Huellas de daño a salud de niños y presencia en productos de maíz deben determinar rumbo de glifosato en 4T
Las huellas que ha dejado en México la presencia de glifosato en la orina de niños y niñas de El Mentidero en Autlán, Jalisco, en los análisis de productos derivados del maíz y en agua para beber en localidades de Hopelchén, Campeche, son pistas a seguir para determinar la decisión que debe tomar el gobierno de la Cuarta Transformación en torno al uso o desuso de este agrotóxico.
Estos casos forman parte del Expediente científico sobre el glifosato y los cultivos genéticamente modificados (GM) publicado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que concluye que “es apremiante la aplicación efectiva del principio precautorio en las políticas públicas para la regulación de los plaguicidas, así como en materia de bioseguridad de los OGMs (Organismos Genéticamente Modificados)”.
El estudio adelanta algunas medidas que considera deben tomarse: “es necesario tomar medidas eficaces que garanticen la autosuficiencia y la soberanía alimentarias, la alimentación sana, suficiente, de calidad, culturalmente adecuada y libre de plaguicidas y de OGM; además, velar en todo momento por el bienestar de la población, la protección de la riqueza biocultural y el respeto irrestricto de los derechos humanos”.
Respecto a las ventajas productivas que traería el uso del glifosato, cuyo uso esta asociado en cerca del 50% con cultivos transgénicos en el mundo, el Conacyt documentó que “ni el uso del glifosato ni las semillas GM aumentan el rendimiento neto de los cultivos”, dado que reduce la fijación de nitrógeno en la planta; debilita sus mecanismos de defensa; afecta disponibilidad de micronutrientes del suelo; hace a las plantas más vulnerables a plagas; el gen que confiere tolerancia a este herbicida es responsable de una reducción en el rendimiento; y con el tiempo aparecen arvenses resistentes al herbicida o “malezas agresivas”.
El texto puntualiza que el uso del glifosato en el mundo se incrementó 1,500% a partir de 1996 con la comercialización y siembra de maíz, algodón y soya GM, tolerantes al glifosato, es decir, que no mueren al aplicarles el herbicida. La expansión de los cultivos GM ha aumentado 113 veces en volumen desde el año 1996.
De acuerdo con el estudio del Conacyt en México no hay cifras precisas sobre el volumen de plaguicidas aplicados, pero hay reportes que indican que el glifosato se utiliza en la agricultura industrial en cantidades de 1.5 a 4.3 kilos por hectárea
Exposición humana al glifosato y presencia de transgénicos en México
El Expediente científico indica que “al ser el herbicida más utilizado en el mundo, la exposición humana al glifosato es sumamente frecuente y ocurre de manera cotidiana en poblaciones rurales y urbanas”.
Recuerda los casos que se han documentado de exposición humana a dicho herbicida. Por ejemplo, cita que el 26 de junio de 2019 se dio a conocer que en la comunidad El Mentidero en Autlán, Jalisco, “se analizó la orina de 93 niñas y niños de preescolar y primaria y 53 de secundaria; 100% de las niñas y niños tuvieron rastros de herbicidas en su orina y la sustancia más recurrente y peligrosa encontrada fue el glifosato”.
En 2017, refiere, se publicó un estudio “que demostró la presencia de transgénicos y glifosato en varios alimentos hechos a base de maíz, de alta demanda y de fácil acceso”. Los productos analizados fueron tortillas, harinas, totopos, cereales para el desayuno y botanas, de los cuales se detectaron transgénicos en 82%, además 30% de las muestras con presencia transgénica contenían residuos de glifosato. “El 60% de las muestras con transgenes tenían el evento de maíz GM tolerante al glifosato NK603”.
También recuerda que en 2018 se conoció otro informe sobre el monitoreo de la presencia de secuencias transgénicas en cultivos de maíz en Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Veracruz y Chiapas, donde “se analizaron 1,580 muestras de variedades de maíz nativo y se detectó la presencia de transgenes en 8% Uno de los eventos transgénicos más recurrente fue NK603”.
Subraya que igual “se ha reportado la presencia de glifosato como contaminante en aguas costeras de la Península de Yucatán, particularmente en las cercanas a los sitios en donde hay mayor concentración de zonas agrícolas; también en agua subterránea y en agua para beber en localidades de Hopelchén, Campeche, y en cuerpos de agua en Chiapas, algunos de estos al interior de Áreas Naturales Protegidas (ANP)”.
El documento anota que en otros países se ha detectado glifosato en el agua potable, vinos y cervezas, e incluso en productos de higiene personal (gasas, vendas, compresas, hisopos, etc.) elaborados con algodón GM tolerante a glifosato. En cuanto a los OGM, hay varios estudios que demuestran la presencia de secuencias transgénicas en maíces y algodones nativos.
Correlación de enfermedades con el uso masivo de glifosato y OGM
El expediente del Conacyt remarca que “se ha demostrado que hay una correlación entre el aumento de más de 20 enfermedades (oncológicas, endócrinas, metabólicas y neurodegenerativas, así como trastornos sistémicos) y el incremento del uso agrícola del glifosato y del área plantada con soya y maíz transgénicos en Estados Unidos”.
Matiza que “el desarrollo de esos padecimientos es complejo y multifactorial, pero la vasta evidencia científica aporta elementos que sistemáticamente apuntan a todos los perniciosos efectos del glifosato sobre la salud y cómo estos a su vez están íntimamente relacionados con el desarrollo de un gran número de enfermedades y padecimientos”.
Acota que “la toxicidad del glifosato y de los herbicidas hechos a base de esa sustancia depende de la dosis, el tiempo de exposición y de los otros compuestos que contenga el herbicida, por ejemplo, agentes surfactantes como el POEA. Puede ser aguda o crónica y ambas están ampliamente documentadas, así como los daños a la salud y las afectaciones al ambiente provocados por el uso del glifosato…”
Regulación a nivel internacional y alternativas al uso del glifosato
El Expediente científico sobre el glifosato y los cultivos GM, expone que “a nivel internacional hay varios ejemplos de países que, ante la basta evidencia de los daños ocasionados por el uso del glifosato, han optado por revisar la regulación de éste y otros plaguicidas, así como reducir y restringir su uso”.
Subraya que, “es claro que un proceso escalonado, pero rápido (cuatro años), para prescindir del glifosato debe ofrecer alternativas, con el propósito de que el sistema agroalimentario mexicano sea sostenible en términos sociales, ambientales, económicos y culturales, sin comprometer la salud y el bienestar de la población mexicana actual y futura”.
Indica que “ante el cambio de modelo agroalimentario que el bienestar humano y el equilibrio ecológico demandan, no se puede pensar únicamente en sustituir al glifosato por otros agroquímicos. A la larga, un control basado únicamente en el uso de plaguicidas –dentro de un modelo de agricultura intensiva que privilegia las ganancias– genera numerosos efectos negativos (en la salud, el ambiente, la economía, la cultura, la condición social); es necesario implementar otras estrategias basadas en un control integral sostenible”.¡
Por ejemplo, añade, controlar las arvenses requiere combinar creativamente diferentes prácticas de manejo que dependen del tipo y extensión del cultivo y de la región del país de que se trate y sugiere que “pueden plantearse ejes y un conjunto de estrategias con aproximaciones inter y transdisciplinarias, en un proceso de toma de decisiones en el que se involucren los actores pertinentes para migrar a la consolidación de sistemas agroalimentarios libres de glifosato y de cultivos GM”.
Hace hincapié en que la expansión de la agroindustria ha tenido impactos perniciosos que no son contemplados en los costos de producción, ni asumidos por el productor, “las llamadas externalidades sociales y ambientales que a su vez implican daños a la salud. Todos esos costos económicos son asumidos por el estado o por los individuos afectados”.
Radiografía del glifosato
El glifosato ácido, cuyo nombre sistemático es N-fosfonometil-glicina, es un sólido cristalino incoloro y sin olor. Es altamente soluble en agua. Su actividad herbicida se basa en el bloqueo de la vía enzimática del shikimato, relacionada con la biosíntesis de aminoácidos esenciales, los cuales al no se detiene la síntesis de proteínas en las células vegetales, con lo que el crecimiento de la planta cesa hasta que muere.
Los herbicidas a base de glifosato incluyen ingredientes como los surfactantes, que también son tóxicos y pueden generar efectos sinérgicos. Por ejemplo, la polioxietil-amina (POEA) es el compuesto que más se utiliza como surfactante y está demostrado que puede aumentar la toxicidad o la absorción del glifosato en las células humanas y generar síntomas más severos.
Además, continúa el expediente, el principal producto de degradación del glifosato es el ácido aminometilfosfónico (AMPA), que tiene una mayor persistencia y movilidad en los cuerpos de agua y en suelos y también se ha demostrado que tiene efectos perniciosos sobre la salud y el ambiente.
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Glifosato
- Es el herbicida más usado en todo el mundo; fue introducido al mercado por la empresa Monsanto en 1974 con su formulación más conocida, el Roundup.
- En 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificó como probable carcinógeno para humanos (Grupo 2A), después de revisar cerca de 1,000 estudios científicos.
- En 2019 el Departamento de Salud del gobierno de los Estados Unidos publicó un perfil toxicológico del glifosato que coincide con el reporte publicado por la OMS. (Fuente: Conacyt)