátedra Dinámicas Territoriales y Bienestar) y también investigador asociado de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, señaló en entrevista que ese 10%, que constituye el México Profundo e implica unos 11 millones de personas, en general en condiciones de pobreza, requiere efectivamente una política pública específica.
“Pero para el resto, unos cien millones de personas que vivimos en las ciudades y sus entornos rurales, la política pública debe tomar en cuenta que lo que ocurra en una ciudad va a afectar a la población rural vecina, y a la vez, si se mejoran las condiciones en que se desenvuelve el medio rural, por ejemplo por la vía de los mercados agrícolas –con más fluidez, acceso al crédito, más comunicación e infraestructura—, eso va a tener efecto en las ciudades intermedias”.
Lo que muestra el estudio de Soloaga y Berdegué –este último, investigador principal de Rimisp—es que la política pública debe dejar de ser sectorial. “Esto quiere decir que si hoy la Secretaría de Agricultura hace política para el productor del campo, la de Economía la hace para sectores industriales o para el comercio en las ciudades, la de Desarrollo Social la hace para las personas en condición de pobreza, lo que debería haber es una política que tome en cuenta la interrelación del conjunto de estas políticas. Se debe hacer política para las personas, porque, en su carácter de poblador de zona no urbana, una persona puede ser productor agrícola, pero en su carácter de persona carenciada, puede también ser un individuo en condición de pobreza, o en lo relativo a sus ingresos, puede además ser una persona que realiza actividades de comercio ligadas con la ciudad.
La política pública no considera esto, y debería hacerlo. Debe dejar de ser sectorial y tomar en cuenta que las personas viven en un ambiente geográfico y sus necesidades son múltiples y tiene que apoyarlas en ese sentido”, dijo el experto.
Señaló que el estudio genera evidencia en este sentido, sin que ello implique conclusiones específicas de lo que deberían o no hacer las Secretarías de Estado. “El estudio es hasta ahora descriptivo”.
Querétaro, un ejemplo rur-urbano
El documento, que aún está en proceso de hacerse público, muestra el mapa del estado de Querétaro, pero sin identificar las ciudades. Con líneas de color se identifica todas las localidades que están a una distancia de 30, 60 y 90 minutos de la ciudad capital. Pero en estas líneas hay cruces con varias ciudades pequeñas o medianas como Irapuato, Celaya y Salamanca. Se observa que hay bastante cercanía entre las propias ciudades y que todo el medio rural tiene muy próximo un centro urbano.
”Así, vemos un continuo en el cual hay ambientes rur-urbanos, obviamente hay ambientes más urbanos que otros, pero hay un continuo rur-urbano que es grande y tiene que ser contemplado en la política pública. El objetivo del documento era ver qué tan cierta era la existencia de sólo lo rural y sólo lo urbano. Y otro objetivo era ver en qué medida lo que pase cerca de mí me afecta. Por ejemplo, si yo vivo en una localidad pequeña y estoy cerca de una ciudad de 250 mil personas o de 350 mil, ver en qué medida crece mi población y en qué condiciones, cómo me va distinto dependiendo de la ciudad cercana”.
Entre las consideraciones del documento está el hecho de que el crecimiento poblacional de las localidades rurales se ve influido al alza cuando están cerca de ciudades mayores. Por ejemplo, si la cercanía es con una ciudad de más de 350 mil habitantes, la localidad pudo haber crecido en casi 40% en los diez años recientes, esto es, el doble que el promedio nacional. Una de las razones es la emigración de población de ciudades hacia los entornos rurales en cuanto aquéllas comienzan a crecer y a saturarse.
En el estudio se divide el mapa de México en función de cercanías a centros urbanos. “Los demógrafos, los sociólogos saben con claridad esto de la interrelación mundo rural y urbano, pero lo que hicimos nosotros fue poner números, para cuantificar la dependencia que tiene la población rural no de uno, sino de varios centros urbanos al mismo tiempo. En ambientes rurales, la gente a lo mejor va a Celaya para comprar una lavadora, pero va también a Salamanca a comprar verdura, y tal vez los hijos van a la ciudad de Querétaro a la escuela o a trabajar. Hay una dependencia de varios centros urbanos al mismo tiempo, dijo Soloaga, siguiendo con el ejemplo del estado de Querétaro.
Dijo que la política por tanto debe ser territorial, a fin de que ayude a la población a desarrollarse en el territorio donde vive, “y no que busque desarrollar a equis personas como productores agrícolas prototipos, que podrían vivir en cualquier lugar del mundo. Es importante ver que la gente vive en cierto lugar y que tal vez allí el riego no le va a servir si no hay la infraestructura adecuada para llevar su producción al mercado”, y que si hoy los recursos públicos ayudan a esta gente con apoyos para que los hijos vayan a la escuela, ver que se requieren otros apoyos para potenciar a las personas, por ejemplo teniendo en la mira el tipo de trabajo que los hijos tendrán cuando concluyan la preparatoria, “pues de eso depende saber si vale la pena enviar al joven a la escuela”.
Consideraciones de ese tipo son diferentes en un territorio con respecto a otro. Para la Ciudad de México es claro que los jóvenes deben por lo menos contar con la preparatoria para aspirar a algún trabajo, pero en el medio rural o en otras ciudades los requerimientos podrían ser distintos.
En este sentido, agregó, el gobierno de México ha hecho un esfuerzo con lo que se llama territorialización funcional de México, pero habría que cambiar la óptica de que es una sola ciudad la que influye sobre su entorno rural. En realidad, las poblaciones rurales sienten influencia de varios centros urbanos al mismo tiempo y eso es el aporte que se muestra en el estudio realizado.
Isidro Soloaga comentó que este estudio fue hecho sólo para el caso de México, pero todo hace pensar que la continuidad rural-urbana, y esa relación que hay entre los indicadores de una localidad con los de las ciudades con que se tiene cercanía, son fenómenos comunes en América Latina. “Estamos avanzando en estudios en los casos de Chile y Colombia, pero por ahora lo que se tiene más claro es el estudio de México, con análisis econométricos y cuantificaciones numéricas”.