¿México puede ser autosuficiente en producción de maíz?
La respuesta a esta pregunta es sí; pero para lograrlo se requieren inversiones cuantiosas en infraestructura hidroagrícola –que en prospectiva se tendrán que realizar ante la afectación del cambio climático en el norte mexicano– y esquemas que estimulen la producción y garanticen un precio remunerativo tanto a los pequeños como a los grandes agricultores, según expertos consultados por www.imagenagropecuaria.com
El doctor Antonio Turrent, investigador que ha experimentado en campo sus conocimientos y que durante años ha insistido en la necesidad de voltear hacia al sur-sureste para incrementar la producción de alimentos, recuerda que como país ya fuimos autosuficientes en producción de maíz en 1960 y hasta fines de los años setenta, y queremos recuperar esta condición, porque hoy 42 por ciento del maíz de los 35 millones que consumimos es importado.
Si hubiera un interés y si Andrés Manuel López Obrador dijera –de ganar la presidencia– quiero ser autosuficiente, en seis años sí podemos producir los 15 millones de toneladas que necesitamos para serlo, pero tiene que haber una decisión política y en vez de invertir dinero en publicidad como se hizo en la Secretaría de Educación Pública (SEP) se debe canalizar a este fin”, subraya.
En entrevista, en el marco de la presentación del libro Al rescate del Campo Mexicano, de Víctor Suárez Carrera, el experto destaca que desde los sesenta trabaja con un grupo de investigadores en el tema y han concluido que si en la actualidad se producen alrededor de 24 millones de toneladas de este grano, con el uso de la tecnología pública disponible en tierras donde en posible aplicarla se pueden obtener 33 millones, considerando las 8 millones de hectáreas que se siembran.
Si adicionalmente –continúa– lo anterior adaptamos 3 millones de hectáreas al riego en el sur sureste del país, considerando un potencial productivo de 8 toneladas por hectáreas en prospectiva obtendríamos 24 millones de toneladas más. Esto sería posible si aprovechamos con obras de irrigación el agua dulce del sur sureste, donde están 60 por ciento de los escurrimientos del país.
Es un proyecto de largo plazo y para lograrlo la inversión es muy alta, ya que si el PIB de México es de 1.3 billones de dólares, tendríamos que destinar cada año un 3 por ciento de esto durante el periodo necesario para habilitar tres millones de hectáreas, puntualiza Turrent.
En el pasado –rememora– ya se hizo obra de gran irrigación sin recursos públicos, con préstamos del Banco Mundial y otras fuentes de financiamiento, se pagó y se ganó dinero.
El investigador del INIFAP anota que en el corto plazo se puede empezar con cierta inversión en el sur sureste y producir maíz, porque de cualquier manera en 20 años con el cambio climático tendremos que migrar del norte al sur sureste donde hay agua. Hay que anticiparse, porque de no hacerlo porque no habrá alimentos para abastecer a la población mexicana.
En resumen, recalca Antonio Turrent, sí podemos ser autosuficientes en maíz, frijol y arroz, cultivos que se pueden sembrar en el ciclo otoño-invierno, y en soya esto se puede lograr si se siembra en el primavera-verano. Acondicionar un millón de hectáreas al año sería un buen ritmo.
Por lo anterior el agrónomo expresa su desacuerdo con el dicho del presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien expresó que la autosuficiencia “es un mito que hay romper”, por lo que comenta que lo que han de ver dicho al presidente es que ningún país puede ser autárquico.
Al respecto, el integrante de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), Víctor Suárez Carrera, expuso que el primer mandatario desconoce la Constitución mexicana, ya que el articulo 4o y 27 hablan del derecho a alimentación, y los mandatos de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable que incluyen la soberanía alimentaria y nutricional. El gobierno de México “tampoco cumple con su obligación de garantizar el derecho de los campesinos a una vida digna y segura y de toda la población a la alimentación”.
Expone que cuando hablamos de autosuficiencia alimentaria nos referimos a la producción de los alimentos básicos de consumo masivo del pueblo mexicano y se trata en primer lugar tener como objetivo de política lograrla, para lo cual se requiere un sistema de acciones gubernamental y de los sectores productivos enfocados a incrementar productividad y producción en forma sustentable.
Sistema de precios remunerativos
El dirigente de la ANEC detalla que se requiere un sistema de precios que garanticen un ingreso remunerado a los productores, es decir que permita obtener los costos de producción más una utilidad por el trabajo de los campesinos. AMLO llama a esto “precios de garantía”.
Detalla que en México hay diversos tipos de productores y para los pequeños agricultores de zonas marginadas habrá un sistema de compras gubernamentales a un precio mínimo garantizado, a través de Diconsa. Para los grandes productores se plantea otro sistema de ingreso objetivo mínimo garantizado que esta vinculado a la agricultura por contrato, a la toma de coberturas y el establecimiento de otro sistema de mercado para garantizar un ingreso mínimo a productores y en forma complementaria cuando fallen los mercado entrará el gobierno a realizar compras de última instancia a precio garantizado.
El proyecto es tener apoyos diferenciados por tipo de productores, de cultivo y por región. Por ejemplo, para los agricultores de Sinaloa es importante que haya ingresos remunerativos justos y certidumbre en la comercialización, porque en 25 años de TLCAN no lo ha habido, asegura.
La autosuficiencia alimentaria –subraya– que se propone a un gobierno democrático encabezado por AMLO es dejar atrás la política de 30 años de abandono del campo y de dependencia alimentaria que sólo a traído desigualdad, pobreza deterioro de la cohesión social en el campo, migración e incremento de la presencia del crimen organizado en zonas rurales del país. Ha generado también malnutrición en toda la población mexicana, dado que 30 millones de mexicanos no tienen ingresos para una canasta alimentaria y 70 por ciento tiene problemas de obesidad u sobrepeso.
Víctor Suárez anota que esta política de dependencia alimentaria sólo ha beneficiado a unos cuantos monopolios agroalimentarios perjudicando a mayor parte de productores, consumidores y contribuyentes mexicanos y nos ha colocado en una situación de debilidad frente a la hostilidad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.